lunes, 7 de noviembre de 2016

Editorial CoIncidir 33

REVISTA CO  INCIDIR
Noviembre 2016

Saludo Inicial
Sofía Orellana


PENSAR – PESAR

El hombre tiene algo que le permite hacer cosas o realizar actos que el animal no puede, algo que le permite influir sobre la actividad de su cuerpo, controlando a su voluntad toda una serie de funciones que a su vez influyen sobre el resto. El hombre puede controlar su cuerpo, todo su cuerpo directa e indirectamente. Luego, un ser humano es más que su cuerpo, tiene una parte adicional que le diferencia esencialmente de los animales. Dicha parte se llama Mente y su función es una sola: pensar.
La mente no es el cerebro, hasta el momento es un misterio el área donde se localiza. Si alguna vez ello ocurriera, se tendría que separar las funciones puramente físicas del sistema nervioso de las funciones psíquicas. Se sabe que existe por sus funciones. Es un hecho innegable que la mente realiza procesos que el cuerpo no puede realizar. Es un hecho incuestionable que al elegir un curso de acción entre dos alternativas, se está realizando una función que ningún otro ser existente puede realizar. Es una hecho no cuestionado que la elección supone la libertad de elegir. La vida depende de que la mente realice con igual precisión que el cuerpo las funciones que le son propias. Estas funciones permiten hacer lo mínimo y lo máximo, hasta llegar a un verdadero arte y caben en un solo verbo: pensar.
En un juego muy personal elijo una palabra y luego le resto una letra, o dicha palabra la coloco de atrás para adelante. Luego busco el concepto del  nuevo vocablo.

Elegí la palabra PENSAR y al quitar la letra N quedó PESAR.

El interrogante: ¿hay relación entre ellas, coinciden en algo ambos conceptos?

Así comienza  este análisis.
Pensar es relacionar cosas subjetivas como sacar ideas, ordenar algo confuso, imaginar, preparar una acción, etc. Pero, ¿qué puede pesar dentro de la intangibilidad de un pensamiento?
Nunca había unido mi pensamiento a este hecho, de mucho valor en nuestra vida que es como una columna que nos sostiene.
El pensar y el pesar tiene una dualidad que puede ser positiva o negativa, según la internalicemos.
El cuerpo que ocupamos en la vida ocupa un lugar en el espacio, tiene volumen y se pesa para saber la cantidad de su contenido y darle un valor (de mucho peso o liviano). Pero, ¿Cómo peso mis ideas y pensamientos? Ellas también se pesan (se ponderan, 3ª. acepción: eas livianas y pensamientos de mucho peso) y dan como resultados las acciones.

Segunda acepción:
Examinar con atención o considerar con prudencia las razones de algo para hacer juicio de ello.
Si estas ideas y pensamientos son positivos serán provechosas: si son negativas sólo cooperarán causando penas y desolación para alguien.

Octava acepción: causar arrepentimiento o dolor.
Para el pensar, positivo o negativo hay que realizar una fuerza vibratoria que mueva y dé forma al pensamiento. Las positivas llevarán a creaciones o actuaciones positivas, como el amor, la fraternidad, la caridad, la solidaridad, la tolerancia y otros valores y virtudes.
Los pensamientos negativos sólo producirán desorden, frustración y traerán consigo la pasión y la destrucción. Estos dos estados, uno de carácter espiritual y el otro de carácter pasional e incontrolable, convergen en una figura llamada Cuerpo.
Aquí aparecen nuevos personajes en escena. Esta trilogía se apoya en la Conciencia, que es la columna vertebral de la parte espiritual del hombre; una conciencia ética que opta por el bien mantiene recto el pensar. Pero como el ser humano no conoce mucho de sí (conócete a ti mismo) la vida enseña por medio de las sensaciones que experimentan los sentidos.
Se aprende que la alegría, la alegremia, es como un resorte que se mueve en el engranaje del tiempo y de la vida. Se aprende que la amistad, amistosofía, es un ahora que habita en dos mundos y que la unión perdurará si se mantienen abiertas las ventanas al azul del cielo.
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PENSAR – PESAR - ACTUAR