Conversando desde la Amistad (204)
Leyendas chilenas
Una batalla permanente
entre las olas
Es entre Concón y Quinteros
A muchos años de la revolución del
91 y el suicidio de Balmaceda , ya no se oye cantar a la juventud:
Estaba Balmaceda, tomándose el chocolate
Y vinieron a avisarle que ya empezaba el combate
Iguar, iguar, iguar
Triunfó la oposición
Qué viva Balmaceda
abajo el tonto barbón
de Jorge Montt
Sin embargo, todavía
hay pescadores que ven , entre
las olas , preferentemente donde
ellas revientan , una de las batallas de esa cruenta guerra civil.
Lo había dicho Baudelaire, El mar es nuestro espejo. El mar
puede relejar el amor y, también ,
la guerra.
Según
refieren los pescadores de
esa zona de la costa , sucede, incluso,
algo más sorprendente;
en ese àmbito del mismísimo
Pacífico emerge , de vez en cuando,
toda una ciudad, una ciudad
encantada.
DIce
Sergio, lúcido artesano de Isla
Negra, que la pesca es una meditación. La batalla encantada y la ciudad nacida de las aguas llevan a concluir que el
pescar también puede nutrir
imaginerías.