lunes, 27 de julio de 2015

Entre la Separeación y la Integración 34


Entre la Separación y la Integración    34

        El arquetipo de Apolo 2

El asumir la confrontación de paradigmas, el contar con la capacidad crítica y la creatividad requeridas para darle vida y sentido a la integralidad, requieren apertura y desarrollo de conciencia. Para ello, las conexiones entre el inconsciente individual y colectivo y los mitos de resonancia universal son facilitadores de  avances progresivos  hacia  nuevos niveles de comprensión. A este respecto, junto a las figuras de Panacea y de Higia, tiene un valor el alternar con el célebre y multifacético Apolo.

Panacea es una figura simbólica que contribuye a la introvisión, al “insight” sobre nuestra tendencia a la omnipotencia y la falta de conciencia de nuestros límites. Higia encarna la vocación y la exigencia existencial del hacerse cargo, del “cuidado”, del “pastoreo” de la vida.

 Apolo puede contribuir, como símbolo, a aprehender las dimensiones y conflictos a encarar con la noción de integralidad, como utopía de la medicina, de la salud, e, incluso, de la felicidad.

Hay una asociación muy antigua, entre el dios Apolo y una serie de atributos relacionados con la integralidad: sabiduría, equilibrio, brillo, amplitud, ponderación, belleza, aprendizaje... Apolo, el resplandeciente, dios del sol, árbitro del tiempo, plenitud de juventud, dios de la enfermedad y las pestes y de la curación, de la videncia y de la profecía, de la mediación entre los humanos y los dioses.

Apolo, un dios que se enamora, que tiene desengaños, que es capaz de ser cruelmente vengativo, que sufre al perder a sus hijos, que exige, implacable, que Orestes vengue a su padre y mate a su madre Clitemnestra. Apolo, dios múltiple, versátil, del equilibrio y la armonía. Dios que integra salud y enfermedad, vida y utopía.

Pitágoras, tal vez el primer religioso pensador que hablara de “filo-sofía”, amistad hacia la sabiduría, fue considerado por algunos como una encarnación de Apolo. Schelling y Niestzche destacaron el contraste entre las grandes constelaciones culturales, apolíneas y dionisiacas, las del equilibrio y las del frenesí vital.  Cuando Cazaneuve habla de tipologías de concepciones de la felicidad, también alude a una visión apolínea y a una orientación dionisiaca, que podrían equivaler a los principios de realidad y de placer de Freud, en sus alcances más radicales.

Hay dos elementos del mito de Apolo que son importantes de destacar, en el propósito de sacar el tema de la integralidad de la mecánica del slogan y lo trivial y llevarlo a sus implicaciones epistemológicas y de asociación con el cambio de conciencia. El primero es el rescate de la ética integral como terreno de experiencias biográficas. Apolo estuvo muy lejos de nacer Apolíneo. En segundo término, la relación de equilibrio, de desapego, de lo clásico, con la pasión, la vida, lo romántico.  A Apolo, además de haber sido “dios de las pasiones”, ya en pleno período profético, de intermediario con Júpiter,  el que  se entendiera y  complementaba con Dionisio, no lo descalificaba.

Apolo tuvo un duro aprendizaje biográfico, una serie de experiencias que lo llevaron a madurar hacia lo “Apolíneo”. El mito ayuda a comprender que se requieren procesos formativos profundos para trabajar en los marcos referenciales de la salud y la medicina integral.
La vida de Apolo está marcada por pasiones y conflictos, desde antes de nacer. Hijo de Júpiter y de Latona, la personificación de la noche, vio amenazada su supervivencia por los celos embravecidos de Hera, esposa posesiva del dios supremo, quien dio instrucciones intimidatorias para que en ningún sitio de la tierra se aceptara dar lugar al parto de este fruto de la infidelidad divina. Sólo la pequeña Delos, un peñón flotante, se apiadó de la gran angustia de Latona. Poseidón, dios del mar, le proporcionó una columna para que anclara y sirviera de digna cuna a tan importante personaje. Iris, la mensajera de los dioses, la del “arco iris” entre cielo y tierra, fue la encargada de ir al Olimpo en busca de Eleitis, diosa de los nacimientos, mañosamente retenida por Hera.

