domingo, 28 de febrero de 2016

Desarrollo Personal y Cambio Cultural 28

      Desarrollo Personal  y Cambio Cultural  28
                   
LA DISPONIBILIDAD COMO ESPIRITUALIDAD,ACCION SOCIAL Y SALUD.

Una intervención de hace 30 años.

Del Seminario Espiritualidad  y Acción Social, llevado  ac abo en Santuago en  Abril de 1986, con  motivo de la visita  a Chile de   Vimala Thakar .
En el Seminario participaron,también,Sara Larraín, Álvaro García,Luis Razeto,Gilda Howard,Cecilia Dockendorff,Georgina Aceituno,Ricardo Hevia y Jore Osorio.




     Amigos y amigas, reconozco que me ha sido difícil elegir una forma de expresar lo que les quiero comunicar: pensaba hacer algo así como una meditación, luego supuse que podría hacer una invitación a una discusión a partir de unas preguntas, y finalmente, me decidí por traerles un texto.

     En los textos muchas veces se empieza con una especie de resumen, “abstract” se llama en las publicaciones científicas.  Mi abstract seria contarles un dialogo con un amigo, un amigo que tiene 4 años; podríamos llamarlo Pedrito.(1)  Me dice el amigo: “fíjate que los grandes retan y los chicos juegan.  Y los chicos juegan cuando los grandes no los retan”, eso lo dijo como parte de una serie de reflexiones.  Y yo pienso que mi tema, que es disponibilidad, tiene algo que ver con esto de que en general tenemos que lidiar con los retos cuando nos gustaría jugar.  Estamos frente a esta contradicción, la necesidad de fluidez, de disponibilidad, y las limitaciones.  Y la necesidad, cuando ya no somos chicos, de darnos cuenta que existen estas limitaciones y hacernos cargo entonces de nuestro proyecto, de nuestra vida.  Siempre, en estas conversaciones con Pedrito, aparecen otro tipo de reflexiones que de alguna manera pueden ayudarnos también a nosotros.  Por ejemplo, me decía a propósito de una excursión en los cerros que lo tenia realmente muy comprometido, conmovido: “Yo no sé si esto es verdad o sueño”.  Es la edad en que esas cosas se pueden decir, y yo pienso que una manera de poder prestarse a jugar a la disponibilidad, a asumir que hay retos pero, que a pesar de los retos, uno puede tomar la vida gozosamente y cooperativamente, es pensar que, sea sueño o no sea sueño, nosotros podemos vivir la vida intensamente, grupalmente y solidariamente.  Eso es un poco el resumen de lo que les quiero decir.  El trabajo se llama “La disponibilidad como espiritualidad, acción social y salud”.  Estoy suponiendo que salud, acción social y espiritualidad, en el fondo son lo mismo y estoy asociándolos a esta noción de disponibilidad.


     1.- El sentido y la salud humana.


     En un periodo de crisis profunda es necesario mirar hacia lo más radical, el problema del sentido de la vida de todos  nosotros.  Ello se enlaza con algo muy familiar y muy valorado, la salud.

     Para cada persona y para todos los humanos, la salud coincide con el sentido del ser humano, de ser humanos, con su situación peculiar, su puesto en el cosmos.  El ser humano es aquella parte del universo que introduce conciencia y renovación, sin dejar de ser parte de la naturaleza, de tener limites, como el resto de la naturaleza.


     Ser humano es ser incapaz de escapar a la muerte, de enfrentar permanentemente riesgos.  Es, también, ser muy diferenciado, capaz de conocer y conocerse, de transformar la materia y las relaciones sociales.


     El ser humano no es autónomo, es necesitado, requiere buscar sentido.  Al mismo tiempo, sabe, crea, produce sentido.  Se busca y se hace el amor.  Se hace y se busca la belleza.  Se indaga detrás de la verdad, mientras cada vida, cada momento humano da a luz nuevas verdades.


     Este equilibrio, tensión, entre la autosuficiencia gozosa, innovadora y la penuria de no ser autor final de sí y de sus circunstancias, señala lo contradictorio, la ambigüedad, la crisis estructural del hombre.


  

 2.El estado de salud-enfermedad de la humanidad actual.


     El desarrollo de la salud, de las capacidades del ser humano, ha sido brillante y acelerado hasta lo increíble pero parcial, desgarrado.


     Alguien desaparecido hace cien años, es decir nada en los dos millones, 50 mil o 5 mil años de la historia del ser humano, según que línea divisoria establezcamos, alguien que hubiera conocido bien el mundo, no podría salir de su asombro ante la reducción de las distancias y la uniformacion de los estilos de vida.  Le seria muy difícil sentirse familiar con la computadora y el telex, la información inmediata sobre cualquier lugar de la tierra, la ruptura de los limites de la gravedad, de la intimidad del átomo, de la célula orgánica y del inconsciente.


     La misma persona, e incluso otra desaparecida hace 2 mil años, no vería, sin embargo, grandes diferencias en las relaciones entre los  seres humanos o en la dinámica de sus emociones individuales.  No le extrañaría demasiado la agresividad, la codicia, la ansiedad, la competencia, la estrechez de miras generalizada.


     Esta fantasía nos llevo a señalar una distorsion en el desarrollo de la humanidad, un desfase.  La bullente, dinámica, acción sobre las cosas, en revolución permanente, ha primado sobre un cambio potencial del ser humano, consigo mismo y con los otros.  Esta transformación ha sido lenta, tal vez imperceptible, en la escala de estos dos milenios.


     En las relaciones con la naturaleza, las cosas, la tecnología, las creencias objetivas, hay autoria, manejo certero y, a la vez, explosivo, rapidisimo.  En torno al tema del propio ser humano, existe autoritarismo, miedo a lo humano, encierro en los bordes de las relaciones de dominación, de lo solamente objetivo, lo externo, de los prejuicios, de los grupos con que cada uno se identifica.


     Interpretamos esta enfermedad colectiva, esta patología del desarrollo, como una expresión infantil de una búsqueda de seguridad en el dialogo previsible con las cosas, en desmedro de la apertura a lo originario, abierto, irrepetible, de las relaciones humanas significativas.  El ser humano se tiene miedo a sí mismo y, sin embargo, confía en sus relaciones con las cosas.


     Falta asumir mas plenamente la contradicción debilidad-grandeza del ser humano.  En el corazón de ella puede encontrarse una posibilidad de acceder a la salud, de identificación colectiva, humano con humano, capaz de contribuir de dejar atrás el autoritarismo, la infancia colectiva, y hacerse cargo del proyecto humano global, la creación de una realidad humanizada, mas allá de la mera producción de objetos o informaciones.

1) Ese amigo tiene  ahora otro nombre,está en la treintena y, como es de suponer, es un distinguido psicólogo.