La Dimensión Poética de la
Vida (18)
Alicia , Antonio y
sus amigos en el país de lo Poético
Discurso
de Saint John Perse al
recibir el premio Nobel (2)
Sigamos con Saint John Perse , dijo la
Integración… Antonio la interrumpió para decir;- un poco ritualmente me pedirás a mí, algo francés… que sea
quien lo lea. Hagamos un rito. pero profundo, necesario, de complementación,
veamos si desea leer nuestra amiga
Alice, medio inglesa… El
gato de Cheshire sonrió , mientras Alicia aceptaba , alegre y comunicativa y empezaba a leer
Saint John Perse
Pero más que modo de conocimiento, la poesía es,
ante todo, un modo de vida, y de vida integral. El poeta existía en el hombre
de las cavernas; existirá en el hombre de las edades atómicas; porque es parte
irreductible del hombre. De la exigencia poética, que es exigencia espiritual,
han nacido las religiones mismas, y por la gracia poética la chispa de lo
divino vive para siempre en el sílex humano. Cuando las mitologías se desmoronan,
lo divino encuentra en la poesía su refugio; aun tal vez su relevo. Y hasta en
el orden social y en lo inmediatamente humano, cuando las Portadoras de pan del
antiguo cortejo dan paso a las Portadoras de antorchas, en la imaginación
poética se enciende todavía la alta pasión de los pueblos en busca de claridad.
¡Altivez del hombre en marcha bajo su carga de
eternidad! Altivez del hombre en marcha bajo su carga de humanidad –cuando para
él se abre un nuevo humanismo-, de universalidad real y de integridad
psíquica... Fiel a su oficio, que es el profundizar el misterio mismo del
hombre, la poesía moderna se interna en una empresa cuya finalidad es perseguir
la plena integración del hombre. No hay nada pítico en esta poesía. Tampoco
nada puramente estético. No es arte de embalsamador ni de decorador. No cría
perlas de cultivo ni comercia con simulacros ni emblemas, y no podría
contentarse con ninguna fiesta musical. Traba alianza en su camino con la
belleza –suprema alianza-, pero no hace de ella su fin ni su único alimento.
Negándose a disociar el arte de la vida, y el amor del conocimiento, es acción,
es pasión, es poder y es renovación que siempre desplaza los lindes. El amor es
su hogar, la insumisión su ley, y su lugar está siempre en la anticipación.
Nunca quiere ser ausencia n rechazo.
Nada espera sin embargo de las ventajas del
siglo. Atada a su propio destino y libre de toda ideología, se reconoce igual a
la vida misma, que nada tiene que justificar de sí misma. Y con un mismo abrazo
como con un sola y grande estrofa viviente, enlaza al presente todo el pasado y
lo por venir, lo humano con lo sobrehumano y todo el espacio planetario con el
espacio universal. La oscuridad que se le reprocha no viene de su naturaleza
propia, que es la de esclarecer, sino de la noche misma que explora, a la que
está consagrada a explorar: la del alma misma y la de misterio que baña al ser
humano. Su expresión se ha prohibido siempre la oscuridad y esa expresión no es
menos exigente que la de la ciencia.
Así, por su adhesión total a lo que existe, el
poeta nos enlaza con la permanencia y la unidad del ser. Y su lección es de
optimismo Para él una misma ley de armonía rige el mundo entero de las cosas.
Nada puede ocurrir en ella que, por naturaleza, sobrepuje los límites del
hombre. Los peores trastornos de la historia no son sino ritmos de la
estaciones en un más vasto ciclo de encadenamiento y de renovaciones. Y las
Furias que atraviesan el escenario, con la antorcha en alto, no iluminan sino
un instante del muy largo tema que sigue su curso. Las civilizaciones que
maduran no mueren de los tormentos de un otoño; no hacen sino transformarse.
Sólo la inercia es amenaza. Poeta es aquel que rompe, para nosotros, la
costumbre.
Y es así también como el poeta se encuentra
ligado, a pesar de él, al acontecer histórico. Y nada le es extraño en el drama
de su tiempo. ¡Que diga a todos, claramente, el gusto de vivir este tiempo
fuerte! Pues la hora es grande y nueva parar recobrarse de nuevo. ¿Y a quién le
cederíamos, pues, el honor de nuestro tiempo?....
‘No tema’, dice la Historia, quitándose un día la
máscara de violencia y haciendo con la mano levantada ese ademán conciliador de
la Divinidad asiática en el momento más fuerte de su danza destructora. ‘No
temas, ni dudes, pues la duda es estéril y el temor servil. Escucha más bien
ese latido rítmico que mi mano en lato imprime, renovadora, a la gran frase
humana siempre en vías de creación. No es verdad que la vida pueda renegar de
sí misma. Nada viviente procede de la nada, ni de la nada se enamora. Pero
tampoco nada guarda forma ni medida bajo el incesante aflujo del Ser. La
tragedia no finca en la metamorfosis misma. El verdadero drama del siglo está
en la distancia que dejamos crecer entre el hombre temporal y el hombre intemporal.
El hombre iluminado sobre una vertiente ¿irá acaso a oscurecerse en la otra? Y
su maduración forzada, en una comunidad sin comunión, ¿no sería quizá una falsa
madurez?
Al poeta indiviso tócale atestiguar entre
nosotros la doble vocación del hombre. Y esto es alzar ante el espíritu un
espejo más sensible a sus posibilidades espirituales. Es evocar en el siglo
mismo una condición humana más digna del hombre original. Es asociar, en fin,
más ampliamente el alma colectiva con la circulación de la energía espiritual
en el mundo... Frente a la energía nuclear, la lámpara de arcilla del poeta
¿bastará para este fin? –Sí, si de la arcilla se acuerda el hombre.