miércoles, 1 de enero de 2020

Fabulas sobre el tiempo


 
Fábulas sobre el Tiempo

Luis Weinstein


Maternidad y Amor de la Eternidad
(Fabulillas Inconclusas)
(2010)

Como una gran madre, la Eternidad  contempla a los hijos que tiene con el Tiempo.
La pareja es complementaria.
Ella inspira, elije, contempla y, suavemente, da de mamar la realidad, manteniendo, amorosamente,  ciertas constantes,  entre ellas la tibieza y la hipnosis propias de la familiaridad.
Él es cercano al existir, al obrar de sus hijos, la materia, las cosas, los minerales, los vegetales, los animales, los humanos, los brotes post humanos.
En la complicidad de la pareja está hacer el amor  sin mayor remilgo, sin falsos pudores, diversa y creativamente, contando para ello con todo el universo, con los multiversos… Los existentes y los posibles.
Al parecer, la Tierra les pone románticos y ella llega al clímax con la maternidad humana, cuando se asoma al llanto de un niño,  cuando este escucha un cuento como cruzando la frontera  de lo sagrado, cuando madre y niño entran, misterio adentro, al asombro de ser.


Una Aparición del Tiempo
Fabulillas Inconclusas
(2010)

Cronos estaba retirado, reconciliado con Zeus,  siguiendo el hilo del tiempo desde la Isla Feliz de los Bienaventurados.
Revisando correspondencia, preparando congresos ontológicos,  complicado muchas veces en su relación con el Espacio y la Realidad, hacia siglos que no se aparecía en la tierra en forma susceptible de ser reconocida, es decir, con disfraz antropomórfico delfinofílico.
Un mail de Cuidado le llamo la atención:
“Abuelo Cronos:
Te molesto  porque la tierra anda mal. Los delfines siguen obsesivamente lúdicos y no avanzan hacia una propuesta de defensa del agua en el planeta. Los seres humanos están acelerados, más individualistas,  ávidos de poder,  separados de la naturaleza, próximos a guerras por el agua.”
– ¿Qué dice, Zeus? – fue su respuesta telepática espontánea, propia de un padre sumiso a su hijo por una dura experiencia.
– El jefe no se atrevió a incomodarlo, pero cree que tal vez  usted debería acelerar la evolución de los delfines  y hacer a los humanos  retroceder… ir hacia atrás a fondo, hasta antes de Prometeo y su robo del fuego… el fuego y el agua…no han sido una buena combinación…
Cronos ahora pensaba en base a carcajadas. De un solo arrebol de risa llegó a la solución: los delfines debían ser capaces de presionar al ser humano,  haciéndose reyes del agua, de todo el agua, incluso de la propia del cuerpo humano.
No era necesario volver al tiempo antes del fuego, mucha oscuridad, posible telepatía… era mejor  acelerar el desarrollo de los delfines y, permitirles, vía telepatía, intervenir la civilización humana postmoderna neoliberal.
Los delfines tomaron con naturalidad el tiempo nuevo  de expansión de su capacidad de influir en la mente de los humanos.  Ello los fue llevando a adueñarse tanto de las aguas terrestres como de las marinas. Si se producía alguna resistencia, bastaba una leve acción sobre el agua del cuerpo del infractor para conseguir la aquiescencia.
Los humanos, psiquiatras mediante,  pensaron al principio en una gran paranoia colectiva, con los delfines reemplazando a comunistas, jesuitas,  masones, musulmanes y judíos como los autores de una presunta gran conspiración. Los delfines privilegiaron el campo de la salud mental humana y nadie terminó por extrañarse al ver delfines tripulando los barcos humanos y estableciendo su legislación en los puertos.
Una política sensata con el agua empezó a dar sus frutos y los desiertos fueron  convirtiéndose en bosques de árboles originarios  de inmensas y sabrosa frutas.
Zeus felicitó a su padre y le ofreció un banquete en el Olimpo. Cronos aceptó  con la condición de que sólo se bebiera agua.




AGUJAS Y CAMELLOS PARA QUE TODOS
PODAMOS DETENER AL TIEMPO
Para Fábulas y Para Mitos
2015

            Cuando  se   terminó   de    construir   la   unidad de todos los ciudadanos del firmamento que no son camellos ni agujas, cesó, de manera instantánea, todo afán de los camellos de seguir en su absurdo y muy nefasto juego de pasar por el ojo de las agujas.

