lunes, 9 de abril de 2018

El Arte de Vivir 103

El Arte de Vivir 103
La ecologia  del yo y el coraje de ser .(25)
El Ser,el hacer y el  tener (6)

Hay un Mito  de Mesopotamia que abre caminos en las conversaciones sobre el Coraje de  Ser. Es el Mito de  Adapa.

Desde  el sentido común  actual,,se hace  una fosa divisoria entre la valentía y el miedo. O se  centra la atención en exaltar la valentía,  o  en descalificar el miedo.
 No es habitual la integración de un comprender  nuestra vulnerabilidad y , al mismo tiempo, asumir nuestra responsabilidad de   actualizar nuestras potencialidades  y acercarse  a nuestros límites. Desarrollar la comprensión del miedo y  ampliar, enriquecer la aptitud  para hacer frente a los peligros y para  identificarse con  lo humano, con el desarrollo de lo humano.
El mito de Ícaro apunta al valor de aceptar la finitud, de discriminar entre lo valiente, en ese caso volar un largo trecho sobre el mar con alas de pluma y cera, y el ser temerario,  omnipotente, como  fue el que Ícaro volara hacia el sol.
     El mito de  Adapa, de la cultura de la antigua  Mesopotamia, pone de relieve algunas dimensiones de la valentía y de su límite con la temeridad. Se encomia el valor, la  valentía de asociar el compromiso y el desapego.
Adapa era un tipo especial de héroe, un benefactor, educador de su pueblo. Con ascendencia  divina, protegido del Dios Ea, era , sin embargo, un humano, un mortal.
En una ocasión, de pesca por el golfo pérsico, se desencadenó   un viento terrible  y , a pesar de todos sus esfuerzos, su bote naufragó. Indignado, Adapa golpeó al viento, el Dios causante de su desgracia .
Para algunos, la consecuencia fue la fractura de un brazo, para otros un traumatismo encéfalo craneano del personaje  divino Los testimonios son muy dispares. Donde coinciden es en la consecuencia: Anu, el dios supremo, requirió la presencia de Adapa, acusado de golpear a un Dios.
Adapa no vaciló un instante.  Partió a dar su testimonio. Lo llevó a cabo con absoluta humildad y honradez . Anu, impresionado, quiso hacerlo Dos y, para ello, le ofreció los alimentos correspondientes. Adapa,  muy puesto  en su proyecto  humano,  desapegado, rehusó, con toda la cortesía del  caso y retornó a la tierra, a su ciudad, a  seguir educando, compartiendo sus nuevas experiencias, al compromiso. A su proyecto. Mostró coraje de ser humano, coraje de ser.