domingo, 31 de enero de 2016

Para Fábulas y Para Mitos 31

Para Fábulas y Para Mitos 31


Una relación muy especial
Nihil y Fe

La  niebla oprimía, gris, lúgubre, omnipresente, sin dejar ver más allá de un metro de distancia. Era alta la noche. Por precaución se había suspendido el tránsito de vehículos. Sólo se escuchaban,  en sordina, pasos lentos, medrosos, en precario equilibrio sobre las veredas cubiertas  de una pátina de hielo. El frío era intenso y todo era  muy inhóspito,  pero Nihil caminaba con desenvoltura, ajeno a las dificultades agobiantes de los  otros transeúntes  en esa calle del Londres de 1962. Sabía que el contexto era  muy adecuado para materializarse  y llevar a cabo  el encuentro con Fe. Se habían propuesto un diálogo con tiempo y lugar a la escala humana. Entre el creer y el no creer se situaban en la niebla.
Sin necesidad de abrir la puerta, pasó al interior del viejo pub de barrio donde Fe lo esperaba con expresión de complicidad.
Pensé que no darías trascendencia a nuestro acuerdo, dijo ella,  en tono amable. Supuse que confiarías en mi,  respondió él,  irónico, tranquilo
Al interior de la habitación, entre ellos, el clima era cálido, soleado.
Volvamos a lo básico dijo Fe. A ver dónde nos encontramos, manifestó Nihil, en tono de incrédulo civilizado.
Dijo ella:Tu adviertes la falta de sostén último de todo, el gran misterio,  la debilidad desde las raíces de creyentes y de ateos, de científicos,  espirituales,  reformadores  sociales, todos  imbuidos de una presunta autoridad.
Expresó él:Tu mantienes una confianza esencial, como un saber que cabe un sentido en la niebla que nos empapa desde los orígenes.
Sí, expresó la Fe, veo  claramente  como la existencia humana y aun de aquellos seres más evolucionados como nosotros, no traspasa   el misterio del ser,  no llena la nostalgia de absoluto, pero no puedo negar que este encuentro tiene  un sentido .  ¿Piensas de otra manera?
Nihil vaciló,  no pudo contestar, pero se encontró con la mirada de Fe, honrada,  significativa, profunda, abierta a lo inefable.
La ciudad pareció adquirir un momento de vida dentro su inmovilismo doloroso. Era Niebla que sonreía, cómplice, comprensiva.