martes, 22 de julio de 2014

Voces del Coraje de Ser (113)


Voces del Coraje de Ser (113)
Visión de conjunto(18)
Ecología del Yo (8)
El viaje del Principito y la Rosa al País de las Maravillas
Los escondites de lo egótico.
Después de llegar  de regreso a su planeta, Antonio, también llamado el Principito, dibujó un macetero  con  una tierra generosa  y , ante  su sorpresa, alli se instaló la Rosa diciéndole con malicia: “Ahora, yo también voy a viajar. Dibuja un avión como el de ese padre espiritual que encontraste en la tierra. Nos ponemos dentro y ...yo te voy a conducir, no a otro planeta como el del vanidoso o el de la tierra, no iremos al país de las lágrimas…vamos el país de las maravillas, donde te espera Alicia. Esta vez, no veremos a otros habitantes como Dulcinea, Sancho y el Quijote…”
Antonio, emocionado, en esta ocasión no hizo   preguntas y , sin saber como ni  cuando , se encontró viajando  en el avíos que acababa de dibujar, sentado  al lado de la Rosa, quien entraba y salía de su macetero,  como  si  eso hubiera hecho durante toda su existencia.
¿No es cierto que lo encuentras natural?, peguntó la Rosa.
Confirmo que me tienes muy domesticado, contestó, feliz, Antonio.
El país  de las maravillas  ase veía a distancia como un gran bosque.
Al descender  del  avión,  los esperaba el zorro. Antonio lo abrazó, sin atinar a  pronunciar palabra, pero  su mirada era hasta demasiado expresiva. La Rosa y el zorro se saludaron como antiguos conocidos.
Pongan atención, exclamó el zorro, indicando a los árboles. Todos   parecían estar mirándolos desde inimaginables  variedades de rosas. La Rosa del planeta del Principito los saludaba, eufórica. Los árboles  se inclinaban, en son de  hospitalidad y amistad. Sí, era un país de maravillas.
Antonio, como recibiendo un ramalazo , recordó cuando  dejó a su Rosa y también aquella   ocasión en  que fue  despectivo con las otras rosas.
 Es algo esencial, dijo el zorro. A veces el crecer es como un salto: te diste cuenta de que, a pesar de tu sabiduría, tenías algo bien egótico. No tuviste paciencia  con la Rosa, descalificaste a un conjunto  de rosas de la tierra , sin que mediara nada que lo justificara…
¿Y tú no estás  resentido porque todos dan como sabio a Antonio y no  a ti,? preguntó la Rosa, con tono cercano, casi maternal.
Peor , todavía, dijo el zorro, me cuesta ver  en los humanos algo más que nefastos cazadores,  avaros con sus gallinas. Evidentemente es mi yocito, son más que aquello..-
Entonces , apareció Alicia…(Continuará)