De esa manera concluyó una historia triste y muy larga. Los intentos que se hicieran para impedir este mal hábito de agujas y camellos fueron, tradicionalmente, cuatro. Dos de ellos son problemas de estatura: poner trabas al agrandamiento de las agujas y vigilar los procesos tendientes a reducir el tamaño de los camellos. Por otra parte, estaba el par de métodos cruentos. El inducir al camello a comerse la aguja o el motivar a ésta última a actuar como oftalmóloga en el ojo del camello.

      Ahora que ya se deshizo este nudo existencial tan doloroso, se abre camino a los deseos. En la seguridad de que hasta los respetables leyes de la causalidad están concientes y no se cumplirá el indulto del eterno retorno para esa acción vergonzosa de ojos de aguja y camellos, es posible avizorar el cumplimiento del deseo profundo de muchos de los habitantes mencionados.

      El proyecto es producir, colectivamente, tiempo transformable. Se trata del uso pacífico
 del tiempo como energía, como material para juegos individuos y colectivos, como metal de duración variable, muy dúctil.




La Eternidad
Parafábulas y Paramitos
2015

La eternidad, así nos cuentan  los antiguos griegos,  era una caverna…ubicada en un lugar remoto, inaccesible hasta  para  los dioses, incluso para el Destino.
Ella,  constantemente, así nos cuentan , hacía salir los tiempos, siempre conducidos por Cronos, a veces  visitados por el imprevisible Kairós, el de los  momentos significativos.
William  Blake, visionario, imaginativo, idealista,  en su  mayor momento clarividente,  trans…divino, se dio cuenta que la Eternidad  estaba enamorada…¿De  quién? Allí  actuó su intuición  y… no acertó . La creyó enamorada de las obras del tiempo, una especie  de Edipo  de abuela  cautivada por su nieto.
Advertido, Kairos, cómplice, modestamente, sonrió. La eternidad  estaba enamorada  de un antecesor, de Eros,  el hijo mayor del Caos. Eros, el integrador. Anterior al tiempo. Familiar de la Nada y de la Creación. Hermano gemelo del misterio
Ensimismada , perpleja,  de la Caverna salieron  tiempos confundidos, nacieron almas antiguas, algunos delataban  el futuro o el remoto pasado. Los  Dioses encontraron  forma de llegar a la eternidad.



EL CUMPLEAÑOS
Fábulas  Abiertas
2010

Celebré mi cumpleaños ...
no tuviste cumpleaños, no existen
 los cumpleaños …
Mientes, te equivocas, te olvidas...
sí, redondeaste un número ...
Ese día es mío, me lo reconocieron todos ...
fue un día tuyo, todos los días son tuyos, ningún día es tuyo ...
Confundes, perturbas, estás ajeno ...
perturbo, confundo, junto contigo, hacia quien eres y vas a ser…

Destrozas lo que vivo en ilusión ...
es tu construcción, sin otra ilusión que tu mismo crecimiento…..

Cumplir años es eso ... crecer

crecer es dudar del cumplir redondo,
es preguntar al tiempo,
es amasar los años
es dejarse confundir por un instante,
es crear un momento en la nada,
mientras uno nace de nuevo,
uno, tu, una familia;
 tú, tu propio padre y madre,
tú, pareja del mundo,
descubriendo hermanos,
soltando sueños a volar, en la realidad.
Yo amo mis pequeños nidos.
Las paredes seguras, tibias,
El latido del corazón conocido.
El reconocerme en aquel deseo de mi y solamente de mi.
En aquella propiedad sobre mi.
En esa vibración volcánica granate señalando mis fronteras.
Mí ritmo,
Mí centro,
Mi espacio,
La rotación de los años,
Lo que debo ...

¿cumplir?

Quiero recibir, por ahora, mis flores a medida que me brotan,
                                   [donde no pueda olvidarlas ...

Conocer la claridad, a mi alrededor, recibiéndome.
Cumplir años, en serio,
Mientras crecen mis fuerzas para poder jugar.

Tus sueños vuelan ya, dentro del nido….

Los siento como una marca pálida
Y me baño en ellos vestida con mi cumple-años. 




¿REGALOS DE NOCHE BUENA?

Fábulas  Abiertas
2010

Junto a la chimenea, movía la cola sin llevar el ritmo, las cuatro piernas en alerta, la cabeza ladeada, en su gesto característico de atención. Había individualizado sonidos y olores bajando por la chimenea, cada vez más próximos, a medida que se avecinaba media noche de Navidad.

