martes, 22 de diciembre de 2015

Para Fábulas y Para Mitos 21


Para Fábulas y Para Mitos 21
HACIA EL COLECTIVO
Cómo se sale de la Torre de Babel.

Pésimo momento para la construcción. Colocaban mal los ladrillos y éstos se agredían entre si. Las ventanas emergentes no cuadraban, constreñidas, mostrando intimidades. Los martillos se bloqueaban, ya no entendían el código dé las manos. En verdad, no se comprendía casi nada. Sólo que llegaban tarde. Faltaban. Surgían palabras absolutamente nuevas para nombrar a los ausentes. Cundía un humor torvo en que se olvidaba el código del enjalbegado y, en sacrilegio inocuo,  cada rincón adquiría una lengua propia.

A esas alturas, fue perentorio interrumpir la construcción de la torre, sin parar mientes en la reacción estupefacta de la atmósfera.

Se hizo un silencio tan lleno que las confusiones quedaron suspendidas, atónitas, en vilo, sin atener al más mínimo movimiento.

      En forma paralela, como un suceso sencillo con bi ubicación, apareció un alivio gigante, la gran distensión. Se lo comparó  con lo que suele sentir un río perdido cuando, en forma súbita, recuerda su cauce. Un relajarse desde el tuétano a la piel.

      Sumados, silencio y alivio, trajeron, juntos, la búsqueda. Fueron tras la cascada inicial.¿De dónde había brotado ese aluvión turbio desatando el huracán de los decires sin sentido? ¿Cómo explicar este sismo en las lenguas y los códigos?
¿Fue ruptura de gajos finos ocasionado por el uso de materiales amargos? ¿Se olvidó cosechar en la madurez de los manantiales decisivos? ¿Hubo sórdida  celada de enemigos de la torre?

      Buscando, se llegó al amanecer tierno, balbuceante. Lo que entonces se vivió se comparó con los momentos jubilosos en que los ríos se ponen de pie, saltando frenéticos sobre el lecho, como si fueran niños. Así estaban al decidir reanudar el trabajo, constituyéndose ellos mismos.

Ellos mismos, fraternos.




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