sábado, 12 de enero de 2013

Conversando desde la Amistad (59)


  Conversando desde la Amistad (59)

  La  pobreza material y la riqueza en sensibilidad y capacidad de comunicar

Este lejano seis de enero

 Mensaje de Odorico Velázquez, desde Montevideo

Allá en mi barrio de la infancia- el Bajo Valencia- al oeste del Cerro, en las afueras de Montevideo, despedíamos un año y recibíamos al otro con dos ausencias.
Quizá todas y todos en nuestro entorno las sentían, pero se cuidaban de mencionarlo.
Solo mis hermanas, hermanos y algunos gurises más, lo poníamos de manifiesto. Lo hacíamos con un descontento a veces emparentado con la resignación, otras veces con la indignación.
La falta de estos personajes la veíamos y sentíamos el veinticinco de diciembre en el arbolito de navidad y el seis de enero en las zapatillas vacías.
Quizá en el primero de los casos, tenía que ver con que en nuestros hogares solo había un brasero
La necesaria chimenea por la que bajaba Papá Noél estaba en las casas de otros niños y eran los que siempre recibían los mejores regalos, ¡aunque se portaran como el culo!
Y con los reyes magos creo que era cuestión del transporte.
Los camellos son bichos muy hábiles para caminar por el pavimento y la arena, pero en las callecitas de mi viejo barrio, todas de tierra y casi siempre con barro, supongo que les temblaban las patitas. ¿Sería que se ponían bellaqueadores y no querían entrar?
Si alguna vez nos dejaron algo sería porque ningún otro niño lo quería, ya que no era ni parecido a lo que queríamos nosotros.
Hoy visitaron mi casa, dejaron una bicicleta para que yo corra detrás de ella.
Después de tantos años tengo que volver a tratar con los reyes magos. Pero que les quede claro, estoy hecho de callecitas de tierra y aún las sigo caminando!