martes, 16 de abril de 2013

Conversando desde la Amistad (152)


Conversando desde la Amistad(152)
Nicomedes Guzmán
Pablo Vásquez, hijo de Nicomedes  Guzmán, nos envía el texto siguiente, a propósito de los cien años de escritor, a celebrarse en junio del próximo año
Empiezo a integrar  en  mi  repertorio  la anécdota  sobre la pájara en la  jaula que sale al final del texto…..


25 de junio de 2014: 100 años del nacimiento de Nicomedes Guzmán 

Nicomedes Guzmán, nacido en Santiago el 25 de junio de 1914, es uno de los miembros más destacados de la Generación del 38, de extracción proletaria, cuya niñez y adolescencia transcurre inmerso en el mundo del trabajo y de la lucha social organizada que ocurre en su entorno directo familiar. Vive y participa activamente tanto en la acción cívica como de la creación literaria. Su literatura destaca los aspectos sociales que con el naturalismo habían ingresado en la literatura universal, siempre con la mirada interior de la vida del conventillo, en los suburbios de Santiago, de la primera mitad del siglo XX.

Uno de los valores fundamentales de esta generación. Destaca en la obra de Nicomedes Guzmán, la elección de los temas vivos en su momento histórico y de la vida nacional de la época; se relata  la injusticia social, la explotación, la vida miserable de los suburbios, el impacto de la pobreza y la corrupción en el poder, sin perjuicio de la integridad, solidaridad y ternura inherente a la calidad humana.

Su obra, que abarca tanto la novela y el relato como la crítica, cuenta entre sus títulos más importantes Los Hombres Oscuros (1939), La Sangre y la Esperanza (1943), La Luz Viene del Mar (1951) y Una Moneda al Río y Otros Cuentos (1954). Su producción literaria indaga en la miseria de las zonas suburbanas y se puede leer como una profunda reflexión socio histórico sobre la injusticia social.

Su novela capital, La Sangre y la Esperanza, situada históricamente en el conflicto de la huelga de los tranviarios de la década de 1930, es una panorámica de una variada tipología social. Su contacto directo con la miseria despertó una gran rebeldía y un genuino anhelo de justicia; hizo que su narrativa profundizara, además, en la sicología de los personajes, para buscar así las raíces de sus  amores, odios, sentimientos y conductas. Escritor inaugural de una nueva visión de la marginalidad, reviste el mundo narrado bajo un prisma de esperanza y redención histórica.

Su obra, desde su primer libro de poesías, La Ceniza y el Sueño (1938), hasta sus novelas más importantes, intenta explorar desde una perspectiva social activa y metafórica, a la vez, las causas y consecuencias de la jerarquización desigual en la sociedad capitalista.
En su vasta trayectoria, Nicomedes Guzmán tuvo en cuenta afianzar tradiciones, reconocer a Chile en sus hombres y lugares, y buscó  abrir nuevos surcos profesionales, impulsando y promoviendo el trabajo de escritores inéditos, divulgando y enriqueciendo lo nacional, creando nuevas colecciones, hizo antologías  y usó tribunas gremiales, de prensa  y universitarias. Murió el 26 de junio de 1964, inmediatamente luego de celebrar su cumpleaños 50.

Guzmán, escritor y periodista de origen proletario, es reconocido como el más genuino exponente de la generación del 38, a pesar de morir tan joven, alcanzó a legar una vasta obra literaria caracterizada por el rescate de los valores de la familia proletaria y sus luchas de la primera mitad del siglo 20 ambientada en los suburbios de Santiago, barrio Mapocho. Fue un promotor excepcional de la literatura chilena en general y de los nuevos autores en especial, incluyéndolos en dos colecciones de cuentos y en vriadas notas bibliográficas en revistas, diarios y talleres literarios, en municipalidades y universidades del país. En 1944 obtiene el Premio Municipal de Santiago  (novela), por su obra “La Sangre y la Esperanza”. y en 1963 recibió el Premio Nacional del Pueblo otorgado por la Municipalidad de San Miguel en su género novela. Era serio candidato al Premio Nacional de Literatura cuando murió en 1964.

Asumido el Gobierno Popular en 1970, su obra La Sangre y la Esperanza fue el primer novelista editado por la Editorial Quimantú, y en tres partidas la edición sumó un tiraje total cercano a los 100000 ejemplares. Fue sacado del listado de autores a integrar en la enseñanza media de Castellano por la dictadura.

