Boletín Esperanza 6
Segunda parte
De qué se nutre la Esperanza
Luis Weinstein
1
De qué se nutre la Esperanza
De la antigua Revista Babel,(1964), recordamos este texto
de Manuel Rojas,el autor del
conocido “Hijo de Ladrón.”, en que nos comunica su percepción de la esperanza, describiendo sin abandonar
,honesto como era , ni el tenor de la
pregunta ni el del sentipensr . Con coraje de ser.
Van fragmentos de una presentación que
hace de él otro gran escritor, su amigo
de toda la vida, que también navegaba desde y en la salud popular, José Santos González Vera.
Manuel Rojas
A María
Eugenia, María Paz, Patricio y Valerie
Cuando Manuel
Rojas enteró cuatro años, sus padres, chilenos, lo trajeron a Santiago. Había
nacido en Buenos Aires, el 8 de enero de 1896. Viajábase en coche de Mendoza a
Puente del Inca. Desde allí, a lomo de mula, rezando a ratos, suspirando a
menudo, era fácil apearse en Juncal. Por recogido que estuviese el espíritu,
los ojos se agrandaban a la vista de la cordillera y del cambio sin fin de sus
hondonadas, sus eminencias blancas, por instantes deslumbradoras; sus senderos
que ascienden y bajan, los precipicios, conjunto que eleva el alma, pero que
también la reduce a la dimensión del miedo. De Juncal, en otro vehículo,
meciéndose entre el pánico y el éxtasis, se descendía a la estación de Los
Andes.
………………
Existen
escritores que poseen el secreto de la realidad literaria. Es el caso de Manuel
Rojas. Por donde se abra un libro suyo, cabe decir: “¡Pero si es la pura
verdad!” Generalmente no es necesario decirlo. Lo sentimos así. Quién tiene el
don, la impone, y ¡maravíllense! puede ser ficción del literato, una verdad
acomodada o inventada.
………..
¿Cuál es su virtud que
impulsa a leerlos como si fueran cantos de optimismo? Acaso la de que sus
maldiciones, quejas y reniegos, los modula con ese acento tan íntimo de la
conversación y, además, al soplo poético que
impregna el relato, las ocurrencias inesperadas, ya irónicas, ya humorísticas,
que lo llenan de color. Y también, quizás principalmente, a esa onda cálida que
eslabona sus palabras.
………..
De qué se nutre la Esperanza
Todo ser humano, por miserable que sea su condición,
tiene una esperanza, pequeña o grande, noble o innoble, inalcanzable o próxima,
pero esperanza al fin. Una parte de su ser vive en y de esa esperanza, se
alimenta de ella y en ella.
Hay días en que esa esperanza amanece reducida al mínimo, misérrima, espantosamente misérrima. Sus posibilidades de realizarse se han alejado o destruido y el ser humano piensa y siente que más valdría que esa esperanza muriese y con ella aquella parte de su ser que vive de ella y en ella, que se alimenta en ella y de ella y que en esos momentos ni se alimenta ni vive, pues está miserable, tan miserable como la esperanza misma.
Pero el hombre tiene, además, otra esperanza: la de que han de venir días mejores para la suya. La deja, entonces, así, pequeña, entumecida, raquítica, y espera; rechazarla sería rechazarse a sí mismo, matarla equivaldría a matar lo que él más estima en sí mismo.
Hay veces en que el ser humano espera vanamente: su esperanza muere en él, tan marchita como él. Otras veces, en cambio, en aquella raíz casi podrida hay un rebrote, un rebrote que puede morir al poco tiempo o que puede traer otros y otros, fuertes y erguidos, apretados de savia, casi agresivos de vitalidad. El ser humano se siente entonces como debe sentirse un rosal en septiembre: pleno, próximo a estallar incapaz de resistir la ola de vida que asciende y circula por sus venas. La esperanza está próxima a convertirse en realidad.
Se ha esperado mucho tiempo, han transcurrido muchos días, terribles y amargos días, días de silencio, días en que se prefería no recordar que se tenía esperanza, días de rencor contra aquellos que impedía su desarrollo, días de desprecio para lo que pudiendo vigorizarla, no la vigorizaba. Días de desprecio, en fin, para sí mismo. ¿Cómo se pudo poner una esperanza en manos tan inhábiles, entregarla a dedos tan torpes, a fuerzas tan inútiles?
Todo aquello, sin embargo, no fue en vano: aquí está la esperanza, rebrotando con una fuerza que produce miedo, con una que está casi más allá de nuestra capacidad de soportarla. Es triste, claro está, muy triste que una esperanza se nutra de hombres muertos, de ciudades rendidas o destrozadas, de incendios, de sangre y de exterminio, pero no siempre le es dado al hombre elegir la materia con que se nutrirá la esperanza.
Revista "Babel"
N° 46. Santiago, 1948.
Hay días en que esa esperanza amanece reducida al mínimo, misérrima, espantosamente misérrima. Sus posibilidades de realizarse se han alejado o destruido y el ser humano piensa y siente que más valdría que esa esperanza muriese y con ella aquella parte de su ser que vive de ella y en ella, que se alimenta en ella y de ella y que en esos momentos ni se alimenta ni vive, pues está miserable, tan miserable como la esperanza misma.
