miércoles, 11 de julio de 2012

Conversando sobre la Amistad (281)


Conversando sobre la Amistad(281)

Una orientación  amigable comprensiva , pero lucida con el espíritu de utopía la eutopía, la identificación de un proyecto,  de una persona, de un medicamento, de una amistad, como infalibles, como lo ideal que sostiene la vida.
La utopía nos ronda, Expresa una necesidad  imposible de satisfacer, la necesidad de absoluto.
Va un artículo mío antiguo sobre Panacea, diosa griega,  en cierto mido arquetipo de lo utópico  encauzado en el terreno de la salud, visto ahora desde la `perspectiva que, para algunos ,  la amistad es la panacea.
PANACEA, LA HERMANA SEDUCTORA DE HIGIA
( 1994)

Se entiende generalmente por panacea la fantasía de un remedio universal, un medicamento capaz de enfrentar cualquier tipo de enfermedades. En un sentido más amplio, es un término que se emplea para indicar, por extensión, que algo —o alguien— está en condiciones de solucionar en forma absoluta y, en todas las circunstancias, cierto tipo de problemas, o todos los problemas,
Así, por ejemplo, en algún momento se habló de la cortisona como una droga “milagrosa”, una panacea infalible para una serie de males. En la acepción más amplia, la aplicación se da, entre un sin fin de oportunidades, cuando, en el campo laboral, se apunta a la integración, el control adecuado, las relaciones humanas o la recreación conjunta, como resortes infalibles, panaceas frente a cualquier dificultad, por grande que sea.
Panacea es el nombre de una diosa griega. Se la ubica  cerca de Esculapio, como parte del conjunto de deidades de la salud. Figura en el juramento Hipocrático “…Juro por Apolo, médico, por Esculapio, por Higia y Panacea, y pongo por testigos a todas los dioses y diosas …”. Sabido es que en la mitología griega se le atribuían poderes en relación a la salud a todos los dioses, empezando por Zeus, el supremo.
Atenea la sabia, tenía, naturalmente, muchas relaciones con el ámbito de la salud y hasta, explícitamente, se la identificó con Higia. Sin embargo, el mismo juramento  diferencia algunas figuras y existe un juego de funciones, de “territorios” en los que se dan los “responsables” (los trabajadores de la salud en el mundo de los dioses), que son encabezados por Apolo, el sol, la afirmación del equilibrio; el célebre educador , el bondadoso centauro Quirón; su discípulo Esculapio, la figura, fundante, mítica, de la profesión médica; Higia, antecesora de la “Salus” romana; Telésforo, el dios de la convalecencia; Eleitia, protectora de los nacimientos; Macaón y Polidario, hijos de Esculapio, presuntos fundadores de la cirugía y la medicina interna, respectivamente… y Panacea, la diosa que complementa a Higia,a partir de su  presunta omnipotencia.
Panacea fue una diosa menor en un contexto en que todos los grandes dioses participaban de dotes y atributos concernientes a la salud y, en que Apolo y Esculapio eran los actores más relevantes en el dominio más específico de la salud – enfermedad. Sin embargo, paradojalmente, su simbología perdura y pareciera representar lo que se espera de los poderes últimos.
En la Edad Media, la diosa griega fue asimilada a las búsquedas de los alquimistas, a las investigaciones en pos de los secretos de la piedra filosofal y la eterna juventud. Hubo varias plantas que fueron consideradas, en distintos momentos, como “panaceas” para todos los males, medicinas universales.
En nuestro propio siglo se dio un hibridaje entre este símbolo de remedio poderoso y el mundo de los visionarios y profetas, a través de una secta inglesa llamada Panacea, identificada con el legado de una mística, Jane Southcoat, que fue buscado después de su muerte como gran “panacea” para los males contemporáneos.
Panacea, es, más allá de los datos históricos, como todo contenido mitológico, una expresión de lo que son la conciencia y las necesidades humanas. Panacea es un contenido vivencial que emerge en la dinámica de las personas y las sociedades, la representación del gran recurso mágico, el satisfactor que no puede fallar, la fantasía que nuestras fantasías no tengan límite en el camino de su actualización.
Psicológicamente, las panaceas surgen de nuestra incapacidad de aceptar de que existan necesidades que no podemos satisfacer, de nuestro deseo de contar con fórmulas simples para salir airosos de todos los problemas. Nunca abandonaremos del todo la esperanza de que no existan enfermedades incurables, de que el pasado pueda ser “sobre pasado”, que el tiempo y la muerte cambien su naturaleza opresiva, de que aparezca la persona clave para darle sentido a nuestra existencia, incluso a la existencia  como un todo. Queremos, en lo más inmediato, caminos simples, garantizados, para que cristalicen las relaciones en la forma que orientamos nuestras expectativas, para tener seguridad total de obtener esto o aquello en todos los ámbitos.
Nuestra época, con las facilidades que brinda el  espectacular desarrollo científico  tecnológico, ha llevado a una extensión del “complejo de Panacea”, a ilusionarse con medios capaces de solucionarlo todo, a perder capacidad de aceptar límites y reconocer la necesidad de asumir complejidades y diferencias. Cada vez cuesta más asumir que no hay un camino único para dar estabilidad a las parejas, una sola fórmula para asimilar toda clase de estudios, remedios universales para la deshonestidad, el tedio, la capacidad de meditar o tener plenitud sexual. Todo parecería depender de encontrar un botón, una fórmula química, un gurú, una cierta cantidad de dinero y “todo estará asegurado”, sin frustraciones ni fracasos.
Ahora que la moda dicta la hegemonía cultural de la gestión, cabría preguntarse como gestionar una relación adecuada entre el conjunto de los dioses y aquellos que están más identificados con el campo de la salud, entre la sabiduría de Atenea, el amor a la vida de Apolo, los aportes al como vivir de Higia y la imperiosa exigencia de Panacea de instrumentos omniscientes, infalibles, a la cual hay que escuchar y,  pacientemente encauzar hacia el terreno de la escala humana.
De las enseñanzas de Atenea y Apolo podría venir un asumir tanto las potencialidades como los límites humanos, el enfoque antropológico que da un cierto lugar, que respeta la técnica, a sabiendas que no agota la complejidad, el desafío de lo que es el ser humano.
En este camino, Higia toma de la mano a su hermana, la temperamental, la exaltada, la seductora Panacea, señalándole la necesidad de discriminar del desarrollo personal, de la higiene profunda, que puede permitir mirar con perspectiva histórica las modas contingentes, contribuyendo a encauzar la energía de Panacea, más allá de la obsesión por el remedio único para todos los males, de la amistad infalible, hacia el analizar la experiencia de períodos anteriores, hacia entender las dimensiones espirituales, éticas y psicosociales de los problemas de la salud y de la vida, respetando su diversidad, la diferencia de planos, haciendo que Panacea integre a la salud y a la cultura, una visión ecológica, saludable. amigable, del poder.

Referencias

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