miércoles, 14 de noviembre de 2018

Fábulas y Para fábulas 11


                                                  Fábulas y Para fábulas 11

Aldonza,  y Miguel

Pasó, como siempre, frente al molino
 próximo al caserío .
La luz del alba le dio esa sensación  de apertura,
de confianza en sí.  Aquella perdida tantas veces
en el naufragio de los crepúsculos.
 Sí, ella era en cierto modo y para siempre una aldeana ,
pero tenía  otros mundos. Otros mundos  dentro de éste,
algunos  dirían, más bien  después.
  Captaba, a distancia, sin conocerlo personalmente,
 el mundo complejo, creador, de Miguel.
Ella le comunicaba ideas, argumentos.
 Eran  momentos especiales para el escritor
Tal vez, según el  mismo lo mentaba
de aquellos propios  de poeta
cuya gracia  no quiso darle el cielo..
Todo se aclaró.
 Hasta la madrugada parecía estar más nítida.
 La narración iba a seguir.
 El lector a quien se le secó el cerebro
  se enamoraría de Aldonza,
 una  aldeana aparentemente imaginaria,
 pero, al fin  y al cabo,  bastante real. 
 Así , dejaría de circular aquello de
“ A falta de moza tiene su Aldonza.”
 Lo pequeño puede ser hermoso. En cualquier mundo.