jueves, 30 de mayo de 2019

Fábulas Abiertas 24





LA SOLIDARIDAD

            Cuando la cigarra golpeó la puerta de la casa de las hormigas, su canto estaba pálido y levemente tembloroso. Temía.. Cantando para muchos, no había alcanzado a juntar alimentos antes del duro invierno. Las hormigas vecinas y vecinos, eran personas de ritmo tenaz, de tiempo cristalizado en caracoles impecables. ¿Cómo explicar, cómo  pedir, cómo recibir?

            Sorpresa. La puerta respondió cariñosamente, regalándole un contacto digno, grato, verde y bien significativo.

            Allí estaba el grupo. La prisa al lado de cada uno, recién sacada y, a  la vez, cómoda. En las hormigas, transparente, un diálogo muy esperado.

            Quisiéramos compartir contigo, dijo la luz..

           Por favor, que tu canto no se enfríe, añadió sonriendo, la ventana.

            Junto a ella, un grupo de vecinos, con delantal azul, empezó a recordar una de sus melodías más perfumadas.

        ‑Hola, “yo venía”… se confundió hasta una conocida neblina y, en su bochorno, se tornó amarillo aromo.

            ‑ Las hormigas, la puerta, las paredes, la luz, las ventanas,  los instrumentos, el techo, el suelo ... se movieron con gracia, interrumpiéndola, sutilmente.

            Luego, una hormiga. gorda ‑tal vez llamada la manzana‑ fue transformándose en relato sencillo y muy real sobre como el trabajo de todos llegó a cambiar, al tacto de las canciones, aclarándose hasta germinar en música.

             Mientras  hablaba, un varón de mirada zahorí,  dando un guiño a la Puerta, partía a la casa de la cigarra, llevando sabrosas provisiones a esperar, junto a la chimenea, a los amigos y las canciones, en el largo y húmedo invierno.