domingo, 19 de agosto de 2012

Conversando sobre la Amistad (320)


Conversando sobre la Amistad( 320)

La amistad con una visión   equilibrada  sobre la tercera edad

Las Edades Mayores
LOS CUENTOS Y EL SECRETO


Cuando nos preocupa lo que ocurre en la tercera edad, porque nos acercamos a ese período de la vida, porque ya la estamos viviendo, a propósito de nuestros padres u otros familiares, en relación a nuestros trabajos con personas mayores... en todas esas circunstancias, si algo nos ocurre siempre, es escuchar muchos cuentos, cuentos narrados con mucha seguridad, engañando, dando la confianza de ser grandes verdades, viejas verdades indiscutibles. Veamos algunos de esos cuentos o falsas verdades reiteradas hasta el cansancio.

1.      Los nombres. La enorme importancia concedida a las palabras con que se designa a esta etapa de la vida, viejo, vejestorio, veterano... persona de edad, de tercera edad, entrada en años, senescente, senil, abuela, abuelo, abuelitos, ancianos, geronte, grande, adulto mayor, senil, decrépito, caduco, maduro y... muchos más.

No olvidemos, las palabras son palabras, los hechos no cambian porque el trato sea protector, sea despectivo, sea estimulante. Es más grato que a uno le digan eres de la tercera edad, a que lo traten despectivamente de “vejete”, pero no nos olvidemos que estamos ante palabras, ante sonidos. Lo interesante es como nos orientamos, el sentido de nuestra vida, nuestro proyecto, cómo vivimos la jornada diaria y hacia dónde queremos ir, en lo que nos falta por vivir.

2.      La vida de la edad dorada o rosada: Son los dos colores “de buena intención” con que se “pinta” la tercera edad. “Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”, el chiste se aplica. No nos ayuden tanto. Estamos en el tiempo de los llamados tristes porque murió alguien de nuestra generación, los años en que vamos al médico con mucha frecuencia y necesitamos hablar de nuestras dolencias, el tiempo en que, con seguridad, tenemos menos dinero, menos ofertas de trabajo, más soledad... Sí, podemos sonreír, comprensivos, ante los cuentos edificantes sobre los años dorados y los días rosados, del “paraíso” de los mayores.

3.      Hay, por supuesto, el otro cuento, el del tiempo gris, el de los años negros, el del ahora “somos nada”, puros problemas, molestias para los otros y para nosotros mismos. No, el dolor, la incomprensión las limitaciones, son parte de lo humano.

La tercera edad es el tiempo en que más podemos entenderlo y hacerlo comprender a los otros. Lo demás es vivir una vida chata, incompleta, el cuento de que el ser humano es una especie de Dios.

4.      El cuento de la equivalencia entre tercera edad y enfermedad o problemas es el medio del gran encubrimiento, de las capacidades, de la salud de la tercera edad. Es el más peligroso de los cuentos, el encubrimiento, el cerrar los ojos, el mentir para no dejar constancia del aporte positivo de la tercera edad, la experiencia. Lo que nos permite comprender a los otros. Somos, a lo mejor, más lentos, con menos memoria para hechos recientes, nos cansamos más, pero, a lo largo de la vida, equivocándonos o acertando, hemos ido teniendo un desarrollo como personas. Ganamos en amplitud, en capacidad de poner distancia, en experiencia. En el fondo de las tareas humanas está la lucha por la madurez. En la tercera edad, ella toma la forma de una tensión, una necesidad de definir entre quedarse con la experiencia o sumirse en los cuentos.

5.      Abrirse a la experiencia es entrar a poder disfrutar de un regalo, de un tesoro, de la posibilidad de acceso a la sabiduría de los adultos mayores.

Aquí tenemos el más importante de los cuentos en su doble versión, la sabiduría olvidada, oculta, y la del otro cuento, la sabiduría está al alcance de la mano, viene sola.

La sabiduría, el más grande y antiguo de los cuentos es, también, la gran verdad.

La sabiduría es posible, pero exige una dirección, la preocupación por el perfeccionamiento, darnos tiempo para desarrollarnos. Sí, crecer como persona en la vejez.

Es difícil decirlo, en base a la experiencia adquirida, por encima de las palabras y su condición de verdaderos imanes de los afectos, asumiendo lo rosado y lo gris de cada día, se trata de aceptar la condición humana. De hacerse cargo de cómo somos los humanos y cual es nuestra diferencia con los demás seres.

Sí, la condición humana no es sólo el sonido de dos palabras, no es otro cuento. No es sólo ser la Juana o ser el Juan, es ser miembros de una especie, de una condición. Somos los humanos, los seres que tenemos conciencia, los nietos de nietos de nietos de la aventura del universo iniciada hacia quince mil millones de años, somos una parte de la vida. La que conocemos en nuestra tierra, de unos cuatro mil millones de años de duración, la parte conciente, nueva, la que ha transformado el mundo, la que puede destruirlo o engrandecerlo, la responsable, ahora, de la suerte de la vida.

Cada ser humano “cuenta”, cada persona de la tercera edad, al hacerse cargo de la situación humana, cada uno desde su lugar, su grupo, su familia, sus contactos, puede ayudar a que este ser que “cuenta”, que es tan valioso, no se “cuente cuentos” y aproveche sus experiencias para mejorar la vida.

La sabiduría es una oportunidad, un tesoro escondido debajo de los cuentos. No hay que manosearla ni convertirla en un cuento más. Podemos vivirla, somos huéspedes de la vida, estamos aquí, no sabemos bien por qué, pero se nos ofrece la posibilidad de ayudar a las dueñas de casa, la naturaleza. Dios, no discutamos sobre palabras, sigamos nuestra conciencia. Hay un principio grande de nuestra conciencia, todos somos valiosos, los otros y nosotros, yo y los otros. Cuando somos jóvenes nos cuesta ser fieles a esa orientación, estamos sumidos en “nuestra vida”, en la tercera edad, encontrando la forma de aprovechar la experiencia, podemos juntar, integrar, la vida y nuestra vida. Somos nosotros mismos y somos parte de algo más grande, nuestra familia, los otros, todos los otros, la vida.

Sabiduría es des – apegarse, saber que somos más que nosotros mismos, somos nuestra historia y somos la historia de los otros. Sabiduría para, al mismo tiempo, usar nuestras capacidades, a pesar de los dolores y los límites, comprometernos. Es la gran alianza para salir de los cuentos, des – apegarse y comprometerse, para con nuestra vida, mejorar la vida.