martes, 20 de marzo de 2012

Conversando sobre la Amistad (168)

Conversando sobre la Amistad (168)
Convirtiendo la magnanimidad en amor (20)
El color naranja
Las personas sensitivas lo saben. Cuando algo les hiere, experimentan una conocida punzada, pecho adentro. Un saludo distante, el olvido de una fecha significativa por parte de una persona cercana, una burla fuera de lugar, ser víctimas de una sospecha , de una leve insinuación de una falla ética… sobre viene la pronta, y a veces largamente mantenida sensación de peso, de una consistencia pastosa, de un color café.
Luego, en las personas más libres, menos egoicas, la gracia de un niño, una disculpa con sabor a franqueza, la lectura de un poema, una noticia alentadora…y viene un alivio, se va un peso, hay un sentir cuyo color es inevitablemente naranja. Salida del espacio café con el ímpetu naranja, burbujeante, vivo.
De allí el fondo de la búsqueda de la media naranja, de la integración, de la sinergia.
Una antigua tradición, atribuida a los atlantes, la creen resabio de algo fundante entrevisto por un antiquísimo chamán.
Al principio fue el poder inverosímil, el del misterio trascendente, la gran explosión original, el rojo total. Luego, se delata la necesidad de sentido, la presencia del amarillo; los dos colores frente a frente. Ambos queriendo y no pudiendo compartir.
Vino la ayuda del color visionario, de la perspectiva del Eros transformador, la del siempre abierto color azul.
El azul con ancha y profunda sonrisa les indicó como contactarse y seguir siendo ellos mismos, con la posibilidad de crear algo en común, Así, de los grandes rojo y amarillo ,de la pasión y la ternura, de su magnanimidad, nació el naranja, el color lleno de vida y de poder de conciliación, de amistad.
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