martes, 18 de marzo de 2014

D. Personal, c. Cultural y n. Paradigma(76)


Desarrollo Personal, Cambio Cultural y Nuevo Paradigma (76)
               La metodología de  auto desarrollo  con la orientación de la salud integral (15)
 Desarrollo de la metodología(2)

La Disciplina  Individual (2)
La revisión de las últimas 24 horas
2.2 La evaluación. En la práctica autogestada se pasa, sin solución de continuidad, de la descripción a la evaluación. Como queda dicho, en las demostraciones, a veces, cabe hacer un corte en la experiencia para hacer señalizaciones. La evaluación, o autocrítica, es la ponderación de lo propio en el sentido de lo positivo y lo negativo, las dudas, lo inclasificable y la recuperación de lo que aparece como u ti aprendizaje, vago y en ciernes o bien, formalizado. No se trata, como emerge en los estereotipos, de destacar sólo lo negativo o de explicitar, exclusivamente, las cosas bien definidas. En una primera etapa, la autocrítica es, tal como se la piensa habitualmente, muy acotada a lo personal ‑«¿cómo lo hice, cómo estuve?». En la medida que los sujetos van practicando y adquiriendo, progresivamente, más fluidez, se incorporan, paulatinamente, las instancias de identificación, la autocrítica, además de mi mismo, de mi familia, mi equipo de trabajo, mi núcleo inmediato en definiciones de ideas o en disciplinas de desarrollo personal. La evaluación tiene tres partes: La primera se asocia a lo que es más axial del marco de referencia sobre desarrollo humano, respondiendo a la interrogante de cómo me evalúo, de acuerdo a mi concepción más global de como quiero ser como persona, se trata de visualizar las nietas más profundas. Desde la perspectiva de la metodología que se trabaja, en el centro está el procurar una ecología del yo, satisfaciendo, inmediatamente, la necesidad de cohesionarse, de integrarse, de diferenciarse y, al mismo tiempo, de desapegarse, de ponerse en el lugar del otro, de trascender, de sentirse parte del proceso de desarrollo humano. Cada sujeto debe encontrar ‑o vitalizar ­su propio marco referencial, evaluar según su propuesta, su filosofía de vida reducida a lo más esencial.

En un segundo momento, se pasa a considerar que se está particularmente «cuidando» en los rasgos personales. Lo habitual es que se está «trabajando» alguna deficiencia ‑ser autocentrado, ser tímido, ser altanero, ser iracundo, ser dependiente. Son muchas las otras «debilidades» posibles que se desea ir consiguiendo, superar. Es posible y conveniente, incorporar, también, la atención, el «pastoreo», de lo que son «fortalezas», ventajas comparativas a las que se quiere seguir enriqueciendo. Hay personas con facilidades de contacto, dotes estéticas, condiciones para lo parapsicológico, solidaridad muy especial e infinitas otras dimensiones «positivas» posibles que siguen a diario una evolución de cómo se va perfeccionando, o no, esa cualidad.              


En tercer término, está la consideración de los emergentes, lo no esperado de la experiencia diaria. ¿Qué se puede aprender de ello?, ¿cómo se puede ir observándolos para formarse un criterio? Entre los múltiples ejemplos esta la sorpresa por haberse avergonzado de algo, incluso enrojecer sin saber por qué. Es un emergente, algo a tener presente en las futuras evaluaciones. Otro caso, de reciente observación es el de una persona que, haciendo una exposición sobre un tenia, notó de improviso una facilidad especial para hacer asociaciones y seducir al público. Era algo nuevo, difícil de ponde­rar entre positivo ‑la creatividad‑ y negativo ‑una posible facilidad ambulatoria, en todo caso, un emergente, materia para el proceso permanente de auto evaluación.

En la medida que se pase, con el tiempo, a evaluar la familia y otros grupos, también habrá que seguir estos caminos que se trifulcan, el contraste con el eje referencia], la utopía, la razón de ser del grupo, las características positivas o negativas que se ha optado por evolucionar, la sorpresa, lo nuevo, lo emergente.




El facilitador desarrolla un guión de aproximadamente el tenor siguiente: «Llevamos a cabo la descripción de nuestras 24 horas. Supongamos que hemos concluido. Estamos en una demostración. Ustedes encontrarán el espacio y el momento para retomar el ejercicio. Ahora, pasamos a la segunda fase de la revisión diaria, la evaluación o autocrítica. Vamos a ver lo bueno y lo malo, aquello a lo que no podemos poner nota, lo que aprendimos. No nos sintamos obligados a definirnos, sobre todo. Puede haber muchas dudas. No nos paralicemos, tampoco, esperando un juicio muy riguroso. Es lo que podemos hacer ahora, con el ejercicio que tenemos en este momento...

Empezaremos pensando, por un momento, en cómo queremos ser, cómo nos parece que debe «ser» un ser humano. Hablamos del equilibrio entro nosotros y los otros, lo otro. Puede que en ese momento se les haya hecho presente alguna distancia, otro centro, otro acento. Vean lo que se les ocurre ahora, como definimos en pocas, muy pocas palabras, cómo quieren ser. No lo olviden. Ahora, otra pregunta, ¿están siguiendo alguna cualidad, algún defecto, algo que observar a diario lo más frecuentemente posible... Veamos... Primero piensen en ese día que recorrimos, en esas 24 horas. Recuerden esa idea general, ¿cómo quieren ser? De acuerdo con ello, ¿como evalúan el día, lo positivo, lo negativo, lo que no esta claro... ¿Surgen preguntas? ¿Cómo evaluar el día que estamos revisando de acuerdo a cómo quieren ser?

