sábado, 1 de febrero de 2014

D.Personal, c, Cultural y n- Paradigma


Desarrollo Personal, Cambio Cultural y Nuevo Paradigma (32)
La formación para el Nuevo Paradigma(9)
                   Nota introductoria( 9)
                      Síntesis de una experiencia
El Cuidado(2)
Dos aproximaciones desde la psicoterapia
El Cuidado. es un  dios, es decir un arquetipo del reconocernos como seres finitos,  separados  e integrados, semejantes y diversos, abiertos  a un  auto desarrollo y a una participación en el desarrollo de otros.
 Junto al mito , a la sabiduría colectiva, se dan los aportes de la sabiduría y la experiencia de las personas que trabajan en la formación de  los seres humanos, entre ellas, las de las y los psicoterapeutas.
Desde el ángulo psicoterapéutico, existe la interesante  aproximación del  psiquiatra existencial Rollo May:
“El cuidado es un estado compuesto del reconocimiento de otro ser humano, de un semejante como uno mismo, de la identificación de uno con el dolor o la alegría del otro; de la culpabilidad, la compasión y la conciencia de que todos compartimos la base común de la humanidad a la que todos pertenecemos.”
La perspectiva de Erich Fromm.
Más conocido que Rollo May  es Erich Fromm,  particularmente  su Arte de Amar, por momentos indistinguible del arte de la amistad.
Según Fromm, hay diversos tipos de amor(materno, erótico, amor a sí mismo, amor a Dios,  amor fraternal) uno de los cuales, el amor fraterno , se puede identificar con la amistad.
 Fromm  integra al Cuidado  en los grandes constituyentes, requisitos o radicales del amor: Responsabilidad, Respeto, Conocimiento y Cuidado . Así ,se lee en su  muy conocido “Arte de Amar”:
 “Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas del amor. Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.
Que el amor implica cuidado es especialmente evidente en el amor de una madre por su hijo. Ninguna declaración de amor por su parte nos parecería sincera si viéramos que descuida al niño, si deja de alimentarlo, de bañarlo, de proporcionarle bienestar físico; y creemos en su amor si vemos que cuida al niño. Lo mismo ocurre incluso con el amor a los animales y las flores. Si una mujer nos dijera que ama las flores y viéramos que se olvida de regarlas, no creeríamos en su «amor» a las flores. El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. Cuando falta tal preocupación activa, no hay amor. La esencia del amor es «trabajar» por algo y «hacerlo crecer», el amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja y se trabaja por lo que se ama.
El cuidado y la preocupación implican otro aspecto del amor: el de la responsabilidad. Hoy en día suele usarse ese término para denotar un deber, algo impuesto desde el exterior. Pero la responsabilidad, en su verdadero sentido, es un acto enteramente voluntario, constituye mi respuesta a las necesidades, expresadas o no, de otro ser humano. Ser «responsable» significa estar listo y dispuesto a «responder». La persona que ama, responde. La vida de su hermano no es sólo asunto de su hermano, sino propio.
Siéntese tan responsable por sus semejantes como por sí mismo. Tal responsabilidad, en el caso de la madre y su hijo, atañe principalmente al cuidado de las necesidades físicas. En el amor entre adultos, a las necesidades psíquicas de la otra persona.
La responsabilidad podría degenerar fácilmente en dominación y posesividad, si no fuera por un tercer componente del amor, el respeto. Respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, de acuerdo con la raíz de la palabra (respicere = mirar), la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo, el respeto implica la ausencia de explotación. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma, en la forma que les es propia y no para servirme. Si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, como un objeto para mi uso. Es obvio que el respeto sólo es posible si yo he alcanzado independencia; si puedo caminar sin muletas, sin tener que dominar ni explotar a nadie. El respeto sólo existe sobre la base de la libertad: El amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.
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