Conversando sobre la Amistad (270)
Amistad con la música
Pablo Porcel médico recién recibido, nos
envía, nos regala, este
testimonio de amistad con la
música
Mi Amistad
con la Música.
“La Pequeña Musa”
Amistad con la Pequeña Musa
Sin la música,
la vida sería un error.
Friedrich Nietzsche
En la música, los sentimientos
vuelven a su estado puro,
y el mundo no es sino música hecha
realidad
Arthur Schopenhauer
A partir de la sabiduría,
entendimiento.
Del entendimiento, compasión.
De la compasión, el amor.
Richard Wagner
En los años
en que la fuerza bruta sube hacia el cuerpo del hombre,
cuando
irrumpe la pubertad, y pareciera que el cuerpo va a ser arrojado
hacia
velludas formas animales, antes de ser rescatado
sostenido y
embriagado por el festejo dionisíaco de la existencia,
en ese
entonces, parecíame que grandes moles cúbicas gobernaban todo,
siguiendo el
impulso de pequeñas voluntades ciegas de su interior
que se
agitaban impenetrables como átomos.
Ante este
espectáculo de azar, la suma de todas las posibilidades
enredadas en
un juego caótico parecían arrojar desde sí
excreciones
múltiples, invaluables, no sujetas a sentido alguno.
Cual simple
salpicadura del caos aparecía la existencia humana,
preguntando
en vano por su sentido: sólo voluntad ciega.
El corazón
en esta
obscuridad turbado,
desesperaba
de no encontrar
el sentido
de lo amado.
Cual error
del azar
parecía
surgido
el capricho
realidad:
todo lo
querido.
¡Pobre
corazón aterido!
¡Pensando encuentra
frío!
¡Amparadlo!
¡Armonía!
¡Ah!
¡pequeña musa!, ¡llegas tú mi consuelo!,
Lengua
universal que por el corazón cantas.
Al
pensamiento encantas: desviste tus leyes.
En la
musical armonía, el pensar observa
las
implacables leyes que al sentimiento guían:
Suave
tristeza, lamento interior,
en tonos
menores escuchad mi canción:
la tercera
es oscura, resuena un bemol.
Expansión
alegre, melodía radiante,
en tonos
mayores dejadme que cante:
resuena un
sostenido, la tercera es brillante.
Claridad del
corazón, confianza del pensar:
la voluntad
del mundo se puede escudriñar
¡Dionisio!
Podéis festejar.
-
Septenio más tarde, en los años en que despunta la vivencia de
aquella
vacía integridad del ser, y la razón, con justo co-razón parece
cantar solo sé que nada soy; antes de ser sostenido,
equilibrado y esculpido, por la elegancia apolínea del ser,
en ese entonces, parecíame que un éxtasis sobrenatural
se hallaba, cual dionisiaco vino, derramado sobre el acontecer, siguiendo
el mandato de la eternidad que se mostraba a sí misma cada instante.
Como ríos de luz el pensar, quería relacionarlo todo, ofrendando
imagen magnífica a la extática voluntad; mas la yoicidad
desparramábase
como disuelta en fúlgidas ideas arrojadas hacia la periferia.
Ante este espectáculo incontráctil, la voluntad en inerte vacío
preguntaba en vano por su conducción: eterno retorno de fijas ideas.
El corazón
en esta luz embriagado
desesperaba de no guiar
hacia el amor, lo pensado.
Cual falsa perfección
lo jamás realizado
parecía cumplido:
todo lo pensado.
¡Pobre corazón engañado!
¡Desea actuar, mas está dilatado!
¡Guiadlo! ¡Ritmos!
¡Ah! ¡pequeña musa!, ¡llegas tú mi consuelo!,
canto eterno en el tiempo encarnado.
Compases sagrados mi corazón aprende,
¡la voluntad se mueve!: Guiadle con ritmo.
Está superado el instante.
Ideas sentidas, dimensiones lejanas.
Oíd como se teje la melodía:
aún no concluido el pasado y ya el futuro anunciado.
Armoniosas melodías, con ritmo en el tiempo pulsáis:
tensionáis lo mostrado para resolverlo en un nuevo mostrar
¡Oh música! ¡libertad de jugar! ¡eterno retorno de la creatividad!
¡Apolo! ¡Equilibrad!
-
El Amor santifica su nombre:
Lo inmanifiesto puede hacerse palabra.
La esencia actuante de lo humano, se forja.
¡Mirad como se esculpe el calor!
¡Dadme tus fuegos Dionisio!
¡Apolo! dadme tus formas.
Expansión confiada ¡sed iluminada!; segura contracción ¡llevad a la acción!
¡Mas seguid el tiempo, tened eu-ritmo!
¡Musa llena de gracia!
¡Inspirad nuestra nueva hermandad!
¡Dadnos tu nuevo lenguaje!
¡Cantad, Cantad, Parsifal!