Peqpodias
3
(Pequeñas
poesías diarias)
Sandra Payán y David Monsalvo
I
LA
HISTORIA DE DAVID EN LA ESCUELA
Hace
mucho tiempo, hubo una época en que la escuela era muy linda hasta que
empezaron a armarse tres equipos, uno era el equipo de Alex, otro el de
Emiliano y otro el de Julio. Las personas se peleaban, entonces yo no quería
eso.
Cada
vez cada equipo se hacía más grande, porque los niños les decían a los otros
que sean de su equipo y algunos decían que sí. Cada vez estábamos más
separados, entonces no sabíamos que hacer.
Pasaba
que cuando yo quería jugar con un amigo que era de otro equipo, tenía que hacerlo
a escondidas.
Después,
le dijimos a la Seño todo lo que sucedía. Ella dijo que TODOS ÉRAMOS EQUIPO y
ahí me sentí muy feliz. Todos juntamos nuestras manos y gritamos de
felicidad. Ahora todos jugamos en el
mismo equipo. Y ahí entendí que habíamos tratado para que eso no volviera a
pasar y ahora todo está muy bien.
Esta
historia se llama “David y la luna” y vamos a seguir. No os perdáis del libro
de David segunda parte que se llama: “El conejo rosado en la escuela”. Porque
van a seguir muchos más libros que son un misterio y diversión.
II
Poemas de la vida, David cuanta que el Conejo Rosado llegó a la Escuela
El
Conejo Rosado en la Escuela
Una
vez, la escuela estaba muy linda. Entonces, un día llegó un autobús a la
escuela. Los niños por la ventana nos preguntamos quién sería y miramos, y era
el Conejo Rosado que se vino de vacaciones.
Empezamos
a jugar con él hasta que hicimos muchos barquitos y después, él hacia la tarea
con nosotros y cantaba la música.
Entonces,
entendimos que la solidaridad era lo más bueno en todo lo que hacíamos.
Entonces, hacíamos que el Conejo Rosado esté feliz para que nosotros también
estemos muy felices.
Cada
día nos venía a visitar y nos contaba sus historias.
Un
día, le mandamos una carta y él la leyó. Entonces él con sus amiguitos empezaron
a jugar con nosotros. Entonces, vinieron los otros conejitos que también
querían jugar, y jugamos con todos.
Y
ahí entendí que cuando jugábamos con los conejitos todo se hacía más feliz y
nuestros sueños se hacían realidad, así que el sol se veía más brillante y las
banderas se agitaban.
Un
día, el Conejo Rosado no apareció y no sabíamos dónde estaba. Y estaba en su
casita muy feliz celebrando su cumple con los otros amiguitos. Entonces nos invitó
y jugamos con el Conejo Rosado y sus amiguitos.