viernes, 26 de agosto de 2016

Boletín Esperanza 15 segunda parte

 Boletin Esperanza 15
Segunda parte

SALUD DE LAS RELACIONES
Julio Monsalvo
“Salud de las Relaciones” sería la clave para el Buen Vivir.
 El Buen Vivir, Suma Kawsay en voz quechua, Suma Qamaña en aymará, es la “vida en plenitud en armonía entre la Humanidad y la Madre Tierra”, como muy bien lo definen los amigos Arturo Quizhpe y Kléver Calle del Ecuador.
 ¿Por qué “Salud de las Relaciones2 sería la clave?
¡Es que somos relaciones!
¿Cómo es eso que somos relaciones?
Nuestra Casa Grande es nuestro Planeta Tierra. El Planeta es un Ecosistema. Somos ecosistemas. “Eco” es casa y “Sistema” es un mundo de relaciones.
El Universo es un Todo indivisible. Estamos interconectados entre todos y con el Todo.
En otras palabras, pertenecemos a la Madre Tierra, pertenecemos al Universo, pertenecemos al Cosmos.
Es el sentimiento de pertenencia de las sabidurías ancestrales. Sentimiento de pertenencia a la Vida. ¡Somos Naturaleza!
Asimismo es la constatación de la Ciencia, especialmente de la Física Cuántica.
“En última instancia no existen las partes. Lo que llamamos una parte es simplemente una configuración en una red indivisible de relaciones”, afirma Fritjof Capra, físico cuántico que hace décadas postula el cambio del paradigma científico.
Salud de las Relaciones es la Salud de todos entre todos y con el Todo, es la Salud Integral.
La Salud Integral es componente esencial del Buen Vivir

Salud de las Relaciones con una misma/uno mismo
         Somos relaciones, somos ecosistema, somos Naturaleza. La salud de las relaciones con una misma/uno mismo es lo esencial. Sin ellas, sentipienso que son imposibles las relaciones saludables entre las personas y con la Vida misma.
         Son sentipensares personales que surgen desde múltiples vivencias en mis giros planetarios, que ya han superado la séptima década. No se trata de elucubraciones teóricas en disciplinas en las cuales no estoy formado, tales como la psicología o la sociología.
         Pertenezco a la generación de “médicos de antes” que todos los días “hacíamos domicilio”, es decir que recibíamos llamadas para asistir a las personas con problemas de salud en su propio hogar.
         Esta circunstancia laboral, que me llevaba a visitar múltiples hogares, acompañada por lo que creo una innata disposición a observar, ver y escuchar, ha hecho que registrara actitudes de franca autoagresión, independientemente de la condición económica y del nivel de instrucción
         A veces expresada en frases tales como “fumo para castigarme”, “no merezco que mi hijo me regale este viaje”, “los zapatos que compré no son tan lindos como me dicen”.
En otras oportunidades quejas por “lo que no hice o no estudié” o “por lo que me toca vivir” y otras manifestaciones que expresan un estado de ánimo de enojo y frustración.
         Como militante político, gremial y social en diversas fases de mi vida, tengo plena consciencia que las injusticias sociales, las desigualdades escandalosas y las inequidades tremendamente inhumanas, propias del sistema social, político y económico imperante que es el capitalismo, son campo propicio para que se generen todo tipo de autoagresiones.
         Por otra parte, el individualismo y la competitividad, inducen al consumismo, generando la ambición de alcanzar bienes materiales, e incluso obtener modelos corporales, que llevan a una continua insatisfacción al no alcanzar esas tan falsas como fatuas metas.
         Esta dolorosa situación hace que se puedan entender y hasta comprender a quienes se autogreden para acompañarlos con amor.
         Sin embargo, también en distintas “clases sociales” que este sistema ha generado, tengo presente a otras personas que se relacionan consigo mismas con amor, con ternura, conscientes de su valor y de sus potencialidades, inundándose de paz interior.
Esta paz interior genera una contagiosa actitud positiva en lo cotidiano, abordando con un entusiasmo creativo las adversidades, superándolas y potenciando todo lo favorable.
         Estas personas, reitero, independientemente de sus circunstancias económicas y sociales, he percibido que son seres que viven con alegremia, a pesar del sistema que propicia lo contrario.
Son las artesanas del Mundo Saludable que se está construyendo.