Con mucha urbanidad, apartó los zapatos apilados a la salida del gran caño cobrizo de la chimenea, justo para conseguir facilitar que por allí entraran a la habitación un hombre y una mujer, todavía encogidos, cubiertos de orín y con algunas magulladuras.

“No comprendo bIen", dijo el perro, "no eras un señor de barba blanca imponente" . . . "ahora resulta que no es así y, además, muy sorprendente, eres, son, dos ... Desde cuándo viajas sin barba y con señora ... ?"

“Vamos por partes”, dijo el amigo. "La barba es incómoda en ciertos trayectos, como la escoba de las damas voladoras agrego, en tono zumbón, mostrando sus manos ennegrecidas con los restos de carbón encontrados en el camino. "Entre los dos tenemos más visión para escoger los regalos", explicó a continuación, "y ya es hora de presentarnos ... ella es la amiga, yo soy el amigo ... ella es mi..."

"No entiendo mucho eso del nombre amigo", manifestó, con modestia el perro. A continuación, poniéndose formal, se presentó... "me conocen por Fingo Olivares. Me regalaron el nombre. Ese es su valor. El ser un regalo".

"Amiga, amigo", se introdujeron, a su vez los visitantes. "Son nombres muy corrientes. Nos los regalamos nosotros mismos. Para esta noche pueden tener sentido..." pareció excusarse ella, al expresarlo.

Fingo Olivares se alzó muy erguido sobre sus piernas posteriores, como acostumbraba a hacer en sus ejercicios de gimnasia, imitando a los humanos que han abandonado el gateo.

Los amigos lo miraron sonrientes. Cómodos, gratos, pudieron, sin ambages, solicitar al dueño de casa el permiso de rigor para pasar al baño a lavarse y, tal vez, a cumplir otras necesidades propias de un viaje prolongado.

En el intervalo, Fingo Olivares permaneció meditativo. El viejo no era, aparentemente, viejo. En vez de un viejo, se presentaban dos amigos navideños. Parecían sencillos, sin prejuicios visibles con los perros. Eso estaba bien, pero había aspectos por dilucidar. El caballero conocido que se desplaza en las navidades del común de la gente y los perros tenía el hábito de hacer regalos. Más todavía, ése era su papel. Un señor con barba blanca que hacía regalos. Esta pareja, por muy simpática que fuera, se mostraba sospechosa por viajar, muy suelta de cuerpo, sin mochila o maleta, sin nada en las manos, sin bultos visibles en los bolsillos ...

Empezaba a ordenar los zapatos de los familiares, colocando su propio collar en un sitio llamativo, dispuesto con sutileza para evitar ser acusado por descaro por su propia conciencia, cuando el amigo y la amiga regresaron, ambos refrescados, limpios, presentables.

         La amiga se dirigió de inmediato al conjunto ordenado por Fingo Olivares y, sacando unas tarjetas perforadas del bolsillo, las distribuyó entre las pertenencias. Empezó por ubicar un cartoncito vistoso encima del collar de Fingo. Acto seguido, muy sería, hizo un gesto significativo de triunfo levantando sus dos manos unidas y, luego, pasa colocar el resto de las tarjetas en los zapatos de la parte humana de la casa.

Fingo, permaneció observando, digno, pero rió sin contenerse, hasta las lagrimas, cuando el amigo se Incorporó al rito de las tarjetas aportando una para el gomero, quien había seguido toda la escena en el mutismo más absoluto.

Reponiéndose, el perro se sentó al borde de la repisa de la chimenea e Invitó a hacer lo mismo a las visitas, con un ademán muy canino y elegante.

“No quiero ser indiscreto, pero dada mi condición de para‑alfabeto...", expresó el perro, dando la impresión de ser pedante cuando sólo deseaba ser preciso, "me gustaría preguntarles señores, es decir amigos, por qué ustedes en vez de traer regalos o repartir tarjetas . . ." "me perdonan", insistió, "cómo no sé leer con la vista ..." "tenemos mala letra", dijeron amiga y amigo, cada uno su parte de la frase, al alimón, queriendo ser, a la vez, delicados y joviales. "No, lo que intento decir con eso de para‑alfabeto es que, como hablo con muy poca frecuencia…” "que honor"... fue el talentoso aporte, en su apoyo, de los visitantes. "Decía que no integro con facilidad el discurso verbal y el de la lectura concluyó el perro, ofuscado, rebuscado y seguro de que no se le entendería aunque fuese más didáctico.

