domingo, 26 de enero de 2020

El Arte de Vivir 60


El Arte de Vivir 90
La ecología del yo
El Ego
Empezamos a conversar sobre la ecología del yo a    partir  de un tema ya instalado en el sentido común, el del ego.
 Con la intención  de ayudar  a integrarlo como parte   de la ecología del yo ,  a su vez un importante afluente del arte de vivir, incorporaremos dos nuevas notas, esperando facilitar una visión crítica del sentido común y   un acercamiento  al nuevo paradigma y su rescate de la complejidad.
       Lo primero es recordar que el yo es uno de los dos grandes misterios.
Uno ,es el gran abarcador, el del “por qué HAY” , hay  algo   y no  bien NADA.
    El  otro, nos  involucra, el misterio del Yo, esa parte  del todo con conciencia  de  ser , de identidad , de  individuación.
  Es la ecología del yo  en la dimensión del misterio- problema, el de la incertidumbre-certidumbre.




El arte de vivir 89


Arte de Vivir  89
Fábulas 4
Ego 2
NARCISO EN FAMILIA O MIRANDOSE EN AGUA PURA
El grupo se acercó al espejo de marcos dorados y, sin tardanza, se percibió hermoso, edificante, ganador, poderoso.
Padre, madre e hijos se titularon grupo de nexos maravillosos, familia con brillo casi extrasensorial, geografía de privilegiada virginidad, intuición colmada, construcción luminosa.
Complacidos, siguieron buscando esa imagen tan grata en las voces de los otros. Pusieron cuidadosa cañas en los alrededores, en los rincones alejados, en la mar gruesa. Los otros y las voces, como un eco del espejo dorado, repetían, incólumes: padres e hijos edificantes, ganadores, poderosos, hermosos.
Si se reunían entre ellos, como un surtidor elocuente brotaba, redondo, impertérrito, grato, el mismo consenso.
Cuando estaban solos, cada uno se volvía espejo y se confirmaba, certero, el juicio general: grupo inédito en lo poderoso, hermoso, edificante, ganador.
Sucedió lo imprevisto. Cierta vez les correspondió pasar por el estero. Agua. Una modesta corriente de agua, bien conocida por su franqueza a toda prueba.
Esperaban observar el retrato dorado, el de los otros, el de ellos mismos, el del espejo espléndido.
Les hará bien evaluar lo que el agua mostraba, sencilla, sin aspavientos. Cambio notable. El reflejo era claro; estaban, nítidos, la madre, el padre, las hijos, pero el grupo no existía. Entre uno y otro, sólo había desnudo.