El legado valórico de la obra de Nicomedes Guzmán se pone de actualidad y se ve fortalecido e irradiado con fuerza a las nuevas generaciones que se incorporan en el ascenso de la lucha y ansias de soberanía popular, rescata la novela social en la memoria y realidad colectiva, donde el hombre y la familia corriente funde todo su devenir en ell movimiento social, con el entorno de lucha por el bienestar material, con su interior, sus valores, su ternura y sus amores, altamente sensible tanto por sí mismo como con los otros, tanto en la realidad de los barrios pobres de Santiago y las ciudades del país, como en sus alrededores del campo y el litoral. 

Sus dos novelas “La Sangre y la Esperanza” y "Los Hombres Obscuros"  y su crónicas  “Estampas Populares de Chile”, editados actualmente son  testimonio de que lo genuinamente popular es reconocido,  está vivo en cada rincón del país y la literatura social que testimonia sigue deambulando en plazas y barrios; la ternura de aquel que se gasta el único billete que tiene en comprar un pájaro en su jaula sólo para luego abrirla y verlo volar, todavía nos emociona y dice que la literatura nicomedeana está tan viva como necesaria lo es.

LIBERTAD NICOMEDIANA

Nicomedes Guzmán fue un demócrata y libertario cabal y amante conmovedor de la libertad del hombre o de cualquier ser viviente. Nicomedes compró un día – pese a las protestas de mi madre, porque estaba gastando el dinero de la comida- una jaula con una “pájara canora”, según el pregón comercial del vendedor callejero. Una vez que la transacción se concretó, Nicomedes liberó el avecilla ante la mirada atónita del comerciante y de algunos transeúntes de la vieja Alameda. Y luego, dirigiéndose al negociante, le dijo con un dejo de dureza: “Parece que usted, mi amigo, no tiene idea de lo que es libertad. Tome su jaula. Si puede, métase adentro y me entenderá”.




PABLO NERUDA, prólogo a “La Ceniza y el Sueño” (poemas) de Nicomedes Guzmán

Cuando Nicomedes Guzmán, descargó sus libros tremendos, la balanza se vino abajo, porque nunca recibió un saco tan verdadero. No era un costal de joyas. La verdad pesaba como una piedra. Los dolores llenaban aquellos libros andrajosos y deslumbradores, que se nos echaban a la conciencia.

Pero siempre en Guzmán existió la ventana submarina y ninguna desdicha encarceló su espacioso corazón. Por la ventana labrada en sin par esmeralda entraron en él inabarcables sueños, y hoy este pequeño volumen de versos reaparece con los adolescentes tesoros.

Con placer represento estas líneas fugaces, más tiernas que el pan purísimo, suaves como el joven vino.

Su susurrante dulzura pareciera no convivir con las cicatrices que nos imprimió “La Sangre y la Esperanza”, pero es signo de la grandeza que el escritor que nos develara el infierno de las calles de Chile tenga otro sello de errante desvarío, sueños y cenizas que le agregan la infinita dimensión de la poesía.

No hay unidad del hombre y la vida sin que se hagan presentes la realidad y el sortilegio. Por eso este librillo olvidado por su autor lo identifica una vez más como escritor victorioso: una vez por la conciencia inapelable y otra por los sueños irrenunciables. 

Isla Negra Septiembre de 1959
Foto: Cuando Nicomedes Guzmán, descargó sus libros tremendos, la balanza se vino abajo, porque nunca recibió un saco tan verdadero. No era un costal de joyas. La verdad pesaba como una piedra. Los dolores llenaban aquellos libros andrajosos y deslumbradores, que se nos echaban a la conciencia.
Pero siempre en Guzmán existió la ventana submarina y ninguna desdicha encarceló su espacioso corazón. Por la ventana labrada en sin par esmeralda entraron en él inabarcables sueños, y hoy este pequeño volumen de versos reaparece con los adolescentes tesoros.
Con placer represento estas líneas fugaces, más tiernas que el pan purísimo, suaves como el joven vino.
Su susurrante dulzura pareciera no convivir con las cicatrices que nos imprimió “La Sangre y la Esperanza”, pero es signo de la grandeza que el escritor que nos develara el infierno de las calles de Chile tenga otro sello de errante desvarío, sueños y cenizas que le agregan la infinita dimensión de la poesía.
No hay unidad del hombre y la vida sin que se hagan presentes la realidad y el sortilegio. Por eso este librillo olvidado por su autor lo identifica una vez más como escritor victorioso: una vez por la conciencia inapelable y otra por los sueños irrenunciables. 
Isla Negra Septiembre de 1959. Pablo Neruda, prólogo de “La Ceniza y el Sueño”