"Estamos contigo", manifestó el amigo, "preguntas por qué no traemos materialmente los regalos y, en vez..." "Si el señor Fingo comprende perfectamente lo que tú, nosotros, entendemos...", interrumpió la amiga (con las fluidez de quien está consciente de los problemas del paternalismo, pero tiene sus fallas en aquello del matriarcado).

Sin embargo, Fingo ya estaba, dialéctico, tajante, en plena brecha. "No me refiero a esa innovación tecnocrática consumista. Tarjetita…. Tarjetas para alimentar computadoras programadas para regalar, con exquisitas respuestas disponibles al pedido de R.S.L.D.G. (responde si le, da la gana) ... no, no es eso…”

"Me pregunto si en verdad hay regalos propiamente tales cuando se regalan cosas, en ocasiones muy determinadas, si el regalo auténtico no se da en lo cotidiano, como una manera de relacionarse, como ponerle a uno un nombre, haciendo regalo al andar, diría para citar a alguien querido..."

"De eso se trata, querido Fingo", dijeron el amigo y la amiga, abrazando a su perro, al regalón de su casa.
        
         “Regalo es este darse uno y hacerlo sin medidas, porque sí, compartiendo asombro, como hacemos  nosotros ahora”.
       
          En ese momento, cohibido por la audacia de su hallazgo; dejó su asiento y se acostó en la alfombra, al modo convencional de los caninos. Prosiguió, “hay algo que quería preguntar, porque conozco sólo  una parte de la vida de ustedes, los consulto ante que me inhiba. Esta manera de hacer regalos en forma espontánea y sin horarios grises que exis­te entre nosotros ¿la pueden mantener ustedes  con cualquiera persona?. No es por se poco prudente, pero pienso que entre perros uno se regala a si mismo, se hace amigo, con extraordinaria facilidad. Aunque se trate de desconocidos. Incluso en el caso de personas grandes.

Los tres se asomaron a la ventana a través de la cual, se veían muchos transeúntes disfrazados con barbas blancas y muchos paquetes disfrazados de regalos.



AMOR Y CRECIMIENTO
Fábulas  Abiertas
2010


Deliberaron cuando el cataclismo, casi vertido, se insinuaba peligrosamente. Una definición dolorosa, quemante: ella debía elegir.

Te amo, expresaron en un color, indistintos. Luego, el tono de cada uno.

Vives en mi, trajo el Lunes.
Somos uno solo, dio el Martes.
Vivo para ti, brotó el Miércoles.
Eres perfecta, brindó el Jueves.
Yo te invento, narró el Viernes.
Te poseo, afirmó el Sábado.
Eres la madre de mis hijos, fantaseó el Domingo.

Ella los deseaba a todos, pero cómo amar a cualquiera de esos siete enanitos.




LA OTRA  CARA  DEL  TIEMPO
Fábulas   Abiertas
2010

      Llegó la congoja y, cuando la encina la recibió, el mundo aumentó inútilmente de peso. Se volvió macilenta la conversación con las ardillas. Costaba ponerse y sacarse la realidad.

      Entraba vacío por las fronteras de la encina. Delicuescencia y un primer hilillo de gris destartalaba su complexión vigorosa de roble. Era una mancha cansada y se apoderó de la magia y se juntó a un gran lago gris interminable, como un mendrugo arrastrándose sin tregua en la grupa tierna de la noche.

      Encuentro de los grises de antes y de ahora. Eclipse y, como aerolito, florecer de esa entrañable mirada por donde la encina conoció al tiempo más allá de su modesta presencia diurna.

      La encina le vio el cuerpo al tiempo. La congoja se retiró, con excusas, cuando la encina se enteró de aquel secreto. El tiempo no es ovillo prodigándose, finito, hasta el agotamiento de la carrera de las horas.

En ciertas conjunciones, el tiempo se revela, con lealtad, en su verdadero arco iris. Hay gris inverosímil hasta lo inmóvil, pero también existen las praderas de tiempo generoso multiplicándose en la fábula de la noche.

Así se lo dijo la encina a las ardillas, soltando, sin medir, el color de varias madejas, para que jugaran entre las bellotas.





EL DELFIN Y LOS GRISES
Fábulas Abiertas
2010

       El delfín respiraba pausado, distendido, al terminar de conducir a la tierra en su primer viaje independiente a través del espacio ‑vacaciones fuera de la órbita solar.