Supongamos que lo hicimos. Veamos esas características, fortalezas o debilidades que estamos siguiendo, que quisiéramos seguir. ¿Qué pasó con ellas.... avanzamos.... habrá algo positivo, negativo, dudoso, algo que aprender?

Consideramos que ya hicimos la experiencia. Veamos, ahora, si tuvimos sorpresas, hallazgos, cosas que nos llamaran la atención sobre cómo actuamos, para bien o para mal. Veamos lo que hicimos, lo que se nos ocurrió, lo que soñamos, leímos, vimos en televisión, nos contaron... Hay algo para aprender, aunque ahora no esté muy claro, sólo sabemos que cierta cosa nos intriga, nos preocupa, queremos saber más». En la medida que se pase al examen de la familia u otras instancias, se sigue un orden similar al de la observación del sujeto.

Igual que con la descripción, cabe la opción de abrir una conversación al terminar esta parte del ejercicio, o esperar el fluir de la etapa de revisión diaria o de toda la disciplina individual.
La instancia de la evaluación, la autocrítica, impregna toda la racionalidad integradora. Es, seguramente, parte importante del centro en que se entrecruzan los cuatro pares de ideas‑fuerza.:
 La individualización y la óptica universal
El amor y el desapego
La incertidumbre  la certidumbre
La creatividad y la seguridad
El facilitador desarrolla un guión de aproximadamente el tenor siguiente: «Llevamos a cabo la descripción de nuestras 24 horas. Supongamos que hemos concluido. Estamos en una demostración. Ustedes encontrarán el espacio y el momento para retomar el ejercicio. Ahora, pasamos a la segunda fase de la revisión diaria, la evaluación o autocrítica. Vamos a ver lo bueno y lo malo, aquello a lo que no podemos poner nota, lo que aprendimos. No nos sintamos obligados a definirnos sobre todo. Puede haber muchas dudas. No nos paralicemos, tampoco, esperando un juicio muy riguroso. Es lo que podemos hacer ahora, con el ejercicio que tenemos en este momento...

Empezaremos pensando, por un momento, en cómo queremos ser, cómo nos parece que debe «ser» un ser humano. Hablamos del equilibrio entro nosotros , los otros y lo otro. Puede que en ese momento se les haya hecho presente alguna distancia, otro centro, otro acento. Vean lo que se les ocurre ahora, como definimos en pocas, muy pocas palabras, cómo quieren ser. No lo olviden. Ahora, otra pregunta, ¿están siguiendo alguna cualidad, algún defecto, algo que observar a diario lo más frecuentemente posible... Veamos... Primero piensen en ese día que recorrimos, en esas 24 horas. Recuerden esa idea general, ¿cómo quieren ser? De acuerdo con ello, ¿como evalúan el día, lo positivo, lo negativo, lo que no esta claro... ¿Surgen preguntas? ¿Cómo evaluar el día que estamos revisando de acuerdo a cómo quieren ser?
Supongamos que lo hicimos. Veamos esas características, fortalezas o debilidades que estamos siguiendo, que quisiéramos seguir. ¿Qué pasó con ellas.... avanzamos.... habrá algo positivo, negativo, dudoso, algo que aprender?

Consideramos que ya hicimos la experiencia. Veamos, ahora, si tuvimos sorpresas, hallazgos, cosas que nos llamaran la atención sobre cómo actuamos, para bien o para mal. Veamos lo que hicimos, lo que se nos ocurrió, lo que soñamos, leímos, vimos en televisión, nos contaron... Hay algo para aprender, aunque ahora no esté muy claro, sólo sabemos que cierta cosa nos intriga, nos preocupa, queremos saber más». En la medida que se pase al examen de la familia u otras instancias, se sigue un orden similar al de la observación del sujeto.

Igual que con la descripción, cabe la opción de abrir una conversación al terminar esta parte del ejercicio, o esperar el fluir de la etapa de revisión diaria o de toda la disciplina individual.

En forma muy especial se da el espacio de integración, fundante, del conocerse y el desarrollarse, transformándose. Los objetivos de la evaluación son, posiblemente, mucho más obvios que los de otros aspectos de la metodología:

a) La relación con el marco de referencia propende a la profundización crítica, a ahondar y a encaminar los fundamentos del acuerdo con determinados valores e ideas.
b) En la medida que se vive ese proceso, se va facilitando lo esencial del autocuidado: la autonomía frente al autodesarrollo, el tener directrices propias.

e) El incorporar la dimensión positiva, lo mismo que el legiti­mar las dudas, viene a abrir cauces para el paradigma no autoritario, en contraste con la tendencia doni1nante a polarizarse en la deficien­cia, y a no dejar espacio para lo indefinido y las interrogantes.

d) El trabajo con rasgos positivos o negativos ayuda a articular lo cotidiano con el marco referencia], estableciendo un terreno común a la observación, a lo concreto y a la ética y las utopías personales.
e) En el hallazgo y encauzamiento de los emergentes, hay un respaldo especial a la relación de complementación entre el inves­tigar y el crear, descubrir, seguir, hacer asociaciones, innovar.
.