viernes, 3 de abril de 2015

Lo Cotidiano y lo Universal 25


    Lo Cotidiano y lo Universal 25
(La nota 26 se instaló ayer  como Pedrita  por su casa)
Entrando en el tema de ir más allá de las síntomas de  nuestros problemas con la naturaleza y con la conducta humana en el proceso de tomar  como una  oportunidad la crisis   actual,  con el fuego en el sur  frío , el agua en el norte  próximo al desierto,  la probidad de la clase política,  supuesta portadora de una visión y un proyecto de país, nos interesa tocar un punto visible de la discusión actual  de la práctica política, de la vida cotidiana.
 Se trata  de un tema de la ecología del yo,  de la ética, del ser humano.
 Es la tendencia a defenderse y a exaltarse a sí mismo y a sus lealtades, junto  con descalificar a otros.
Es decir, falta de autocrítica y alta egoemia.  El narcisismo personal, de grupo, de causa, .la egolatría, el sectarismo.
 La fábula La Alforja de La Fontaine, es un buen medio para promocionar una conversación  sobre ello.

Dijo un día Júpiter
“Comparezcan a los pies de mi trono los seres todos que pueblan el mundo. Si en su naturaleza encuentran alguna falta, díganlo sin empacho: yo pondré remedio. Venid, señor Mono, hablad primero; razón tenéis para este privilegio. Ved los demás animales; comparad sus perfecciones con las vuestras: ¿estáis contento?
-¿Por qué no? ¿No tengo cuatro pies, lo mismo que lo demás? No puedo quejarme de mi estampa; no soy como el Oso, que parece medio esbozado nada más.”
Llegaba, en esto, el Oso, y creyeron todos que iban a oír largas lamentaciones. Nada de eso; se alabó mucho de su buena figura; y se extendió en comentarios sobre el Elefante, diciendo que no sería malo alargarle la cola y recortarle las orejas; y que tenía un corpachón informe y feo.

El Elefante, a su vez, a pesar de la fama que goza de sesudo, dijo cosas parecidas: opinó que la señora Ballena era demasiado corpulenta. La Hormiga, por lo contrario, tachó al pulgón de diminuto.

Júpiter, al ver cómo se criticaban unos a otros, los despidió a todos, satisfecho de ellos. Pero entre los más desjuiciados, se dio a conocer nuestra humana especie. Linces para atisbar los flacos de nuestros semejantes; topos para los nuestros, nos lo dispensamos todo, y a los demás nada.
El Hacedor Supremo nos dio a todos los hombres , tanto los de antaño como los de ogaño, un par de alforjas: la de atrás para los defectos propios; la de adelante para los ajenos

Samaniego da su versión de la fábula  Alforja en forma muy sintética
           En una Alforja al hombro

Llevo los vicios:

Los ajenos delante,

Detrás los míos.

Esto hacen todos; 

Así ven los ajenos,

Mas no los propios.