sábado, 22 de diciembre de 2018

El Regalar un Testimonio


El  Regalar 9
Felipe Vargas escribe este  regalo que toca el fondo del Ser y es  un símbolo de que AlbertoValente es ya un nombre de la Internacional de la Esperanza.
O somos amor o no somos nada
Escrito para Alberto Valente
Conocí fugazmente a Alberto hace casi dos años, y de inmediato me llamó la atención por ser parte de la cofradía de locxs que buscan el sentido y el amor de la vida, parte del grupo de Amigxs de Lucho, por tanto alguien que tiene algo de sentir, algo de pensar y algo de decir. Recuerdo que canté frente a él aquellas memorables canciones “Inconsciente Colectivo” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón” Toda esa música no puede estar más presente hoy.
Han sido tiempos espirituales, a veces pienso que digo espiritual cada vez que no me quedan más palabras para explicar lo que me pasa, pero lo pienso mejor y no es así. En realidad espiritual es a la vez sensible, despierto y lúcido incluso en la incertidumbre y la niebla. Desde que fui padre por primera vez parece que partió este viaje, este viaje del espíritu. He conocido los extremos de mi ser, me he caído mejor y peor como nunca antes, y veo aquella sintonía que a veces solo nos enseñan las niñas y los niños, desde lo cotidiano, desde lo presente, aparece lo sustancial, lo heredado, lo eterno. Luces y sombras. Ahora encontrarme con mi padre, con mi madre, también contempla una compasión (no olvidar el amor y la rabia de siempre), la compasión de saber que dieron lo que podían dar. Acá todas y todos queremos dar lo mejor, incluso a veces no es necesariamente bueno, pero es lo preciso, ni más ni menos. Así de importante.
Quizás el mayor desafío del último tiempo, quizás el primer paso a la compasión es la integración, no sé si cualquiera, Lucho habla de la integración, pero ahora yo haré una interpretación libre: Abrazamos la integración, porque asumimos la complejidad humana, nadie es demonio ni santo, sino más bien una constante tensión que a veces tiene más de un lado que de otro. Esta complejidad invita a dejar los prejuicios, a adentrarse en los mares profundos del temperamento, del trabajo del alma, de las caídas y las iras, del amor y el desamor. Integrar me permite ser menos duro, menos simple, menos dogmáticos, hay en efecto no una, sino miles de miradas y creencias dan a la humanidad su calidad de humana. Siempre considere que el extraño Meursault en toda su indolencia y desconexión, poseía una inmensa humanidad, quizás no la llamada tradicionalmente humana, pero necesaria de abrazar, de integrar.
No recuerdo exactamente cuándo, pero fue el momento preciso, en el que leo un correo de Alberto, en el que habla de un comentario de Facebook de un amigo, que dice algo así:
“Verguenza sentimos muchxs por la desaparición del ángel Santiago Maldonado, Nadia Rojas y de tantxs otrxs hermanxs de especie que en este preciso momento les está ocurriendo lo mismo en todo el mundo...Ya no me sale, como en otros tiempos, odiar y desearles lo peor a esos gendarmes o policías que realizan el trabajo sucio, lo único que deseo y realizo día a día, es cruzarlxs en lo cotidiano y decirles ¿qué carajo haces-hiciste hermanx? e intentar así, tocarles el corazón, de eso se trata mi militancia, para eso camino la calle, para eso voy a las cárceles, villas, etc...La figura del enemigo ya se está borrando en forma completa de mi diccionario...ya me leí todo que tenía que leer para entender cómo funciona esta máquina enferma, y a la única conclusión que llegué, es que como especie nos olvidamos que "o somos amor o no somos nada"...
Siento indigno agregar más, pero no puedo evitarlo desde la emoción, creo que en efecto no estamos en tiempos de construir más violencia ni resistencia entre humanos, es preciso llegar al alma, aquella vulnerable, aquella dispuesta a sentir, pensar y escuchar, nadie puede ser indiferente a esta máxima, hoy, en este mundo nada tiene sentido sino abrazamos a la primicia del amor, es lo único que realmente queda, en este mundo de extinción, de excesos, de crueldad y de ambición, solo abrazar que sin amor seremos estériles y vacuos, se avanza a la construcción humana de la sociedad, mientras se tortura y se viola: desde el Estado, la clase política y empresarial, desde todas las posibilidades de violencia solo queda afrontar una sola verdad que nos sostiene.
Hoy Alberto está muerto, su alma dio su último respiro hace pocos meses, pero su espíritu comulga en mi propia construcción espiritual cada vez que pienso que en efecto, o somos amor, o somos nada. Solo resta dar las gracias.
Felipe Vargas