“SOY AMIGO, LUEGO VIVO”
Marcla Latorre
Un día leí un escrito sobre la amistad, un
buen amigo me había regalado unos textos. Por esos días andaba muy afuera de
mí, complicada, tratándome mal. Cuando conecté con la sabiduría de lo que
estaba en mis manos, comprendí que así como era con mis amigos tenía que ser
conmigo. Al caer en cuenta, me llené de esperanza, mi cuerpo se distensó, mi
mente se aquietó, mi corazón se calmó.
Empecé a mirar cómo era con mis amigos y
surgía lo mejor de mí, la alegría, la creatividad, la comprensión, la compañía,
todos los mejores sentimientos brotaban en mis imágenes de amistad… eso tenía
que hacer conmigo misma!!!
Fui fortaleciendo este regalo y tomando
distancia de mi situación actual, revisando mis conflictos y poniéndolos de
diferentes maneras. Fui jugando con las preguntas y con los puntos de vista,
cómo uno lo hace ayudando a los amigos.
Eso de la sabiduría de la amistad, lo
podríamos llevar al mundo entero… por ejemplo, si en las escuelas nos enseñaran
a querernos como a nuestros amigos; si en las empresas los recursos humanos se
encargaran de recordarnos esta clave, como despertadores; si los políticos se
trataran como lo hacen con sus amigos y, mejor aún, si sintieran que todos son
sus amigos… estaríamos poniendo un manto de esperanza en nuestra inhumana forma
de relación de nuestros días.
Al experimentar la alegría por tener esta
certeza, se me acerca esta idea del pensador latinoamericano, Silo: “No eres un
bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos. Eres el
sentido del mundo y cuando aclaras tu sentido iluminas la tierra”
Creo que la sabiduría de la amistad, es
una esperanza de humanización, es una invitación a abuenarnos con nosotros
mismos, a mirarnos con amabilidad, esa actitud mágicamente se amplifica hacia
los otros, transformándonos a nosotros mismos y por ende a nuestro entorno.
El famoso “Pienso, luego existo” de Descartes, debería dejar de reinar
y, en su reemplazo, el nuevo paradigma debería ser “Soy amigo, luego vivo”.