domingo, 3 de abril de 2011

Diario Chispas Mitos

La Violeta
Hay algo claro. A Zeus la gustaba Io, sacerdotisa de Hera, su señora esposa. Hasta ahí se da el acuerdo. Luego, el gran disenso ¿ Quién la transformó en ternera, el marido para protegerla de los celos de su bien sufrida esposa , o la cónyuge del Dios supremo con el fin de garantizar la seguridad de su subalterna? El curriculum de la pareja aconseja inclinarse por la segunda alternativa. Zeus deseó y obtuvo los favores de Io. Hera lo supo o estaba en condiciones de saberlo y Zeus, más propenso a resguardar su tranquilidad hogareña que al desafío de la continuidad de sus múltiples vínculos amorosos, optó transformar a Io en ternera, por lo menos hasta nuevo aviso
Io, ternera con memoria humana, pasaba muy triste recordando su vida anterior y, en el centro de ella, a su ilustrísimo amante.
Tan deprimida estaba, que tocó el corazón de Cibeles, diosa de la tierra, quien hizo crecer alrededor suyo una serie de flores con expresión de perplejidad, aptas para que viera en ellas las figuras de seres queridos .Esas flores son las violetas. Muy pequeñas para que contemplara en toda su grandeza a su augusto amante, Cibeles creo los pensamientos, más prestos a la imaginería.
Hasta ahí las violetas, no así la violencia. Han dicho algunos que cuentan lo que otros dicen, coincidiendo con otros que sin querer queriendo van inventando cosas , que Io, ternera y todo, siguió siendo objeto de la guerra no declarada del matrimonio olímpico en el poder. Hera, suspicaz, puso un guardia de vigilante de su ex servidora. Zeus , eficaz, encomendó a Hermes que diera cuenta del guardia, cosa que el gran comunicador llevó a efecto sin dificultades. Hera, indignada, derivó su ira en una persecución de la ex sacerdotisa que hizo que , en sus cuatros extremidades, Io huyera, huyera, hasta llegar a Egipto. Allí, la reencontró Zeus, la reintegró a su condición anterior, le hizo el amor, amor cósmico, hasta el punto de conmover a los cocodrilos del Nilo y, mucho antes que naciera su hijo, partió en busca de nuevas responsabilidades y aventuras.
Io quedó ahora abierta al mundo, de buen ánimo, madre soltera, más cercana a las violetas que a los pensamientos.