domingo, 10 de enero de 2016

Desarrollo Personal y Cambio Cultural 22



Desarrollo Personal y Cambio Cultural  22

El Yo Integrador y las grandes Antinomias 3

La ecología ha pasado, de ser una ciencia de la relación del ser vivo con el entorno, a constituir un movimiento sociocultural con presencia en la arena política contingente y a empezar a convertirse en la inspiración de una nueva mirada a la cultura, al ser humano y a la realidad como un todo.

 La relación individuo‑los otros y lo otro, desde el yo integrador, necesita ampliar la visión del campo de la ecología. Hay puentes de sentido transitando entre la ecología de la contingencia política y la vida cotidiana, el enfoque paradigmático de conjunto y las vertientes personales, subjetivas, de la ecología. Esta ecología de las ópticas epistemológicas, de la subjetividad, de las vivencias, del desarrollo de la conciencia, es esencial en la salud y la educación para la formación de los vínculos significativos, con los otros, en interacción; inscritos en un mismo referente laboral o cultural; con la sociedad; con la humanidad; con la cultura material y espiritual; con la trascendencia; con la naturaleza.

La relación del yo integrador con la trascendencia refleja y hace de medio articulador con mucho de lo conversado.
 Este aspecto de la propuesta tal vez ponga especialmente a prueba tu tolerancia a lo que se aparta del paradigma dominante.

 Al mirarse a sí mismo, el yo deja de pisar tierra firme, entra en una vivencia de desasosiego, de pérdida de familiaridad. Dejamos de fluir, de sentimos integrados con el mundo.

Es el momento en que la integración profunda adquiere un espacio, suscita un propósito, una intención de dirigirnos hacia nosotros mismos, trascender el condicionamiento, lo mecánico de lo cotidiano. Si nos ponemos a observar nuestra mente, en ese momento, advertimos una cierta distancia que nos permite sentir "yo no soy mis sentimientos, mis sensaciones, mis pensamientos".

Es una paradoja; miramos nuestro yo como desde fuera, observamos los contenidos de nuestra mente como separados de nosotros y nuestros pasos son integradores... no estamos destruyéndonos, caotizándonos, vamos profundizando, trascendiendo. Nos encontramos haciendo posible actualizar una dimensión de la integración que generalmente permanece en estado virtual: la unión del yo empírico con el yo "profundo".

 Hay una larga polémica sobre la trascendencia del yo. Sartre es uno de los más sutiles y rigurosos negadores de su realidad .60 Personalmente, me atengo a una experiencia, vivida por muchos, al alcance de todos. Experiencio, percibo al yo colindando con lo "más allá de las posibilidades humanas", misterio y no problema, apertura, pregunta, no constructo de la "exaltación humana". No podemos decir nada a modo de "explicación" sobre su naturaleza, si lo hiciéramos no sería trascendente, misterio. Hay en el otro, en mí, una vivencia, un plano, un centro, portador de asombro, de una naturaleza distinta a la de la realidad habitual. "Más allá" de ella.

Esta vivencia personal, de ser trascendente, se empalma con la visión de lo significativo de la vida y de la profundidad de los encuentros persona a persona, de la construcción de comunidad, de la intervención en el desarrollo. Vivimos aquí, en lo operativo, en la inmanencia. A la vez, trascendemos. A través de nuestra interioridad y de nuestra obra, alcanzamos la vivencia del trascender juntos en el trabajo con sentido comunitario, en la amistad, en el encuentro, en el amor, en la magia de los niños. La integración de lo trascendente se logra en la medida en que se lo percibe, en uno, en la comunicación con el mundo, y se la vive en la inspiración para asumir creadoramente la inmanencia, para participar en el perfeccionamiento de la realidad.