Conversando desde la Amistad (187)
La eterna juventud, un anhelo perdurable
Nuestra Giganta y nuestra
Jurasi
Para el ser humano hay grandes tensiones existenciales. Una , muy
importante ,es que nada permanece, el tiempo es impla cable . Sigue
su marcham impertérrito , para
los afortunados y para
quienes no lo son tanto La vida tiene momentos altos
, significativos, y., sin embargo,
todo llega “ a ese mar, que es el morir...”Más allá de los momentos,
están los período de la vida y ,en ellos , el más querido, la juventud, que , “divino tesoro…” también “se va para no volver…”
Se da un anhelo de eterna
juventud. La mitología clásica lo refleja. Hebe, hija de Hera y Zeus, era la
diosa de la juventud. Zeus, padre patriarcal, le daba la función de servir el
néctar a la concurrencia del Olimpo. La juventud debía facilitar la plenitud de la vida…Por desgracia, en una ocasión, Hebe tropezó y derramó el néctar. Eso no era perdonable. Zeus le retiró la
responsabilidad y nombró en su reemplazo a Ganímedes, su amor oscuro. Hera, compadecida,
protectora, le dio la función de preparar su coche viajero. Más importante que ello, matriarca al fín , la hizo esposa de Hércules , recién llegado al
Olimpo. Un símbolo: la
juventud eterna une la gracia , la responsabilidad y el
vigor,
Los seres humanos siempre
han buscado un medio , una fuente de perdurable juventud. Los griegos la conocieron : la ninfa Juventa fue convertida ,por Zeus omnipotente, en
la fuente Juventa,
Juventud permanente e inmortalidad son cosas diferentes Lo dió a entender Aldous Huxley , en “Viejo muere el
cisne. “ Está presente en la
experiencia de Eos, la Aurora, la
de los dedos rosados. Enamorada de Titón, Eos le solicitó a
Zeus que lo hiciera inmortal. El
padre de los dioses accedió a
ello, ya que convenía a su
política de alianzas. Titón tenia el don de la inmortalidad, pero no el de mantener la juventud. Envejeció ,como malquiera
de nosotros. Siguíó la marcha en
edades inimaginables, se fué empequeñeciéndose,
Llegó a ser tan pequeño que Eos optó por tenerlo en su habitación,
convertido en cigarra,
En todas las èpocas e
imaginaciones ha estadio presente
este anhelo de eterna juventud, y
la búsqueda de su fuente, Chinos e
Hindúes buscaron ,incansables, el
oro maravilloso que podría otorgarla. El español Ponce de León pretendía hacer expediciones para mayor gloria
del rey de España, mientras
recorría Florida en
búsqueda de Juvencia ,
la legendaria fuente de la
juventud.
En Rapa Nui, Isla de Pascua,
existe Vai-a -Heba,
una cabeza gigante en cuya boca descomunal se acumula agua de lluvla , portadora de la eterna juventud.
En Chile continental, en el norte, en Tarapacá, cerca de Putre,se
encentran las Ternas de Jurasi .Detrás
de ellas hay una historia. Entre otros y otras, lo supo Oreste Plath.
Lo sabe Margarita
Ovalle.
En las inmediaciones vivía, reinaba , una princesa incaica, una Ñusca.
La princesa , muy en
secreto, se bañaba en esas
aguas y ello se asociaba a que se
mantuviera no sólo por
años, por siglos ,
maravillosamente joven y hermosa, Tanto así, que tuvo muchos maridos, a quienes acompañaba hasta la extrema vejez y la
muerte, Ello, como si no corriera el tiempo ni actuara el ADN, Se
mantenía plena, joven reinante y
radiante, Ella tenía
ascendencia incásica y, por lo tanto ,divina. El sentido común admitía que le podrían
pasar cosas extraordinarias.
En una ocasión , se apiadó
de un pobre niño huérfano y lo adoptó y protegió . El menor creció y se fue mostrando fuerte hermoso, sumamente atractivo en lo físico y en el trato. Estando ella viuda y él en pleno apogeo de la
juventud, ella lo adoptó como marido y él no sólo acató, sino que se mostró muy complacido.
Pasó el tiempo, Al nuevo
marido le empezó a
entrar la curiosidad, Su esposa no
cambiaba, él se veía mayor. Ella
era siempre la misma y…había
tenido tantos maridos,
tantos súbditos…
Inquieto, pasó de los
devaneos de incertidumbre a la observación. Constató que su mujer salía
de noche , en secreto, con rumbo desconocido, para reintegrarse, silenciosa,
presuntamente inadvertida. En una ocasión, decidió seguirla, con la cautela del caso. La vió
entrar a ias aguas termales, desnuda, espléndida. Regresó, se hizo el dormido.
Esperanzado, encontró el horario adecuado, discreto, para llevar a cabo sus propios baños.
Ocurrió lo que suponía. Dejó de envejecer, parecía que el tiempo
hacía sus
menesteres sin tomarlo en consideración.
Esta vez fue la princesa,
la Ñusta, quien observó, se inquietó,
investigó, descubrió ,actuó. En consecuencia, siguió a su martido, lo
vió bañarse y,,, vivió una
explosión de ira. Fuera de sí,
gritó Jurasi, Jurasi, hirviendo,
hirviendo, con tal
convicción, con tal vehemencia,
que el agua se calentó al máximom, en
forma instantánea. Su esposo ,
aterrorizado ,no alcanzó a salír .
Murió quemado,
La princesa había vuelto a
quedar viuda ; esta
vez sin disfrutar del dulce acompañar un otoño humano.
La historia tiene un final
doblemente triste, El agua bienhechor, o rito ,de los baños . Le correspondió envejecer y morir cono sus esposos, como sus súbditos, como es la suerte de todas y todos mientras no se encuentre a Juventa o algún grito
apasionado despierte la magia de Jurasi o la de la giganta de Rapa
Nui.