El ´Árbol 38
Cecilia Compagon
MUERTE DE LOS ALMENDROS
Escuché tus gritos,
corrí a verte demasiado tarde,
nada pude hacer,
sólo llorar contigo
Toco tu corazón partido,
tu savia, sangre de tus venas,
se adhiere a mis manos,
y me quema el alma.
Con tu llanto sufriente
se mezclan mis lágrimas,
lágrimas de pena,
de impotencia del no hacer.
La sierra te parte en dos;
el ruido de su motor
no deja oír tus gemidos,
ni tu grito de dolor.
Los que esperan su muerte
no pueden huir,
clavados en la tierra
sólo lloran y gimen.
Erguidos y orgullosos
regalaron sus frutos,
ahora serán leña
para calentar el invierno.
.
Aquí yaces, árbol querido,
tendido en la tierra ya no respiras,
de tu cuerpo de madera
se escapó la vida.
Tus hojas ya no esparcen oxígeno,
ya no le susurran al viento
las noticias del día,
ya no me hablan de sueños
ni anhelos.
Me abrazo a tu cuerpo yerto
pensando en un día,
que espero lejano,
otro árbol cobijará mi muerte.
El llanto de los árboles me sigue,
su llanto, silencioso para otros,
está clavado en mi corazón.