martes, 23 de febrero de 2016

Revista Co Incidir 24 Parte 12

Revista Co Incidir Febrero 2016
Doceava parte

Ángeles Estévez
LA EVAPORACIÓN DE UN PITIO EN VACACIONES
Tan sublime como la evaporación del hielo, despega desde entre los matorrales el Pitio.
Llega pronto al espejo de un vehículo extraño para él, algo nuevo. A su corta edad de primavera mira su carita y picotea esquivando sus propios movimientos.
 
Luego con su plumaje castellano y su cabeza de carpintero se adhiere a la ventana donde una niña interrumpe su siesta sorprendida por el visitante.
¡¡¡Mamá, mamá!!! _grita la hija_ un pájaro en la ventana.
-SHHH _dice la madre. _Calladita para que se quede.
El Pitio las observa con tanta curiosidad como ingenuo su riesgo. La madre y la niña lo siguen con la mirada sin mover un ápice de sus cuerpos.
El pitio mueve su cabeza hacia un costado y hacia el otro las contempla largamente como queriendo descubrir a estos seres –diferentes-.
La madre y la niña están quietas, cuando otro pitio se posa por el costado opuesto. Ambos pitios vuelan hacia los matorrales y siguen revoloteando hasta emprender un vuelo más largo.
Madre e hija no pueden creer la tranquilidad de los pájaros, bajan de la camioneta a buscar a papá.
-¿Has visto a los pitios revoloteando? pregunta mamá
-He visto pasar a dos volando - contesta papá-
La pequeña niña relata el momento en que uno de ellos se posó en el espejo y luego sus patas como ventosas se pegaban en la ventana durante segundos eternos que pasmaron su mirada.
La familia camina sublime como la evaporación del hielo, despega hacia una dimensión sutil descubriendo la contemplación de unas nuevas vacaciones.
Llega así al espejo de un lago, algo nuevo para ellos. Sus cuerpos se van transfigurando, sus ropas caen y aparecen plumajes castellanos sus cabezas se adhieren en una sola mirada, mientras un puma emite un rugido y en la quietud observa a los tres visitantes. El puma regresa con su manada donde nadie puede alcanzarlo y la familia continúa su travesía observando con tanta curiosidad como ingenuo su riesgo.
Un huemul ha visto la metamorfosis y contra su naturaleza huidiza se deja ver por los emplumados padre, madre e hija. Luego se pierde en el bosque. La familia emprende un vuelo hasta
una laguna de aguas amargas, algo salinas, algo dulce, baña las patas de los flamencos, quienes no ven en ellos a los humanos. Los plumajes rosados,
las patas encorvadas,
se elevan y cubren el cielo como una nave, mientras el guanaco vigía avisa a las hembras que protejan a las manadas jóvenes y el ñandú corre por donde sólo lo vio pasar la sangre Kawesqar para quienes el hielo sutil tuviere el poder de la transformación.
Evolución que marcara toda la geografía tan sublime como la evaporación del Pitio en la memoria de una familia en vacaciones.
 
Rudi Fester
PARTIDA
"quiero ir acercando mi muerte a mi corazón"
De qué muerte me hablas de qué corazón
de qué lejanía
de cuál trabajo inútil
 
Si naciste
para vivir entre los muertos con el corazón
siempre partido en dos
Si caminaste
al principio erguido
y luego te fuiste doblando como junco
hasta besar el suelo
De qué corazón me hablas si este siempre estuvo unido al tuyo
por las palabras invisibles que nunca hacen el amor
De qué muerte
de qué vida
si no voy ni vengo con suerte
estoy.
 
diciembre 2015
ME CONMUEVE LA SOLEDAD
Me conmueve la soledad no la tuya
ni la mía
sino la del mundo
Caminar, sin ser mirado
hablar, sin ser escuchado
desear, sin poder tener ganar, para ver a otros perder
Me conmueve la soledad
no la tuya
ni la mía
sino la de todos
Comer, sin saborear vivir, sin agradecer
jugar, con un ser virtual regalar, lo que está demás
 
Me conmueve la soledad
no la tuya
ni la mía
sino la de las almas dormidas...
Mejor
me voy quedando en silencio hasta sumergirme en los latidos de mi corazón
ahí
donde están todos
vivos
presentes
unidos por un hilo invisible vibrante
en sintonía con algo
que por ponerle un nombre
lo podríamos llamar
amor.
Enero 2016, biopoemas@gmail.com
  
Bryan Phillips
PUENTE
Se quema el último puente,
el más frágil.
Un desarme de palos y cuerdas, que se abrazaba
sobre las aguas turbulentas.
¡No cruces!
¡No lo toques! ¡No te acerques!

¡No lo mires! ¡Ni lo pienses!
Cuando me abalancé sobre la maraña
no lo pensé
dos veces.
No me caí.
No me ahogué. No me enredé.