jueves, 20 de febrero de 2014

C.Personal. c.Cultural y n. Paradigma (51 )


Desarrollo Personal, Cambio Cultural y Nuevo Paradigma (51)

Nota introductoria( 28)
Síntesis de una experiencia

  La racionalidad integradora


Intentaremos una de muchas ordenaciones  posibles  de las dimensiones de la  racionalidad   integradora básica
“Las realidades a la escala humana actual”;
“La identidad personal y la ecología del yo”;
“La  danza de la certidumbre y la incertidumbre”;
“La sinergia y complementariedad del amor y el desapego”
“El sentido, como  guía y sostén de la relación entre conservación  e innovación”
“El dilema del poder” ;
“Los límites de la integración”

“Las realidades a la escala humana actual”
        
Nuestros estados de conciencia nos llevan a situarnos en cuatro realidades básicas: la de la conciencia en vigilia, la de los sueños, la de las instancias perturbadas  de conciencia como la locura, los estados crepusculares, las intoxicaciones…, y la conciencia elevada, cósmica, mística, en sus diversos matices. A ello agregamos lo propio de lo paranormal, las coincidencias significativas, las experiencias extra sensoriales, los tratamientos médicos a distancia…A todos estos  órdenes  de realidad  se suma  la conciencia de lo inaccesible, el misterio, de lo que  hace posible el ser, el misterio que nos constituye. Es la realidad, que no podemos separar de nosotros, de  quienes somos y de donde venimos. Distinguimos como. “planos ontológicos” los misterios, los problemas, la paranormalidad… Visualizamos en lo referente a la conciencia la distinción entre la habitual, la onírica, la enferma y tóxica, la de un  “nivel superior”... A ello hay que agregar la realidad virtual, la de la televisión y el computador, cada vez más presente, más o menos asociada a la realidad cotidiana.

 

“La identidad personal y la ecología del yo”


Hablamos de necesidad de participación, obviando el hecho de que ya somos parte, constitutivamente “ pertenecemos” a  la creación, al ser, al universo, a la vida, a la humanidad. Somos autónomos y, al mismo tiempo, cuánticamente, pertenecemos, somos parte. Nuestra conciencia de vigilia se centra en la dimensión de la autonomía. En una meditación, en una vivencia mística, en el  corazón de un diálogo, de una experiencia amorosa, de un acontecer comunitario profundo, se desvanecen los límites del ego, pertenecemos a un más allá de  nosotros. Oscilamos entre el ego auto centrado y el sí mismo abierto a vivir  la continuidad, el “ cordón  existencial” con lo aparentemente otro.

 “La danza de la certidumbre y la incertidumbre”


Vivimos   instancias, islas de certeza, de conductas consensuales, rodeados por el mar de lo que no podemos  conocer, del misterio del ser y del misterio del yo. Entre medio, experimentamos necesarios estado de ambigüedad, de ambivalencia, de duda, de extrañeza.

“Sinergia y complementariedad del amor y el desapego”

Nos corresponde comprometernos, dejar fluir nuestra condición de  partes integrantes, activas, cooperadoras con el ser. Somos finitos, coexistimos con otros, hay momentos en que requerimos quedarnos fuera, dejar espacio a otros, a lo otro. Jesús y Buda tienen juntos la razón. En nuestra vocación profunda  y en  el imperativo  de  elección de nosotros mismos está la sinergia entre el amor y el desapego. 

 “Las tres grandes necesidades humanas”

Conservación, innovación, sentido… Nuestro yo permanece a lo largo de la vida. Nuestro cuerpo, nuestras  ideas, van cambiando. Somos vulnerables, debemos defendernos. Somos creadores, necesitamos expresarnos, actualizarnos. ¿Conservar qué? ¿Hacer cambios hacia dónde? Allí está la necesidad de sentido. Se cruza con nuestras necesidades de absoluto, de completud, de diálogo, de desarrollo personal…, necesidades diferenciadas, con y sin posibilidad de satisfacción. El sentido, el logos, el recuerdo de la condición humana, nos remonta a una ética en que los derechos y las necesidades se articulan con las capacidades y las responsabilidades del ser humano. El sentido  debe guiar, hace el balance entre la seguridad y la creatividad, la atención a nuestra vulnerabilidad, flaqueza, finitud, y el asumir nuestra potencialidad para crecer, aportar, vislumbrar lo  infinito.

 

“El dilema del poder”


Es el corazón de la política. La realmente existente. Poder es capacidad, se lo necesita  hasta para limitar el poder de dominación. Se trata de ir introduciendo en el imaginario colectivo la noción del poder de ser, la del poder de integración, poder de ponerse en el lugar del otro, poder de colaboración. El poder actualizar las capacidades, la del poder de podar lo que perturbe el bien común… Poder de integrar, de  amar, de desapegarse, de  encontrar sentido, de arbitrar entre la conservación y la creatividad

 “Hay límites en la integración”


 Lo dan la identidad personal y  la de las diversas culturas, las capacidades, los ritmos y los procesos. El paradigma de la integración se diferencia del individualista, atomístico, pero también del fundamentalista, del integrista, del de la fusión  dogmática  en el todo, de la negación  de lo original, del espacio de autonomía. La integración es compatible con la originalidad, con la autonomía, con el conflicto.