martes, 14 de enero de 2020

El Arte de Vivir 78





El Arte  de Vivir 78
El Cuervo y el  Zorro
Felix María  Samaniego

En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico,
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras,
a poco más o menos:
«Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo;
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el fénix
de sus vastos imperios».
Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso;
el muy astuto Zorro,
después de haberle preso,
le dijo: «Señor bobo,
pues sin otro alimento,
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso».

Quien oye aduladores,
nunca espere otro premio.



El Arte de Vivir 77





El Arte de Vivir 77

La Cigarra y la Hormiga  2
L W 1978
LA SOLIDARIDAD
Cuando la cigarra golpeó la puerta de la casa de las hormigas, su canto estaba pálido y levemente tembloroso. Temía.. Cantando para muchos, no había alcanzado a juntar alimentos antes del duro invierno. Las hormigas vecinas y vecinos, eran personas de ritmo tenaz, de tiempo cristalizado en caracoles impecables. Cómo explicar, cómo o pedir, cómo recibir?
Sorpresa. La puerta respondió cariñosamente, regalándole un contacto digno, grato, verde y bien significativo.
Allí estaba el grupo. La prisa al lado de cada uno, recién sacada y, a la vez, cómoda. En las hormigas, transparente, un diálogo muy esperado.
Quisiéramos compartir contigo, dijo la luz..
Por favor, que tu canto no se enfríe, añadió sonriendo, la ventana.

Junto a ella, un grupo de vecinos, con delantal azul, empezó a recordar una de sus melodías más perfumadas.
-Hola, “yo venía”... se confundió hasta una conocida neblina y, en su bochorno, se tornó amarillo aromo.
- Las hormigas, la puerta, las paredes, la luz, las ventanas, los instrumentos, el techo, el suelo ... se movieron con gracia, interrumpiéndola, sutilmente.
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Luego, una hormiga. gorda -tal vez llamada la manzana- fue transformándose en relato sencillo y muy real sobre como el trabajo de todos llegó a cambiar, al tacto de las canciones, aclarándose hasta germinar en música.
Mientras hablaba, un varón de mirada zahorí, dando un guiño a la Puerta, partía a la casa de la cigarra, llevando sabrosas provisiones a esperar, junto a la chimenea, a los amigos y las canciones, en el largo y húmedo invierno.