jueves, 26 de marzo de 2015

Lo Cotidiano y lo Universal 18


Lo Cotidiano y lo Universal 18
Los encuentros entre Alicia y el Principito van siendo cotidianos, sin dejar   de ser universales.
 "Encuentro entre un príncipe y una pequeña Alicia",

 Una experiencia de María Inés Prado, del grupo de Guías poéticos de  Isla Negra., en viaje a Isla Negra, el 5 de Enero de  este año
 La autora se presenta sucintamente como:
                    Borda cuentos
                   Pinta sueños...

Introducción
Vivo en un mundo de maravillas, entre espejos cóncavos, convexos  y de tres lunas, lleno de alucinaciones producidas no por hongos sino, entre otras cosas,  por esquizofrénicos programas de televisión que valen lo mismo, haciéndome sentir muy, muy pequeña a veces, mirando hacia lo alto a todos, al percibirlos muy superiores a mí no sólo en tamaño sino en habilidades e inteligencia.

En otras ocasiones me agrando y miro por sobre el hombro a los demás, pensándolos  y tratándolos como viles insectos, algunos de los cuales merecerían ser aplastados bajo mis pies.

En un trabajo arduo he logrado reírme del carácter altanero y de las amenazas de la reina de corazones y ya no me asustan los lagartos ni lagartijas, ni me seducen como antes las sonrisas de ningún gato.

…Y he podido jugar a perseguir conejos blancos y rosados.
 La experiencia
En contacto con mis pares. compartiendo tiempo y experiencias y apoyados por nuestro mentor, trato de apartar de mi cotidianeidad estas alucinaciones y semanalmente viajo los lunes en bus de Santiago a Isla Negra.

Hace unas semanas me tocó un compañero de viaje bastante especial, experiencia sobre la cual me gustaría compartir con ustedes mi asombro.

Una risa cantarina me hizo reparar en quien estaba sentado a mi lado. Feliz porque había Wi Fi hacía funcionar su tablet, pero saliendo del terminal éste se esfumó y en lugar de molestarse me explicó algunos juegos y luego me dijo que jugaba con la tablet  ya que olvidó traer su libro.

A mí me gusta leer, agregó muy serio, leo en las noches y también cuando me despierto antes que mi familia. Yo leo mucho, ¿Conoce usted a la Gabriela Mistral?, tiene poesías muy bonitas, “Las estrellas son rondas de niñas, jugando a la tierra abrazar”, me la sabía cuando era más chico, a los 4 a 5 años, ya se me olvidó el resto. ¿Sabe usted?, yo me llamo Gabriel, señaló con orgullo.

Me contó que tenía todos los libros de Papelucho, y que en el colegio le hacían leer libros demasiado infantiles, me gustan los libros para mayores de diez años.

¿Y qué edad tienes? Pregunté.

Yo tengo una década, Y mirándome a los ojos, inocente, contra preguntó ¿Cuántas décadas tiene usted?.  Nunca me habían preguntado la edad de esa atractiva manera, al responderle que siete- que me suena bastante más fácil que decir setenta- señaló que él conoce una abuelita que tiene cien años. Ella está muy enferma y sufre mucho, mi mamá quiere que cuando ella esté tan enferma le pongan morfina y la dejen partir.

¿Y ahora vas donde tu abuelita?

Sí, voy a Cartagena donde una abuelita que todos los años le arrienda una cabaña a mi papá. Mi papá es técnico, ¿sabe?, él trabaja muy bien, gana bastante dinero, yo quiero ser técnico como él, Yo quiero estudiar en un Instituto, no quiero estudiar tantos años. Aunque a mí me gusta mucho la literatura y quizás siga periodismo.

Vivaz, locuaz y precioso, su carita redonda y sus  inmensos ojos negros e inteligentes me cautivaron, recordándome a otro muchachito con esas condiciones pero con ojos azules que  sentí me acompañó todo el trayecto.

Se me hizo muy breve el viaje y llegué alegre a destino, confiando en que con muchachitos como él, tan amplios de mente habrá un futuro mejor para nuestro mundo.