Voces del Coraje de Ser (113)
Visión de conjunto(18)
Ecología
del Yo (8)
El viaje del Principito y la Rosa al País de las Maravillas
Los escondites de lo egótico.
Después de llegar de
regreso a su planeta, Antonio, también llamado el Principito, dibujó un
macetero con una tierra generosa y , ante su sorpresa, alli se instaló la Rosa diciéndole con malicia:
“Ahora, yo también voy a viajar. Dibuja un avión como el de ese padre
espiritual que encontraste en la tierra. Nos ponemos dentro y ...yo te voy a
conducir, no a otro planeta como el del vanidoso o el de la tierra, no iremos
al país de las lágrimas…vamos el país de las maravillas, donde te espera
Alicia. Esta vez, no veremos a otros habitantes como Dulcinea, Sancho y el
Quijote…”
Antonio, emocionado, en esta ocasión no hizo preguntas y , sin saber como ni cuando , se encontró viajando en el avíos que acababa de dibujar,
sentado al lado de la Rosa, quien
entraba y salía de su macetero,
como si eso hubiera hecho durante toda su
existencia.
¿No es cierto que lo encuentras natural?, peguntó la Rosa.
Confirmo que me tienes muy domesticado, contestó, feliz, Antonio.
El país de las
maravillas ase veía a distancia
como un gran bosque.
Al descender del avión, los esperaba el zorro. Antonio lo abrazó, sin atinar a pronunciar palabra, pero su mirada era hasta demasiado expresiva.
La Rosa y el zorro se saludaron como antiguos conocidos.
Pongan atención, exclamó el zorro, indicando a los árboles. Todos parecían estar mirándolos desde
inimaginables variedades de rosas.
La Rosa del planeta del Principito los saludaba, eufórica. Los árboles se inclinaban, en son de hospitalidad y amistad. Sí, era un país
de maravillas.
Antonio, como recibiendo un ramalazo , recordó cuando dejó a su Rosa y también aquella ocasión en que fue despectivo con las otras rosas.
Es algo esencial, dijo el
zorro. A veces el crecer es como un salto: te diste cuenta de que, a pesar de
tu sabiduría, tenías algo bien egótico. No tuviste paciencia con la Rosa, descalificaste a un
conjunto de rosas de la tierra ,
sin que mediara nada que lo justificara…
¿Y tú no estás resentido
porque todos dan como sabio a Antonio y no a ti,? preguntó la Rosa, con tono cercano, casi maternal.
Peor , todavía, dijo el zorro, me cuesta ver en los humanos algo más que nefastos cazadores, avaros con sus gallinas. Evidentemente
es mi yocito, son más que aquello..-
Entonces , apareció Alicia…(Continuará)