Pero el hombre tiene, además, otra esperanza: la de que han de venir días mejores para la suya. La deja, entonces, así, pequeña, entumecida, raquítica, y espera; rechazarla sería rechazarse a sí mismo, matarla equivaldría a matar lo que él más estima en sí mismo.
Hay veces en que el ser humano espera vanamente: su esperanza muere en él, tan marchita como él. Otras veces, en cambio, en aquella raíz casi podrida hay un rebrote, un rebrote que puede morir al poco tiempo o que puede traer otros y otros, fuertes y erguidos, apretados de savia, casi agresivos de vitalidad. El ser humano se siente entonces como debe sentirse un rosal en septiembre: pleno, próximo a estallar incapaz de resistir la ola de vida que asciende y circula por sus venas. La esperanza está próxima a convertirse en realidad.
Se ha esperado mucho tiempo, han transcurrido muchos días, terribles y amargos días, días de silencio, días en que se prefería no recordar que se tenía esperanza, días de rencor contra aquellos que impedía su desarrollo, días de desprecio para lo que pudiendo vigorizarla, no la vigorizaba. Días de desprecio, en fin, para sí mismo. ¿Cómo se pudo poner una esperanza en manos tan inhábiles, entregarla a dedos tan torpes, a fuerzas tan inútiles?
Todo aquello, sin embargo, no fue en vano: aquí está la esperanza, rebrotando con una fuerza que produce miedo, con una que está casi más allá de nuestra capacidad de soportarla. Es triste, claro está, muy triste que una esperanza se nutra de hombres muertos, de ciudades rendidas o destrozadas, de incendios, de sangre y de exterminio, pero no siempre le es dado al hombre elegir la materia con que se nutrirá la esperanza.
Revista "Babel"
N° 46. Santiago, 1948.
2)
El Planeta de la Esperanza 6
Uno se hace preguntas sobtre ti ,dijo
Alicia, dirigiéndose con c1erto temor a la Esperanza.
Adelante , irrumpió la Alegría , entre el palmoteo acogedor de su madre y su
padre.
Mi pregunta e s
cómo te formaste, explicitó Alicia, cómo resistes tan bien las pérdidas, los desastres,las injusticias…
Estas hijas que preparan un encuentro, aquí presentes, en todo su
centro, l a Alegria y la Amistad, se han
encontrado, en sus personalidades
de Alegremia y Amistosofía,
con un escritor muy afín , Manuel Rojas, que pregunta y cuenta de qué se nutre.Hay un aspecto mío anterior que tiene que ver con el plano
de la vida, misma, puesto por el
mismo Rojas en una expresión bien humilde, el gusano. .
Estoy
en el ser, en quien sostiene
la vida, en la vida misma y
en aquellos aspectos que expresan lo humano ,como mi pareja, el
Sentido y mis hijos ,la Alegría,la Amistad, el Coraje, de Ser… Cui
Sí la vida … el poema Gusano , del Manuel Rojas juvenil, muestra
ese aspecto, pormenores de mi misma ,en
tanto vida.
Gusano
Lo mismo que un gusano que hilara su
capullo,
hila en la rueda tuya tu sentir interior;
he pensado que el hombre debe crear lo suyo,
como la mariposa sus alas de color.
Teje serenamente, sin soberbia ni orgullo,
tus ansias y tu vida, tu verso y tu dolor.
Será mejor la seda que hizo el trabajo tuyo,
porque en ella pusiste tu paciencia y tu amor.
Yo, como tú, en mi rueca hilo la vida mía,
y cada nueva hebra me trae la alegría
de saber que entretejo mi amor y mi sentir.
Después, cuando mi muerte se pare ante mi senda,
con mis sedas más blancas levantaré una tienda y,
a su sombra, desnudo, me tenderé a dormir.
hila en la rueda tuya tu sentir interior;
he pensado que el hombre debe crear lo suyo,
como la mariposa sus alas de color.
Teje serenamente, sin soberbia ni orgullo,
tus ansias y tu vida, tu verso y tu dolor.
Será mejor la seda que hizo el trabajo tuyo,
porque en ella pusiste tu paciencia y tu amor.
Yo, como tú, en mi rueca hilo la vida mía,
y cada nueva hebra me trae la alegría
de saber que entretejo mi amor y mi sentir.
Después, cuando mi muerte se pare ante mi senda,
con mis sedas más blancas levantaré una tienda y,
a su sombra, desnudo, me tenderé a dormir.
…
Bueno, dijo el Sentido,ahí aludes a
la vida representada por el el gusano,
pero entras a lo humano, a la consciencia
Sí, es algo así como la relación
entre las dimensione de alegremia y amistosifía de nuestras hijas, acotó la
Esperanza
Mira , tu hermana, dijo el Sentido,abrazando a Higia, la Dioas de la
salud.
Higia, joven, hemosa, sonrient,
saludó a todas y todos con mucha cercanía, acercándose para decir palabras de complicidad a su hermana Esperanza
y su pareja Sentido y a sus sobrinas
Alegría y Amistad.
Luego,dirigiéndose a Alicia ,dijo, pude escuchar tu
pregunta. Es bien dialogante, me llega… Yo
creo que en mi hermana Esperanza
confluyen, como en mí, la existencia, el
cosmos , la vida y lo humano …todos
ellos expesados en el poema Gusano
Como ustedes ven, dijo el Sentido,
somos una familia bien unida...
Y hermanable, dijeron, casi al tiempo
, la Alegría y la Esperanza.