domingo, 17 de enero de 2016

Apuntes de Amistosofía 23


Apuntes de Amistosofía 23
El fantasma de la humanización
Un fantasma recorre un mundo donde parece andar, con prisa inaudita, la densa realidad del consumo, el poder y el deslumbramiento por las innovaciones tecnológicas.
Es el fantasma de una nueva mirada y una nueva forma de vivir, convivir y apreciar la existencia.
Es el fantasma del Cuidado y es el fantasma de Amistad.
Es el fantasma de la transformación, la del intervenir en la evolución, del asumir el paradigma de la coexistencia activa, de la integración, de la complejidad, de la salud integral, de la educación integral, de los derechos y responsabilidades integrales, de la integración de la ecología ambiental, la social, la subjetiva, la del yo... la del desarrollo de lo más humano de lo humano.
El fantasma de hacerse cargo de nuestra identidad como especie, de seres finitos con vocación por cooperar con la vida, de especie que vive el cuidado.
El fantasma del llegar al yo-tú, al diálogo de confianza en la coexistencia, en el ser iguales y diferentes, en el encontrarse y complementarse.
El fantasma de la amistad profunda. El fantasma del Cuidado.
Es una inquietud, es un anhelo que empieza a vislumbrarse porque cada vez son más quienes buscan, quienes empiezan a caminar, muy resueltos o a tientas, por sendas de cambio, a través de la ciencia o la filosofía, del espiritualidad, lo poético o la acción social.
Hay quienes han llegado a la conciencia y la práctica de una misión: trabajar por hacerse dignos de la condición humana, por su desarrollo y por favorecer el desarrollo de otros, por asumir la misión de cambiar el paradigma vigente, por llevar los anhelos, los sueños, a la realidad.
La tarea incluye el aceptar que se trata de una minoría avanzada, crítica, realizadora y propositiva.
Una minoría con trayectorias y presentes muy diversos.
Una minoría que debe enfrentar la realidad de que el sentido común dominante sigue siendo otro, individualista, de miras estrechas. Incluso, en parte en los cercanos, incluso, en cierto grado, en quienes dedican su vida al cambio de vida y de la conciencia.
En la resistencia alemana en tiempos del nazismo se repetía una palabra de un texto de Rilke: resistir.
Ese resistir se llama, hoy, de diversas maneras. Una de ellas, una forman de resiliencia, es dialogar.
Dialogar dentro de cada persona, con las relaciones significativas, con las personas agrupaciones y tendencias cercanas. Y con las que no son tanto.
Dialogar, es decir llevar a la práctica el nuevo paradigma, aquí y ahora.
Dialogar, ir haciendo difusas las fronteras dentro y fuera de la minoría, muy diversa, que cree y vive desde la perspectiva que está en los anhelos de muchos. La perspectiva que todavía es un fantasma.