lunes, 10 de diciembre de 2012

Conversando desde la Amistad (26)


Conversando desde la Amistad (26)
Poesía de Oscar Alfaro (3)

El cantor de la raza negra
La orquesta sinfónica de pájaros ofrecía su concierto de todas las tardes en el teatro redondo del cielo, que estaba repleto de luces.
Un pájaro rojo con el copete erizado y con trazas de director, dio la señal convenida y todos los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.
Aquel hermoso teatro por hermosas fuentes y jardines al natural. Nada de lo pintado artificialmente podía igualar la belleza de aquellos paisajes vivos.
- Necesito un solista par el segundo acto- dijo el pájaro maestro, cuando la última melodía se perdió en el atardecer.
- Quiero una voz jamás oída y digan de recordarse por todas las generaciones de pájaros músicos.
- Aquí estoy yo! Dijo el canario y comenzó a trinar con toda la armonía de que era capaz. Pero el maestro lo interrumpió:
- ya se sabe que tu cantas bien pero eres demasiado conocido y yo preciso alguien nuevo.
- Pues entonces yo seré el solista – dijo el jilguero y lanzó al aire sus gorjeos mágicos pero el maestro también lo interrumpió:
- Tu eres tan conocido como el canario.
- Yo cantare - dijo el ruiseñor – Mi voz y mi figura se han lucido el los palacios de la China de Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mí se han escrito. Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos...
- Y por lo mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie
- Entonces canto yo – dijo el tordo – pero su estampa y color hicieron reír a todos los pájaros.
- Que pretensiones, las de este negro insolente...! dijo el canario.
- Como es posible que tú salvaje, ignorante pretendas rivalizar con nosotros que somos los príncipes del arte? – le dijo el ruiseñor.
- De donde saliste tú? Que antecedentes ilustres tienes? Quien te conoce en la sociedad de los artistas? – dijo el jilguero.
- Este pájaro viene de los bosques – explico el maestro – Su linaje es tan oscuro como sus plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados, sino por lo que es el mismo. De manera que dejémoslo cantar.
- Y por primera vez en la historia, se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchaba con los ojos cerrados. Cuando terminó de cantar, lo abrazó con las alas y le dijo emocionado:
- Tú serás el solista Tienes la voz más armoniosa que he conocido...! Eres un digno cantor de la raza negra.
- Y desde aquella tarde el tordo inicio triunfalmente su carrera artística y llegó a ser famoso en el mundo entero.


El Pájaro Revolucionario

Ordena el cerdo granjero:
“¡Fusilen a todo pájaro ¡ “.
Y suelta por los trigales
su policía de gatos.

Al poco rato le traen
un pajarillo aterrado,
que aún tiene dentro del pico,
un grano que no ha tragado.

“¡Vas a morir, por ratero ¡”.
“¡Si soy un pájaro honrado,
de profesión carpintero,
que vivo de mi trabajo ¡ “.

“¿Y por qué robas mi trigo ¿”.
“¡Lo cobro por mi salario,
que Vd. se negó pagarme,
y aún me debe muchos granos ¡
y lo mismo está debiendo,
a los sapos hortelanos,
a mi compadre el hornero,
y al minero escarabajo,
a las abejas obreras,
y a todos los que ha estafado.

¡ Vd. hizo su riqueza,
robando a los proletarios ¡ “.
“ ¡ Qué peligro ¡, ¡ Un socialista ¡.
¡A fusilarlo en el acto ¡”.
“ Preparen, apunten..., ¡fuego ¡”.
“ ¡Demonios, si hasta los pájaros
en la América Latina,
se hacen revolucionarios ¡”.

El chapaco alzado

Yo soy como un árbol pegau a la tierra
y naides me arranca del pago en que vivo.
Tengo un poncho verde lo mesmo que el campo
y llevo una faja platiada de rio…

Y tengo una moza brotada del valle
que espero que pronto jloresca en un hijo,
por eso me priendo del suelo chapaco
y naides me arranca del pago en que vivo.

Y osté, dostorcito que vino del pueblo
pretiende sacarme del valle jlorido?
y disque no es miya la tierra que labro,
Ni la pobre choza que hey jecho yo mesmo..?

El suelo es tan solo del que lo trabaja,
no de los que roban a los campesinos,
¡Váyase a la porra con sus papeleyos
que osté no me saca de este valle chico!

Aquí yo me planto jirme como un árbol
y a mí no me llevan por otros caminos,
mancuando me quemen la choza de paja
y me echen encima peñascos y riscos.

Colgau de la faja yo llevo un relámpago
y tengo en los ojos un par de cuchillos,
y se dejenderme como hombre de agallas
y naides me espanta del suelo que es miyo…

La tierra es del hombre, como es de los pájaros
o ¿Acaso la tierra la han jecho los ricos..?

Quien es el que pone linderos al aire?
y quien se hace dueño del agua del rio?
Y como no hay dueños pal aire ni el agua,
¡Tampoco hay patrones pal suelo que piso!

La cruz de palo

Algunos arrieros,
al mirar la sombra de ´sta cruz de palo
rezan pagre nuestros,
como si aquí hubiera muerto algún cristinao,
Pero naides sabe
que dende hacen años
bajo esta cruz chueca duerme solamente
mi caballo blanco…

Cada vez que miro
su tumba jlorida de rojos airampus,
parece que siento respirar la tierra
y moverse el pasto,
¡Como si al sentirme tan cerca quisiera
volver a la vida mi pogre caballo!

Galope y galope,
aquella mañana salí de mi rancho,
los rondas del pueblo me andaban siguiendo
y el potro espumiaba de puro cansancio.
¡De un tiro lo hicieron torcer el pescuezo!
Siguió pá adelante, sangrando y renguiando.
después de librarme de aquellos demonios
¡Cayó moribundo debajo los tacos!

Me clavó los ojos
¡Vidriosos y humanos!
Como si rogara: “Salvame la vida!”
¡Y mancuando quise, no pude salvarlo!

Y agora que cruzo descalzo el camino
la cruz a lo lejos me estira los brazos
y siento un relincho tan triste y projundo,
¡Cuál si me llamara el alma del caballo!

Y mancuando creyan que mei güelto loco,
cuando caminando me muera en el campo,
¡Quiero que me entierren junto con mi potro,
Debajo la sombra de esta cruz de palo!.


El desfile de los patitos

Con paso de ganso,
marciales y rígidos,
frente a la patilla
cruzan los patitos.

Llevan uniforme
color amarillo,
desfilan cantando
igual que escolinos.

Levantan las patas
con rápido ritmo
al son de la banda
que tocan los grillos.

Como banderines
llevan en el pico
gajitos de flores
del huerto vecino.

Ordena la madre:
-¡Al agua patitos!-
Y todos de un salto
se lanzan al río.

Anochecer

En la cumbre de los Andes
un cóndor de tinta china
se traga el sol de la tarde
y apaga la luz del día.

Frutilla

Es una niña pintada
toda fresca y ruborosa
con su carita pecosa
y su carne perfumada.

Amanecer

La aguadora de mi tierra
viene loca de alegría
y en el filo de la sierra
¡Rompe el cántaro del día!

Víbora

Un relámpago con ojos
zigzaguea por el campo
derramando escalofríos
y escribiendo verdes rasgos.

Cuando cruza los caminos
¡Se electrizan los muchachos!
Cual si vieran en el suelo
¡La gran rúbrica del diablo!