Salud de las Relaciones entre las personas, familias, comunidades, pueblos
La cultura dominante, el antropocentrismo, con un fuerte componente patriarcal, naturaliza el individualismo y la competitividad. Son “anti-valores”, impuestos de múltiples maneras por esta cultura.
Estos anti-valores generan conductas que se hallan en las antípodas de lo que es natural en todas las especies: cooperación, apoyo mutuo, solidaridad.
Sin embargo, es esperanzador que en todas las latitudes, se están haciendo visibles múltiples reacciones contra esta manera de vivir.
Se organizan manifestaciones contra la guerra, el terrorismo, la desaparición de personas, los muros y otras que expresan siempre solidaridad y clamor por la paz.
         Parecería que numerosas personas estuvieran tomando consciencia que es necesario vivir solidariamente, lo cual señala un camino hacia un cambio cultural.
         Una nueva cultura cuya esencia sean los valores de la solidaridad, generadores de la construcción colectiva de un nuevo sistema social y político caracterizado por el apoyo mutuo entre los seres humanos.
         Quienes estén tomando consciencia de ello, tienen la tan hermosa como poderosa herramienta del diálogo. Escuchar y expresar respetuosamente con la disposición de modificar nuestros puntos de vista, construyendo  juntos conceptos superiores.
El Otro Mundo Posible que soñamos, y que ya se está haciendo visible de diversas maneras, es un Mundo de relaciones saludables entre las personas, familias, comunidades y pueblos.
Un Mundo en donde se vivencia con alegremia y amistosofía recuperar el ser natural: cooperación, apoyo mutuo, solidaridad.

Salud de las Relaciones con todas las manifestaciones de vida
En el momento histórico que nos toca vivir estamos influidos fuertemente por la cultura dominante, antropocéntrica y con su sello patriarcal  
         Dentro del antropocentrismo, el ser humano al creerse el centro del Universo separado de la Naturaleza, y por lo tanto con potestad de controlar, dominar y explotar, es incapaz de relacionarse saludablemente con las demás manifestaciones de vida.
         A tal punto que a las manifestaciones de vida a las que nos referimos, suelo, agua, aire, flora y fauna, las llama “recursos naturales”, con toda la carga utilitarista que tiene el vocablo “recurso”.
         Por supuesto, lo reiteramos, lo esencial es la salud de las relaciones con una misma/uno mismo.
Existiendo la misma, se recupera el sentido de pertenencia a la Madre Tierra, a la Pachamama.
Si nos sentimos pertenecientes a la Naturaleza, a la Vida, nos corremos del antropocentrismo al biocentrismo.
Tomamos consciencia que todo es vida. Somos vida dentro de la Vida. Estamos interrelacionados con la flora, la fauna, el suelo, el agua, el aire…
Se genera otra ética, otras conductas que son fraternales y amorosas con toda forma de vida.
El Mundo Saludable que soñamos es un Mundo de Armonía entre la Humanidad y toda la vida en sus diversas manifestaciones.
El sueño es el Mundo del Buen Vivir.
Los sueños mueven la Historia porque nos mueven a la acción.
La imagen-horizonte que nos entusiasma es un mundo de relaciones saludables.
Una “Era Alegrémica”  en contraste con la “Era Antibiótica” que ha oscurecido a la Humanidad en estos siglos.
La Humanidad vivenciando la Alegremia Sin Fronteras.
¡Vamos hacia La Internacional de la Esperanza!
¡Hasta la Victoria  de la Vida Siempre!