Actualidad
Escribe Julio Monsalvo, desde Formosa ,
Argentina
Cartas que salen del Cuerpo (238)
COLOMBIA
Amo a Colombia…
Es el país de Sandra, mi compañera de la vida… Amo su gente… Amo sus
montañas, sus mares, su cielo... La Vida me ha regalado disfrutarlos
conversando con infinidad de personas, recorriendo caminos y calles,
visitando hogares y pueblos, trepando cerros, navegando el Pacífico…
¿Cómo no sentir
tristeza ante el resultado del plebiscito en Colombia que ha rechazado los
Acuerdos de Paz?
Lejos de
pretender hacer una interpretación sobre el voto negativo y la elevada
abstención, me permito señalar que más de seis millones trecientas mil
personas votaron por el Sí.
Se trata de una
cifra importante. Por las informaciones que llegan, son personas que
votaron apoyando plenamente la Paz.
Por otra parte, en
todo este proceso de tratativas que llevaron cuatro años, tuvieron lugar
movilizaciones y un gran despliegue de sentipensares y emociones por la Paz.
Estas energías siguen actuando y están presentes en la Humanidad toda y en
especial en el pueblo colombiano. La Esperanza sigue en pie.
La tristecemia
no es incompatible con la Alegremia, dijimos alguna vez. Y en estos momentos
en que nos invaden la tristeza y la incertidumbre por lo que ocurrirá de
inmediato en la amada Colombia, está presente la Alegremia que nos energiza,
que no permite decaernos ni deprimirnos.
La Alegremia
nos hace Esperanzar. La Esperanza nos lleva a la acción para continuar
en cada instante de nuestro ciclo planetario, trabajando por la paz, por la
vida.
Estamos convencidos
que la gran tarea es ir a lo más profundo, asumir el desafío de recuperar la
Cultura de la Vida.
Decimos recuperar, pues
sentimos que la Cultura de la Vida, es la Cultura natural del ser humano.
Cultura de
solidaridad, de escucha a la Amistosofia que nos enseña el camino de las
relaciones saludables con la Vida en todas sus manifestaciones.
Cultura de fraternidad, sin
odios y sin rencores, una cultura de la cooperación, de la ayuda mutua…
Cultura donde la violencia no tiene lugar.
Cultura que
recuperándose en cada ser, en cada familia, en cada círculo de amigas y de
amigos, genera núcleos que irradian las energías para el desaprender la
cultura adquirida de la competitividad, de la violencia, de la depredación,
de la muerte.
Y de esta manera, sin
discursos ni teorías, encontrándoNOS en el mismo sentir, contagiar Alegremia,
Amistosofía y Paz.
Hasta la
Victoria de la Vida Siempre!
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