viernes, 25 de octubre de 2013

Conversando desde la Amistad (340)


Conversando desde la  Amistad(340)

El Miedo

Versión de una Fábula

Fue ,,,una vez, fue varias veces.
 Se contó no exactamente  igual,
 Pero siempre  manteniendo el hilo central
de fábula, de mito.

Tres personas recorrían un bosque . Era una joven con dos amigos. Ella  los venía conociendo. Le parecieron tan  simpáticos  como confiables y  aceptó la  invitación que le hicieron  para   hacer juntos el camino  que, cruzando el bosque, llevaba a una hostería  donde se iba a realizar  un encuentro  sobre la conducta  a seguir ante  una  epidemia  llamada de fiebre de oveja, una infección  transmitida  por la  lana de oveja  por unos virus,   habitualmente en hibernación,  que  despertaban   con el  contacto de la saliva    de los perros en la sangre. .
La gravedad de la  epidemia tenía muy afectada  a la población ,  por lo que  el encuentro había suscitado mucho interés , a pesar  o , a lo mejor , también, porque se realizaba en un lugar  de difícil  acceso, al que no podían llegar  vehículos  y se podía controlar bien tanto la presencia  de perros , como de ovejas y de ropa de lana.
Ella se llamaba Diana  y era funcionaria de  atención primaria en salud, sus dos acompañantes, dos hermanos denominados Fobos y  Deimos, parecían  trabajar para una empresa de publicidad.
Atardecía , hacía una leve brisa y los árboles , sin cambiar de sitio,  movían sus hojas con  gran libertad y gracia, jugando con la luz y los tonos del verde. La conversación  iba y venía, danzando por los alrededores de la epidemia  y sus avatares
De súbito se  escuchó un ladrido  y  emergió un perro abriéndose camino en dirección a ellos a toda velocidad. Fobos de un salto se encaramó a un árbol cercano, trepando  a  considerable altura . Deimos , sin  mayos pudor,  se protegió refugiándose detrás   de Diana . Diana permaneció serena y le habló al   animal en forma  afectuosa , ofreciéndole un pedazo de pan . El perro  se detuvo  olfateó con parsimonia lo que se le adelantaba , luego procedió a comerlo con  bastante premura, sin hacer mayores comentarios….
Terminada la improvisad merienda, Diana le tocó  suavemente la cabeza, el perro se tendió  de espalda y le ofreció   poco menos que su alma  para que la  acariciara .
“Qué bueno es hacer amistades” dijeron, casi al unísono, los dos  hermanos,  contemplando la escena. Diana, la vista fija en  los ojos del perro  mientras le acariciaba  el pecho, prefirió continuar la conversación anterior . Se limitó a comentar que el miedo era  la peor  epidemia que existía en el mundo.

          


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