sábado, 22 de octubre de 2016

Formación 24

Formación  24

NUESTRAS METAS

Cambiar, trabajarse, hacia dónde, en qué dirección. La aceptación del rigor implícito en el contar con una disciplina se compadece con la flexibilidad, la apertura, para explorar, confrontar, ir evaluando la dirección y el camino orientado hacia las transformaciones anheladas. El paso fundante es el de asumir nuestra participación consciente en la vida y en nuestra propia vida. Nuestro papel de colaboradores, con la responsabilidad de estar alertas en la navegación del vivir. Alguien, la trascendencia, el piloto... nos puso aquí, nos dio ciertas reglas de juego. Una serie de "copilotos", historia, cultura, familia, contingencia, nos acotan el margen de operaciones; así y todo nos quedan nuestras opciones, nuestro espacio de maniobra como "copilotos" de nosotros mismos.

La gran opción es la representación general de cómo queremos ser, cuáles son nuestros valores centrales. ¿Cristianos? ¿Budistas? ¿Revolucionarios? ¿Artistas? ¿Quijotes? ¿Damas? ¿Geishas? ¿Chamanes? ¿Caballeros? ¿Tipo Schweitzer? ¿Tipo Guevara? ¿Humanistas? ¿Santos? ¿Belicistas? ¿Materialistas índividualistas? ¿Acumuladores? ¿Pragmáticos? ¿Cultivadores del cuerpo? ¿Sabios? ¿Contemplativos?... ¿Por qué? Siempre es un buen ejercicio intentar explicarle a otro en qué cree uno, por qué, qué consecuencia tiene ello en nuestro comportamiento. En ocasiones podemos templar nuestra claridad y coherencia conversando sobre nuestros ideales de vida, leyendo bien sus reacciones, con un grupo de adolescentes, siempre inquisitivos, exigentes en lo ético.

El amor, el desapego, el bien común, la integración, la creatividad, la competitividad, la alegría... son contestaciones frecuentes a la pregunta central... Sin embargo, suelen ser ajenas a una consideración cotidiana, actualizada. Parecen muy generales, al principio, para darles seguimiento. Son frecuentes las dudas sobre si son nuestras auténticas metas. Por eso se empieza, muchas veces, por un trabajo menos abarcativo, por el pastoreo de algunos rasgos, fortalezas o debilidades que tenemos muy presentes, en son de fomentarlas o neutralizarlas, de procurar cambiarlas en uno u otro sentido. Alguien, por ejemplo, puede sentir que tiene un buen sentido del humor y que ello es positivo para la vida o para sus fines últimos, estimando, sin embargo, que no saca suficiente provecho, no actualiza ese rasgo de acuerdo con sus potencialidades. Se trata, entonces, de tomarlo en consideración en su trabajo consigo mismo y con otros, en el momento formalizado de la autocrítica o en el discurrir libre de la imaginación y de la comunicación. Lo habitual es el trato con una deficiencia, una debilidad, la merma en el desarrollo de una condición de salud. Ejemplos típicos son la timidez, la irritabilidad, la descalificación. La persona en trabajo de desarrollo personal va observando su desempeño en esas áreas, conociéndose, probando medios para superarse. Ese trabajo, focalizado, va trayendo, ecológicamente, facilidades para una visión más general, para la elaboración de las metas y el pensamiento sobre el camino para acercarse a su progresiva realización.

A pesar de Machado y de Serrat, no es tan claro que se haga camino al andar. Camino dirigido, en este caso, a una meta de transformación en el modo de ser y en la conducta. Parece indudable, sin embargo, que las metas y los caminos se confunden. Es la enseñanza de Gandhi : "No hay un camino hacia la paz, la paz es el camino". Se hace meta al caminar. No se llega a la ecuanimidad, se puede ir viviéndola en el proceso de una lucha, un placer y un dolor de la vida cotidiana y de la práctica de disciplinas de desarrollo personal. Siempre se está "por llegar" a la tierra prometida, Se pasa por etapas de un crecimiento, un perfeccionamiento, definitivamente inacabable.