       A su alrededor, el júbilo significaba un florecer colectivo y, en especial, de amistad.

           Conociendo. la modestia del guía, los pájaros, eufóricos después de la gran aventura, bajaron el tono de voz. Una inmensa ola de mar prudente vaciló y, comprensiva, se alejó en silencio.

       El conejo rosado, siguiendo los deseos de todos, se acercó al delfín con el propósito de narrarle un cuento. De los antiguos.

       Empezó a contar... "Estoy confuso.. . los grises recorren la casa buscando un hombre de color. Lo registran todo, minuciosos, violentos. Mamá, serena, insiste en clarificar ... papa no está con nosotros, ella ignora cuando regresará. Lee grises desean cuajar algún fruto odioso, llevan a añicos las llaves del viejo baúl de familia, queman, con fruición, un texto prohibido y se dirigen hacia la puerta. Al salir, con un guiño bueno, un gris deja su aspereza y me dice "espero que pronto puedas tener la felicidad de ver a tu padre". Agradecido, le contestó: "Gracias, Don Gris, cuando salga del entretecho de la casa vamos a jugar muy largo".




       La arena tibia y benevolente. El delfín se dormía y el conejo, aunque era muy joven, meditaba sobre aquella temporada en que al hombre se sentía importante, no se reconocían las voces de otros ámbitos del universo y la tierra misma era bastante muda.

       Fatigado, el delfín encontró un calor azul, familiar, al empezar otro viaje, los ojos cerrados, convirtiéndose a una consistencia arenosa, cada vez más indeleble.

       Luego, llegó una adolescente muy cercana a quien quería mucho y no conocía. Con aletas de una sinceridad muy profunda, ella daba a entender que todavía era tiempo de acabar con los remanentes de gris en el cosmos. Al alejarse, la arena mostraba indicios de gris.

    Se acercaba la gran algarabía de la celebración del via­je. El delfín quiso participar a todos del hallazgo, de cómo  el relato, del conejo llegó a señalar huellas en la arena actual.



HACIA EL SECRETO

                                                                    Año nuevo del  Dos Mil

                                                                                ¡970

 

 

COSTA DE UNA TARDE

 

 

Será, será

una vez,
en un remoto
o cercano país,
la llegada,
natural,
del muy redondo
año
dos
mil.



Será
una tarde,
muy como todas,
sin rubor el tiempo,
la nada muy tenue,
pequeña la tierra,
(soledad y temores),
y estarás tú,
tú y tú
y tú.





Será, una vez,
el momento de los acantilados de acero,
de torres que el espacio acumula como avaro;
vendrá redondo,
el año nuevo del dos mil.
Serán guirnaldas en estridencia,
corteza de llanto
sonrisa de hoja,
semilla en fuga introvertida,
florecer de nada tenue.




Será año nuevo,
muy cual todos,
débiles los sueños,
niños los viejos, piernas los niños,
presas las piernas y la perrunidad.
La tierra chica, sobrepasada,
espacio llenándose de soledad.
Edades de cortezas confundidas,
esperan las doce
Y hay destartalada animalidad.



Será, esa tarde,
espeso el aire,
espera compacta,
edades confundidas,
elevaciones,
exploradores de átomos y astros conmovidos,
entregas,
extrañeza oculta,
entusiasmo en lianas viscosas,
explosión de luz.

Será el año nuevo del dos mil;
el país, remoto o cercano;
la tarde, como todas;
el tiempo sin rubor.
El tiempo, el mismo: habrá
intentos de cogerlo cual botón silvestre,
apretar las horas, tenerlas.
A ti, el tiempo te duele como granizo.
Tú lo extiendes, tenso, y lo iluminas.
Tú, tú y tú esperan las doce como rito.


Será, será una vez, esta es la historia,
cañaveral la espera,
tarde igual a todas,
ambigua, gris, multicolor.
Era de espacio desaprensivo,
al tiempo tratan sin ton ni son.
vienen las doce, a borbotones,
haciendo nudos,
como granizo,
nadie las coge.



Será una tarde numerada
en las leyes y sueños de los hombres,
ambigua, gris, multicolor.
Señales incesantes, bien labradas,
Normas darán al asombro y al humor,
Pájaros, el guiño en las alas computadas
al exilio partirán sin rebelión,
Hermética, la perrunidad desconfiada,
ilegítima, siempre, la vejez,
Arropada con tiempo, poesía, miga sola.