miércoles, 25 de junio de 2014

Voces del Coraje de Ser (87)


Voces del Coraje de Ser (87)
Voces del Coraje de Ser (87)
   El coraje de asumir el auto desarrollo con metas definidas, disciplina y  creatividad-
   La orientación de la salud integral y el auto desarrollo
  La disciplina Vincular

 En esta  metodología , se plantean unas preguntas básicas, tres disciplinas  una invitación a tener una  inserción  que  permita  un acceso   lo que ocurre en la comunidad, en el mundo, en el desarrollo humano.  

«El Yoga de, la comunicación

Existe una tendencia natural a buscar la comunicación con alguien en quien se pueda confiar plenamente, esperar apoyo emocional, consejo, compañía para llevar a cabo las experiencias que se sientan más relevantes. La búsqueda del intercambio se confunde, muchas veces, con la del alma gemela; la mutualidad puede obscurecerse con la aparición de la posesividad, la búsqueda de subordinación o sumisión.

La propuesta de trabajo vincular necesita apoyarse y discriminar en lo que es, por una parte, la necesidad de comunicación profunda y, por otra, el vínculo, la búsqueda de la díada, la relación profunda, la relación preferente, lo que es el tema del mejor amigo o amiga y el de la pareja erótica.

Se necesita una relación estable, para crecer juntos, en que se vean los actores como espejos en la percepción del otro. El proceso requiere de conocimiento mutuo, de posibilidades y voluntad de hacer un intercambio, de asegurar que esa situación no sea mediada por tensiones afectivas, por instrumentalizaciones de ningún tipo.

Las relaciones de pareja, las amistades íntimas, los nexos familiares y cercanos, suelen envolverse en tramas de requerimientos, de recuerdos, de dependencias, de obnubilaciones afectivas, que dificultan un posible trabajo riguroso de apoyo recíproco para el crecimiento.

La propuesta es buscar una persona con quien se pueda practicar una disciplina de a dos, bien centrada, con garantías de continuidad y de evaluación permanente, que pueda ser armónicamente enlazada con lo que cada uno viva en la cotidianeidad. Pueden haber, seguramente, otras relaciones más ricas en vivencias, más densas en lo intelectual, pero el vínculo para esta disciplina es el de un compromiso bien llevado, compromiso necesario para un verdadero yoga ‑el yoga de la comunicación, una disciplina de crecimiento a través de la comunicación, constante, ordenado.

Hay un primer período de búsqueda, de conjeturas, de indagaciones, de conversar, hasta llegar a un acuerdo. Luego, su realización, su permanente evaluación que está incorporada a la práctica. Al final, si no se puede proseguir, un cierre adecuado, un verdadero «finiquito existencial», optimizando el aprendizaje, lo que se recupera para una nueva etapa del «yoga comunicacional».

En ocasiones, sobre todo en los períodos de transición, se sobreponen dos o más pares de pareja. Lo cierto es que la disciplina es compleja y es preferible jugarse a una sola opción, un par de personas en «relación de pares».

El eje de la disciplina es la igualdad. En ello se articula con la autoayuda. La pareja en crecimiento se autogesta, es autónoma, no está intermediada por un facilitador o terapeuta. Quiere ser una relación de iguales, distinta a una relación terapéutica, diferente al vínculo profesor‑discípulo, a las jefaturas y a los liderazgos. La igualdad se articula con el derecho y la búsqueda creativa de la diferenciación: iguales y diferentes. Igualdad en el trato, en ir
haciendo las agendas, en las responsabilidades. Todas las diferencias que estén en la realidad, en el ánimo de abrir complementariedades, horizontes nuevos o seguridades y enriquecimientos para lo que no cambia.

La articulación entre igualdad y respeto a las diferencias es un eje de profundización en el trabajo. Uno de los parámetros a evaluar.

Lo segundo es la modulación entre el apoyo y el cuestionamiento. Se trata de saber recibir, dar espacio, entregar apoyo, postergar las críticas, junto con arriesgarse a mostrar las dudas, explicítar los reparos, ahondar en lo deficitario del otro. Es un juego de aprender, artesanalmente, a sopesar las oportunidades, cuando estimular y cuando poner el dedo en la llaga, cuando escuchar con paciencia y cuando sugerir límites, interrumpir, poner luz roja.

La tercera vertiente de profundización es la transparencia, asociada, interpenetrada con la seguridad. Se procura decir todo, incluso los sentimientos negativos, pero con el cuidado de no quebrar o quebrarse, de no perder discreción, de no perturbar la confianza de terceros. La transparencia debe ir avanzando, sin que se pierda la noción de respeto a la vulnerabilidad, a la sensibilidad de cada parte y de los terceros.

La cuarta dimensión es la más clásica, el profundizar en el sentido de ganar en complejidad, en este caso, enlazado con los ritmos de cada uno, las tendencias, el momento del vínculo. Entrar a los temas tabúes, a los más angustiantes, a los más abstractos, pero con los pies firmes, hasta donde el momento lo permita.