martes, 21 de mayo de 2013

Conversando desde la Amistad(187)


Conversando desde la Amistad (187)

La eterna juventud, un anhelo perdurable
Nuestra  Giganta y nuestra Jurasi
Para el ser humano hay grandes tensiones existenciales. Una , muy importante ,es que nada permanece, el tiempo es  impla cable . Sigue  su marcham impertérrito , para  los afortunados y para  quienes no lo son tanto La vida tiene  momentos  altos , significativos, y., sin embargo,  todo llega “ a ese mar, que es el morir...”Más allá de los momentos, están los período de la vida y ,en ellos , el más  querido, la juventud, que , “divino tesoro…” también  “se va para no volver…”
Se da un anhelo  de eterna juventud. La mitología clásica lo refleja. Hebe, hija de Hera y Zeus, era la diosa de la juventud. Zeus, padre patriarcal, le daba la función de servir el néctar a la concurrencia del Olimpo. La juventud debía  facilitar  la plenitud de la vida…Por desgracia, en una ocasión, Hebe  tropezó y derramó el néctar. Eso  no era perdonable. Zeus le retiró la responsabilidad y nombró en su reemplazo a Ganímedes, su amor  oscuro. Hera, compadecida, protectora,  le dio  la función de preparar  su coche viajero. Más importante   que ello,  matriarca  al fín , la hizo esposa de Hércules , recién llegado al Olimpo. Un símbolo: la  juventud  eterna  une la gracia , la responsabilidad y el vigor,
Los seres humanos siempre  han buscado  un medio  , una fuente de  perdurable juventud. Los griegos  la conocieron : la ninfa  Juventa fue convertida  ,por Zeus  omnipotente, en  la fuente  Juventa,
Juventud  permanente  e inmortalidad son cosas  diferentes Lo dió a entender  Aldous Huxley , en “Viejo muere el cisne. “ Está  presente en la experiencia  de Eos, la Aurora, la de los dedos  rosados.  Enamorada de Titón, Eos le solicitó a Zeus que lo hiciera  inmortal. El padre de los dioses  accedió a ello, ya que  convenía a su política de alianzas. Titón tenia el don de la   inmortalidad, pero no  el de mantener la juventud. Envejeció ,como malquiera de  nosotros. Siguíó la marcha en edades  inimaginables, se fué empequeñeciéndose, Llegó  a ser tan pequeño  que  Eos  optó  por tenerlo en su habitación, convertido en cigarra,
En todas las èpocas  e imaginaciones  ha estadio presente este anhelo de eterna  juventud, y la búsqueda  de su fuente, Chinos e Hindúes  buscaron ,incansables, el oro  maravilloso que podría   otorgarla. El  español Ponce de León pretendía  hacer expediciones   para  mayor  gloria del rey de España, mientras  recorría   Florida en búsqueda    de Juvencia , la  legendaria fuente de la juventud.
En Rapa Nui, Isla de Pascua,  existe  Vai-a -Heba, una  cabeza gigante  en cuya  boca descomunal se acumula agua de lluvla  , portadora de la eterna juventud.
En Chile continental, en el norte, en Tarapacá, cerca de Putre,se encentran las Ternas de Jurasi .Detrás  de ellas hay una historia. Entre otros y otras, lo supo Oreste Plath. Lo  sabe  Margarita  Ovalle.
En las inmediaciones vivía, reinaba , una princesa incaica, una Ñusca.
 La princesa , muy en secreto,   se bañaba en esas aguas y  ello se asociaba a que se mantuviera    no sólo por años, por siglos ,  maravillosamente joven y hermosa, Tanto así, que    tuvo  muchos     maridos, a quienes acompañaba   hasta la extrema vejez y la muerte, Ello,  como si  no corriera el tiempo ni actuara  el  ADN,  Se mantenía plena, joven  reinante y radiante, Ella tenía   ascendencia incásica y, por lo tanto ,divina.   El sentido común admitía   que le podrían  pasar cosas extraordinarias.
En  una ocasión , se apiadó de un pobre niño  huérfano  y   lo adoptó y protegió . El menor creció   y se fue  mostrando   fuerte hermoso,   sumamente atractivo en lo físico y  en el trato. Estando ella  viuda y él en pleno apogeo de la juventud, ella  lo adoptó    como marido y él  no sólo  acató, sino que se mostró muy complacido.
Pasó el tiempo, Al  nuevo marido    le empezó a entrar la curiosidad, Su esposa  no cambiaba,  él se veía mayor. Ella era siempre la misma y…había  tenido tantos  maridos, tantos  súbditos…
Inquieto, pasó  de los devaneos de incertidumbre a la observación.  Constató que  su  mujer salía de noche , en secreto, con rumbo desconocido, para reintegrarse, silenciosa, presuntamente inadvertida. En una ocasión, decidió    seguirla, con la cautela del caso. La vió entrar  a ias aguas  termales, desnuda, espléndida.  Regresó, se hizo el dormido. Esperanzado, encontró el horario adecuado, discreto, para  llevar a cabo  sus propios baños.
Ocurrió lo que suponía. Dejó de envejecer,  parecía que el tiempo  hacía    sus menesteres  sin   tomarlo en consideración.
Esta  vez fue la princesa, la Ñusta, quien  observó,   se  inquietó,  investigó, descubrió ,actuó. En consecuencia, siguió a su martido, lo vió bañarse y,,,  vivió una explosión de ira.  Fuera de sí, gritó  Jurasi, Jurasi, hirviendo, hirviendo, con tal   convicción, con tal vehemencia,  que  el agua   se calentó al máximom, en forma  instantánea. Su esposo , aterrorizado ,no  alcanzó a salír . Murió quemado,
La princesa había vuelto a  quedar   viuda ; esta vez   sin  disfrutar del  dulce acompañar un otoño humano.
La historia tiene un final  doblemente triste, El agua    bienhechor, o rito ,de los baños .  Le correspondió    envejecer y morir cono  sus esposos, como  sus súbditos, como   es la suerte de todas  y todos mientras no se encuentre a  Juventa  o  algún grito apasionado   despierte la  magia de Jurasi o  la de la  giganta de  Rapa Nui.