Formación 32
Disciplina
Individual 4
Revisión de las últims 24 horas 3
Los Momentos Angostantes
Tras la fase descriptiva y la de autocrítica viene el
trabajo con las reacciones emocionales desbalanceadas, aquellas que sentimos
"estrechadoras", ajenas a nuestro proyecto, a cómo queremos ser. Esta
es la parte más controversial de la metodología. Contraviene un sentir muy
difundido sobre las emociones, el de que hay que ser 6&auténtico" y
"permitirse" vivir lo que se siente. Tenemos un sistema nervioso muy
antiguo, capaz de reaccionar en forma desmedida, viviendo como amenaza lo que
no es tal. Muchas de nuestras rabias, de nuestras celos, de nuestros temores,
no nos llevan a "vivir mejor", al contrario, nos constriñen, nos
angostan, nos reducen. Para poder comprometemos mejor con nuestro proyecto de
vida necesitamos tener la salud, el poder, de desapegarnos, de no involucrarnos
en lo que nos aparece como "chico", como no nuestro. Al examinar
nuestro día, nos topamos con reacciones donde estuvimos "fuera de nosotros
mismos", con iras, celos, miedos, culpas, ansiedades, que nos han
"reducido", sacándonos de "cómo queremos ser”.
La propuesta es revisar si hemos tenido una reacción
de esa índole en las últimas veinticuatro horas y, si la ha habido, realizar
con ella una "imaginería afectiva". Este ejercicio consiste en
rememorar la escena. Por ejemplo, nos dijeron una palabra que no nos agradó y
tuvimos un estallido de rabia. Entonces, se intenta recordar el episodio en la
forma más realista posible y se procede a fantasear con que nos mantuvimos
tranquilos. ¿Me sigues? Lo único que cambiamos en la imaginería, es el estado
afectivo. Imaginamos que no nos dejamos llevar por la reacción
"angostante", no tuvimos rabia, por ejemplo. Esto no lleva implícito
el que no juzguemos lo que se nos dijo de una manera crítica. El cambio deseado
reside en nuestra reacción emocional. La intención es de disminuir la
gravitación de emociones que empequeñecen nuestros horizontes y limitan nuestro
aporte a la vida, a la salud en sentido integral.
Se trata de poder distinguir nuestro sentir más
profundo, nuestro adherir a una forma de estar en la vida, de lo que nos viene
de un fondo arcaico o, posiblemente, de una formación previa a nuestro proyecto
para la salud integral. El yo debe ir discriminando, actuando ecológicamente
con respecto a las emociones. Conociéndolas, respetándolas, aprendiendo de
ellas, pero sin dejarse arrastrar, asumiendo el sentido crítico al servicio del
proyecto de vida.
La imaginería afectiva va ligándonos, poco a poco,
acercándonos a un estado de serenidad que facilita el que nuestra actuación
cotidiana se concentre en nuestro propósito de embellecer la vida, a nuestra
escala, según nuestras capacidades, "de cada uno según sus capacidades de
aportar a la vida, la suya y la vida en general".