Al nacer, Apolo rompe el cordón de oro que rodea sus reales pañales y reclama de inmediato el arco y la lira, junto con expresar con absoluta asertividad su propósito de ser el intérprete de la voluntad de Júpiter, su padre. Vemos, de inmediato, el concierto de las armas y la música, el desparpajo genial y precoz de hacer lo suyo, pero, al mismo tiempo, la forma, el orden, la conciencia de límites frente a una racionalidad ,a un ser superior.

La lección de fondo es que todos esos equilibrios son difíciles, incluso para un gran dios, por lo que es explicable que Apolo pasara por muchas frustraciones y por la autoría de severos errores.

Tal vez el episodio más pertinente para ejemplificar como Apolo se hizo “integral” viviendo experiencias remecedoras, fue su año de castigo con trabajos en la tierra. Hay una visión que atribuye la falta a que Apolo mató a la fatídica serpiente Pitón en las inmediaciones sacras del templo de Delfos. Lo más aceptado es, sin embargo, el relato que lo asocia con la muerte de Esculapio, el padre de la medicina e hijo de Apolo, que incurrió en la transgresión de resucitar a uno ¾o varios¾ muertos. Júpiter lo fulminó con un rayo y Apolo, desconsolado, impulsivo, se vengó matando, a su vez, a tres cíclopes, familiares del primero de los dioses, los que le regalatonel rayo  con  que  Júpiter fulminó a su hijo. El  dios  jefe ,entonces, lo condena a servir, durante un año, de cuidador de los rebaños de un mortal, el rey Admeto. Apolo aceptó con humildad la tarea y la relegación fuera del Olimpo. Creativo y responsable, empleó la lira para domesticar los animales,. Fue, al parecer, un hito decisivo en su transformación “personal”, en el tránsito hasta llegar a ser ponderado, equilibrado, apolíneo, integral. Del exilio fuera del Olimpo  vino la transformación hacia el poder  “relegar” a un segundo plano lo pasional, lo impulsivo.
Un aprendizaje de la integralidad no a base de consignas, sino en función de una evolución de la conciencia relacionada con vivencias profundas.

En lo biográfico está implícito el segundo contenido importante del mito, para los efectos de la discusión sobre la integralidad, lo apolíneo puede encauzar lo dionisiaco, pero no lo excluye. En el templo de Delfos, el más importante de los muchos lugares de culto a Apolo, también se celebraba a Dionisio.
Los dos dioses no eran antagónicos, eran complementarios. Apolo, el sabio, era joven y vital. Tenía el don de la profecía, pero también manejaba el arco y la lira. Nietzche destaca en “El Origen de la Tragedia” que ésta nació del confluir de la vitalidad, de la verdad dionisíaca, y se integra con las representaciones mediatizadas, de la pintura y la escultura, apolíneas.

Otra manera de decirlo es que la integralidad se nutre de la reflexión, del orden secuencial, del hemisferio cerebral izquierdo, y, también, exige atención a los nacimientos, los exilios, las muertes, la vida y su repercusión en los afectos, el hemisferio cerebral derecho. O, también el mito puede traducirse en que se requiere acercar las experiencias vividas de quienes trabajan en proyectos de medicina integral, con sacrificios, abnegación y compromiso, con los que buscan y encuentran caminos de desarrollo psicológico y ampliación de las perspectivas paradigmáticas.

Higia, la higiene, el proyecto de construir la vida de cada uno y de todos en forma saludable, al imbricarse con la Atención Primaria como estrategia de cambio, tiene que involucrarse con transformaciones culturales en que la noción de integralidad está en primer plano. Se trata de abandonar el individualismo desarrollando la capacidad de individualización, de respetar la razón y asegurar su primacía frente al mecanicismo y los esquemas, en consonancia con la apertura a los afectos, a la imaginación,  a los valores, al espíritu.

 Apolo, dios principal de la salud, es un arquetipo inspirador, en la medida que es un mito que contribuye a sacar a la salud y a la medicina integral de la retórica y de la instrumentalización comercial. Apolo, en diálogo con las Panaceas las  Higias, los Júpiter y los Dionisios. Apolo como inspirador de un cambio cultural y de una formación que ve a la integralidad como puente entre la salud y la medicina, entre la ética y la ampliación de la conciencia, entre el paradigma básico vigente y el nuevo paradigma holístico. El integrador.