jueves, 6 de junio de 2013

Conversando desde la Amistad(202)


Conversando desde la Amistad (202)
Vida y amistad
Escribe Lucy Fernández

Mi relación con la Amistad
Lucy Fernández

Mi relación con la amistad, es de siempre, probablemente venía en el ADN dado que esa característica viene de mi madre, a quién admiro profundamente. La empatía surge espontánea frente a personas que muestran su encanto, por alguna situación o tema de mi interés, lo que se da bastante frecuentemente, sintiéndome  alagada si puedo servir y a la vez contenta de sentirme a gusto con personas de intereses similares. En ese momento, mi curiosidad nada en  aguas felices, con sólo sentir esa aprobación tácita que nos dibuja una sonrisa de cómplices con el otro.
Muchos de estos encuentros casuales, se han transformado en lazos de afecto y verdadera amistad, compartiendo aunque sea esporádicamente, momentos de gran cariño, lo que hace la diferencia con lo meramente social que le da sentido a la amistad, al reconocerse como igual, con alegrías y sinsabores, descubriéndose, mirándose a los ojos, sin desconfianza, con esa cuota de espiritualidad que nos hace sentir parte del todo.
Y también estoy muy consciente que practicar la amistad es una tarea bastante más compleja que la relación de pareja, por el respeto y cariño implícito que la sostiene. A pesar de todo lo expresado, tengo una gran derrota sufrida al respecto que me dejó un extraño sabor amargo. Hace unos 10 ó más años tuve una gran desilusión con una amiga con la que compartí parte de mi vida adulta. Veníamos de vivencias muy distintas en la infancia y juventud, siendo ella de un temperamento fuerte, muy inteligente y luchadora. Nos unió el sistema laboral de nuestros maridos, que se desarrollaba en alta mar, prestándonos ayuda y colaborándonos mutuamente. Los dos eran marinos mercantes que viajaban en diferentes empresas navieras encargadas de traer y llevar mercancías desde y hacia distintas partes del mundo, por lo tanto pasábamos solas a cargo de nuestras familias por largos períodos de tiempo.   Las dos habíamos llegado a la región de Valparaíso, dejando en otras ciudades a nuestra familia de origen, motivo que nos fue uniendo y acrecentando el cariño, compartiendo gratos momentos de esparcimiento y  colaboración mutua en  labores de educación y crianza de nuestros niños, en el doble  rol que nos tocaba asumir gran parte del año, por los constantes viajes de nuestros maridos. Luego de 15 años de amistad, esta se resquebrajó a raíz de discrepancias que se fueron exacerbando y que no fuimos capaces de superar, creando en nuestras familias una nube de incomprensión que no fue fácil de abordar, debido a la estrecha red que habíamos tejido juntas  en todos esos años y que no fuimos capaces de buscar el acercamiento entre el blanco y el negro. Recordando esta experiencia, pienso que hoy tendría más opciones para manejar esta situación, aunque son dos las partes involucradas y no siempre las personas contamos con la capacidad de comprender nuestros errores, por lo tanto el gran ganador fue nuestro mutuo amor propio.
Pero si de vivencias se trata, no puedo dejar de compartir la importancia de la amistad que cobró en nuestra familia a raíz de un brutal atentado sufrido por mi hijo Francisco hace 4 años atrás.
Junto a su polola y un grupo de universitarios, viajaron a EEUU a trabajar durante las vacaciones a través del sistema Work and travel a fines de año 2008. Su regreso estaba previsto para fines de marzo, fecha en que reincorporarían a sus respectivas universidades, siendo estos planes interrumpidos por el ataque perpetrado por un ciudadano norteamericano xenofóbico, quién disparó desde la ventana de una casa en la que se encontraba reunido este grupo de chilenos, matando a dos jóvenes y dejando a tres heridos, recibiendo mi hijo una bala en la cabeza.
La consternación que produjo este hecho en nuestra familia, amistades y conocidos fue comprensible y a la vez maravillosa, desarrollándose alrededor nuestro una masiva movilización de buenos sentimientos, quedando de manifiesto la gran calidad humana de nuestras amistades. En esos momentos de profundo dolor, recibimos el cariño, solidaridad, generosidad y comprensión de tanta gente, que este hecho lamentable, se revirtió de tal forma,  convirtiéndose en el mejor referente de lo que es la amistad.  Fueron muchas las situaciones que se desencadenaron a continuación:  viaje al hospital donde permaneció 15 días en la UCI, 35 días en tierras norteamericanas para volver con él a Chile, sin visión y audición de su lado derecho por efectos de la bala, para luego irse integrando de a poco a la vida, período en que nosotros en casa buscábamos desesperadamente una forma de continuar con las cirugías y rehabilitación que requería su estado.  En esa etapa caí en una profunda depresión, ocasionada en gran parte por no visualizar la forma de afrontar los gastos de  futuros pasos médicos  que debían realizarle a su carita dañada.  En fin, hago este largo relato, para explicar que luego de 6 cirugías efectuadas hasta ahora en Chile, las que difícilmente nosotros habríamos podido costear, se realizaron a través de contactos de amigos y familiares, con quienes creamos una gran red de amor, conectándonos con profesionales e instituciones  que rearmaron estéticamente su cara, recibiendo de muchos desconocidos pertenecientes al área de la salud y las comunicaciones, el valioso aporte que requeríamos por medio de su solidaridad y comprensión, sin recibir nada a cambio más que nuestro agradecimiento y cariño.
Cuando llegan dolores profundos, pareciera que las capas en que guardamos la esencia humana, se desplomaran de un viaje, alumbrando y exhibiendo esa luz y energía divina que traíamos al nacer. Este acto brutal cometido por un ser desquiciado, tuvo reacciones tan generosas y positivas que deseo destacar  en esta oportunidad al contar mi relación con la amistad. Son actitudes que no se olvidan y que junto a Francisco, quién sólo ve y escucha por su lado izquierdo y su carita muestra una asimetría inevitable, puedo decir que él es para nuestra familia, el mejor testimonio del amor universal, expresado por tanta gente que nos entregó lo mejor de cada uno.