sábado, 30 de junio de 2012

Conversando sobre la Amistad (270)


Conversando sobre la Amistad (270)

Amistad con la música
Pablo Porcel médico recién recibido, nos envía, nos regala,  este testimonio   de amistad con la música
Mi Amistad con la Música.
      “La Pequeña Musa”
Amistad con la Pequeña Musa

Sin la música,
la vida sería un error.
Friedrich Nietzsche


En la música, los sentimientos vuelven a su estado puro,
y el mundo no es sino música hecha realidad
Arthur Schopenhauer


A partir de la sabiduría, entendimiento.
Del entendimiento, compasión.
De la compasión, el amor.
Richard Wagner





En los años en que la fuerza bruta sube hacia el cuerpo del hombre,
cuando irrumpe la pubertad, y pareciera que el cuerpo va a ser arrojado
hacia velludas formas animales, antes de ser rescatado
sostenido y embriagado por el festejo dionisíaco de la existencia,
en ese entonces, parecíame que grandes moles cúbicas gobernaban todo,
siguiendo el impulso de pequeñas voluntades ciegas de su interior
que se agitaban impenetrables como átomos.

Ante este espectáculo de azar, la suma de todas las posibilidades
enredadas en un juego caótico parecían arrojar desde sí 
excreciones múltiples, invaluables, no sujetas a sentido alguno.
Cual simple salpicadura del caos aparecía la existencia humana, 
preguntando en vano por su sentido: sólo voluntad ciega.

El corazón
en esta obscuridad turbado,
desesperaba de no encontrar
el sentido de lo amado.

Cual error del azar
parecía surgido
el capricho realidad:
todo lo querido.

¡Pobre corazón aterido!
¡Pensando encuentra frío!

¡Amparadlo! ¡Armonía!

¡Ah! ¡pequeña musa!, ¡llegas tú mi consuelo!,
Lengua universal que por el corazón cantas.
Al pensamiento encantas: desviste tus leyes.
En la musical armonía, el pensar observa
las implacables leyes que al sentimiento guían:

Suave tristeza, lamento interior,
en tonos menores escuchad mi canción:
la tercera es oscura, resuena un bemol.

Expansión alegre, melodía radiante,
en tonos mayores dejadme que cante:
resuena un sostenido, la tercera es brillante.

Claridad del corazón, confianza del pensar:
la voluntad del mundo se puede escudriñar

¡Dionisio! Podéis festejar.

-

Septenio más tarde, en los años en que despunta la vivencia de aquella 
vacía integridad del ser, y la razón, con justo co-razón parece 
cantar solo sé que nada soy; antes de ser sostenido, 
equilibrado y esculpido, por la elegancia apolínea del ser,
en ese entonces, parecíame que un éxtasis sobrenatural
se hallaba, cual dionisiaco vino, derramado sobre el acontecer, siguiendo
el mandato de la eternidad que se mostraba a sí misma cada instante.

Como ríos de luz el pensar, quería relacionarlo todo, ofrendando
imagen magnífica a la extática voluntad; mas la yoicidad desparramábase
como disuelta en fúlgidas ideas arrojadas hacia la periferia.
Ante este espectáculo incontráctil, la voluntad en inerte vacío
preguntaba en vano por su conducción: eterno retorno de fijas ideas.

El corazón 
en esta luz embriagado
desesperaba de no guiar
hacia el amor, lo pensado.

Cual falsa perfección
lo jamás realizado
parecía cumplido:
todo lo pensado.

¡Pobre corazón engañado!
¡Desea actuar, mas está dilatado! 

¡Guiadlo! ¡Ritmos!

¡Ah! ¡pequeña musa!, ¡llegas tú mi consuelo!,
canto eterno en el tiempo encarnado.
Compases sagrados mi corazón aprende, 
¡la voluntad se mueve!: Guiadle con ritmo.
Está superado el instante.

Ideas sentidas, dimensiones lejanas.
Oíd como se teje la melodía:
aún no concluido el pasado y ya el futuro anunciado.

Armoniosas melodías, con ritmo en el tiempo pulsáis:
tensionáis lo mostrado para resolverlo en un nuevo mostrar
¡Oh música! ¡libertad de jugar! ¡eterno retorno de la creatividad!

¡Apolo! ¡Equilibrad!

-

El Amor santifica su nombre:
Lo inmanifiesto puede hacerse palabra.

La esencia actuante de lo humano, se forja.
¡Mirad como se esculpe el calor!
¡Dadme tus fuegos Dionisio!
¡Apolo! dadme tus formas.

Expansión confiada ¡sed iluminada!; segura contracción ¡llevad a la acción!
¡Mas seguid el tiempo, tened eu-ritmo!

¡Musa llena de gracia!
¡Inspirad nuestra nueva hermandad!
¡Dadnos tu nuevo lenguaje!

¡Cantad, Cantad, Parsifal!