sábado, 29 de septiembre de 2012

Conversando sobre la Amistad (361)


Conversando sobre la Amistad(361)
La Amistad con  el dolor del otro
El Silencio que grita
Libro de Matías Cepeda, publicado por” Alegremia”
Un capítulo que nos interpela ante la vivencia de otro ser humano en una situación límite permanente y frente a la  tremenda responsabilidad de la educación , la formal y la del curriculum oculto de la vida cotidiana, de las recreaciones, de la amistad…

CAPÍTULO 3




                             LA ESCUELA EN EL SILENCIO





      Nunca entendí por qué no podía ir a la escuela como mi hermano. Sin palabras no podían  saber que yo tenía una inteligencia normal. Si hubiera podido hablar, hubieran podido saber.
    Entonces un día, sin entender muy bien lo que pasaba, me dijeron: “Matías, vas a empezar a ir a una Escuela Especial”.   Porqué era especial, no me dijeron.
     El primer día que fui observé que no teníamos el mismo guardapolvo blanco que usaba mi hermano para ir a la escuela y que no éramos muchos alumnos.
     Aún sin entender qué era eso de especial, tenía ganas de aprender, sabía que para eso era la escuela. 
      Los primeros  años fui con Mirta, mi amiga, su presencia hizo que este tiempo fuera un poco más feliz. Mirta era mi maestra y la de mis amigos, sentíamos alegría con su presencia, ella podía interpretar nuestras necesidades mejor que cualquiera, ella sí creía en nosotros.  Hubo un profesor de taller que me hizo sentir que yo era un alumno más. Él me enseño. Cada vez que iba al taller me alegraba mucho,  porque ahí también aprendía.
    Si este tiempo de escuela hubiera sido como las clases de taller, hubiera sido un tiempo agradable, pero sin creer que el otro puede aprender no se pude enseñar.
     Personas como yo con este cuerpo y sin una voz propia no tienen lugar en escuelas como esta, sus maestros no pueden entender que somos algo más que un cuerpo mirando el piso, que tenemos inteligencia, que pensamos y que decidimos por nosotros mismos.
    Toda relación implica respetar al otro tal como es sin sentirse superior y entre el alumno y el maestro esto debería ser así también.
    Siempre quise ir a la misma escuela de mi hermano, tuve que aceptar in a una escuela que decían era especial pero cada día que pasaba mi alegría se perdía.
       Tuve tiempo de enojos muy fuertes. Fue muy triste para mí que no entendieran que yo no quería ir.
    Quien sabe la verdad de nuestros sentimientos si la voz no existe en nosotros.
   Esos momentos de escuela dejaron en mis recuerdos muy dolorosos.