domingo, 4 de noviembre de 2018

Peqpodias 3


Peqpodias 3
(Pequeñas poesías diarias)
Sandra Payán y David Monsalvo
I
LA HISTORIA DE DAVID EN LA ESCUELA

Hace mucho tiempo, hubo una época en que la escuela era muy linda hasta que empezaron a armarse tres equipos, uno era el equipo de Alex, otro el de Emiliano y otro el de Julio. Las personas se peleaban, entonces yo no quería eso.
Cada vez cada equipo se hacía más grande, porque los niños les decían a los otros que sean de su equipo y algunos decían que sí. Cada vez estábamos más separados, entonces no sabíamos que hacer.
Pasaba que cuando yo quería jugar con un amigo que era de otro equipo, tenía que hacerlo a escondidas.
Después, le dijimos a la Seño todo lo que sucedía. Ella dijo que TODOS ÉRAMOS EQUIPO y ahí me sentí muy feliz. Todos juntamos nuestras manos y gritamos de felicidad.  Ahora todos jugamos en el mismo equipo. Y ahí entendí que habíamos tratado para que eso no volviera a pasar y ahora todo está muy bien.

Esta historia se llama “David y la luna” y vamos a seguir. No os perdáis del libro de David segunda parte que se llama: “El conejo rosado en la escuela”. Porque van a seguir muchos más libros que son un misterio y diversión.
                 
     II   Poemas de la vida, David cuanta que el Conejo Rosado llegó a  la Escuela

El Conejo Rosado en la Escuela
Una vez, la escuela estaba muy linda. Entonces, un día llegó un autobús a la escuela. Los niños por la ventana nos preguntamos quién sería y miramos, y era el Conejo Rosado que se vino de vacaciones.
Empezamos a jugar con él hasta que hicimos muchos barquitos y después, él hacia la tarea con nosotros y cantaba la música.
Entonces, entendimos que la solidaridad era lo más bueno en todo lo que hacíamos. Entonces, hacíamos que el Conejo Rosado esté feliz para que nosotros también estemos muy felices.
Cada día nos venía a visitar y nos contaba sus historias.
Un día, le mandamos una carta y él la leyó. Entonces él con sus amiguitos empezaron a jugar con nosotros. Entonces, vinieron los otros conejitos que también querían jugar, y jugamos con todos.
Y ahí entendí que cuando jugábamos con los conejitos todo se hacía más feliz y nuestros sueños se hacían realidad, así que el sol se veía más brillante y las banderas se agitaban.
Un día, el Conejo Rosado no apareció y no sabíamos dónde estaba. Y estaba en su casita muy feliz celebrando su cumple con los otros amiguitos. Entonces nos invitó y jugamos con el Conejo Rosado y sus amiguitos.