Conversando sobre la Amistad (258)
Encuentros profundos y desencuentros pasajeros en una gran Amistad.
Lo amigable , el diálogo, la amistad, invitan a encontrarse, a creer y a
estar alerta , a resistir el miedo, a
desarrollar la creatividad
humanizadora en el camino
de la creación de Plazas de la Amistad… Amistad, que asume supera los
desencuentros,como se da entre y Creer
y Alerta, en este texto de Nora y
Teresa, participantes del curso taller
Amistad, Poesía y Salud de la calle República de Cuba, de Santiago
Dos amigas
se encuentran en la Plaza de
la Amistad
Apenas
ha empezado octubre y la plaza de
La Amistad ya está llena de niños. El
banco de bajo el cedro es donde Creer y Alerta cada nueva primavera se vuelven
a encontrar.
Aunque
dos años menor que su amiga, Alerta es mas bien interna, es intensa. Creer es
en cambio liviana y expresiva.
A
pesar de sus diferencias, y tal vez precisamente por ellas, desde que se conocieron en la plaza de
la Amistad, en el banco debajo del cedro, hace unos años, Creer y Alerta son
amigas incondicionales y por lo
general la pasan muy bien juntas.
Las
tardes mas luminosas son esas en
que las amigas se dan cuenta que pueden confiar una en la otra; esas tardes ellas danzan a la vida. Alerta levanta los brazos, Creer la toma de las manos y
ambas sienten entonces cómo la brisa suave levanta sus vestidos, cómo las dos vuelan tocando con los pies las hojas del cedro que
ríen también, celebrando la alegría. La llamaron la Danza de la Celebración
Total.
Así
como vuelan en su danza, ocurre también que hay tardes en
que las amigas no la pasan nada bien.
Es cuando aparece el miedo… un
miedo pesado y denso que se instala en las palabras, en los silencios,
en las miradas y en los juegos.
Un miedo que, ocupando casi
todo el banco de bajo el cedro, hace que nada funcione.
En
esas tardes oscurecidas por el miedo,
los juegos y las palabras, las manos y los vestidos, las palabras y las
miradas comienzan también a
oscurecerse. Y puede comenzar la
noche sobre cualquier tarde recién
empezada. Entonces Creer duda, lo
que constituye su mayor dolor; por su parte Alerta se confunde. Y es que en
algún lugar de la plaza de la Amistad las amigas han perdido la confianza.
Cuando
todo eso ocurre, una sola cosa desvanece al miedo y parece quitarle todo
vestigio de consistencia. Creer y
Alerta ya lo aprendieron: echadas sobre la yerba y mirando las
hojas del roble y tras de ellas
las nubes claras de primavera, ellas
entonan despacito una canción. Es una canción que inventaron para
agradecer a la vida. Ellas saben que mientras su corazón
y sus ojos agradezcan a
la vida, podrán ver la
parte llena del vaso de la alegría, del vaso de las palabras, del vaso de los
juegos, de los encuentros y de las
miradas, el vaso de la plaza de la
Amistad, del banco debajo el cedro.