La
Dimensión Poética de la Vida (24)
Alicia,
Antonio y sus amigos en el País de
lo Poético
Filosofía
y Poesía (2) Texto de
María Zambrano
Sigamos
leyendo , dijo el Azul. Tal vez
sea adecuado que ahora lo hicieran nuestros visitantes Alicia y Antonio. Los dos son poetas y pensadores , como
todos, más que la mayoría,
Antonio niño pensante poeta, Alicia, poeta pensadora.
Sin mediar
palabra, cooperadores, Alicia y
Antonio empezaron a leer , alternándose.
María
Zambrano Fragmentos
El otro camino es el del
poeta. El poeta no renunciaba ni apenas buscaba, porque tenía. Tenía por lo
pronto lo que ante sí, antes sus ojos, oídos y tacto, aparecía; tenía lo que
miraba y escuchaba, lo que tocaba, pero también lo que aparecía en sus sueños,
y sus propios fantasmas interiores mezclados en tal forma con los otros, con
los que vagaban fuera, que juntos formaban un mundo abierto donde todo era
posible. Los límites se alteraban de tal modo que acababa por no haberlos. Los
límites de lo que descubre el filósofo, en cambio, se van precisando y
distinguiendo de tal manera que se ha formado ya un mundo con su orden y
perspectiva, donde ya existe el principio y lo "principiado"; la
forma y lo que está bajo ella.
El camino de la filosofía
es el más claro, el más seguro; la Filosofía ha vencido en el conocimiento pues
que ha conquistado algo firme, algo tan verdadero, compacto e independiente
que es absoluto, que en nada se apoya y todo viene a apoyarse en él. La
aspereza del camino y la renuncia ascética ha sido largamente compensada (...).
La poesía perseguía, entre
tanto, la multiplicidad desdeñada, la menospreciada heterogeneidad. El poeta
enamorado de las cosas se apega a ellas, a cada una de ellas y las sigue a
través del laberinto del tiempo, del cambio, sin poder renunciar a nada: (...)
Con esto tocamos el punto
más delicado quizá de todos: el que proviene de la consideración "unidad-heterogeneidad".
Hemos apuntado en las líneas que anteceden, las divergencias del camino al
dirigirse el filósofo hacia el ser oculto tras las apariencias, y al quedarse
el poeta sumido en estas apariencias. El ser había sido definido con unidad
ante todo, por eso estaba oculto, y esa unidad era sin duda, el imán
suscitador de la violencia filosófica. Las apariencias se destruyen unas a
otras, están en perpetua guerra, quien vive en ellas, perece. Es preciso
"salvarse de las apariencias", primero, y salvar después las
apariencias mismas: resolverlas, volverlas coherentes con esa invisible unidad
(...).
Hay que salvarse de las
apariencias, dice el filósofo, por la unidad, mientras el poeta se queda
adherido a ellas, a las seductoras apariencias, ¿Cómo puede, si es hombre,
vivir tan disperso?
Asombrado y disperso es el
corazón del poeta -"mi corazón latía, atónito
y disperso"-. No cabe duda de que este primer
momento de asombro, se prolonga mucho en el poeta, pero no nos engañemos
creyendo que es su estado permanente del que no puede salir. No, la poesía
tiene también su vuelo; tiene también su unidad, su trasmundo.
De no tener vuelo el
poeta, habría poesía, no habría palabra. Toda palabra requiere un alejamiento
de la realidad a la que se refiere; toda palabra es también, una liberación de
quien la dice. Quien habla aunque sea de las apariencias, no es del todo
esclavo; quien habla, aunque sea de la más abigarrada multiplicidad, ya ha
alcanzado alguna suerte de unidad, pues que embebido en el puro pasmo, prendido
a lo que cambia y fluye, no acertaría a decir nada, aunque este decir sea un
cantar.
Y ya hemos mentado algo
afín, muy afín de la poesía, pues que anduvieron mucho tiempo juntas, la
música. Y en la música es donde más suavemente resplandece la unidad. Cada
pieza de música es una unidad y sin embargo sólo está compuesta de fugaces
instantes. No ha necesitado el músico echar mano de un ser oculto e idéntico a
sí mismo, para alcanzar la transparente e indestructible unidad de sus
armonías. No es la misma sin duda, la unidad del ser a que aspira el filósofo a
esta unidad asequible que alcanza la música. Por el pronto esta unidad de la
música está ya ahí realizada, es una unidad de creación; con lo disperso y
pasajero se ha construido algo uno, eterno. Así el poeta, en su poema crea una
unidad con la palabra, esas palabras que tratan de apresar lo más tenue, lo más
alado, lo más distinto de cada cosa, de cada instante. El poema es ya la unidad
no oculta, sino presente; la unidad realizada, diríamos encarnada. El poeta no
ejerció violencia alguna sobre las heterogéneas apariencias y sin violencia
alguna también logró la unidad. Al igual que la multiplicidad primero, le fue
donada, graciosamente, por obra de las carites.
Pero hay, por el pronto,
una diferencia; así como el filósofo si alcanzara la unidad del ser, sería una
unidad absoluta, sin mezcla de multiplicidad alguna, la unidad lograda del
poeta en el poema es siempre incompleta; y el poeta lo sabe y ahí está su
humildad: en conformarse con su frágil unidad lograda. De ahí ese temblor que
queda tras de todo buen poema y esa perspectiva ilimitada, estela que deja toda
poesía tras de sí y que nos lleva tras ella; ese espacio abierto que rodea a
toda poesía. Pero aun esta unidad lograda aunque completa, parece siempre
gratuita en oposición a la unidad filosófica tan ahincadamente perseguida.
El filósofo quiere lo uno,
porque lo quiere todo, hemos dicho. Y el poeta no quiere propiamente todo,
porque teme que en este todo no esté en efecto cada una de las cosas y sus
matices; el poeta quiere una, cada una de las cosas sin restricción, sin abstracción
ni renuncia alguna. Quiere un todo desde el cual se posea cada cosa, mas no
entendiendo por cosa esa unidad hecha de sustracciones. La cosa del poeta no es
jamás la cosa conceptual del pensamiento, sino la cosa complejísima y real, la
cosa fantasmagórica y soñada, la inventada, la que hubo y la que no habrá
jamás. Quiere la realidad, pero la realidad poética no es sólo la que hay, la
que es; sino la que no es; abarca el ser y el no ser en admirable justicia
caritativa, pues todo, todo tiene derecho a ser hasta lo que no ha podido ser
jamás".
(MARÍA ZAMBRANO: Filosofía
y Poesía, México, F.C.E., 87, pp. 13-25).
Bueno, dijo Antonio, qué piensan ustedes, Poesía y Filosofía, sobre lo
que en relación a…ustedes se plantea la autora.
La filosofía contestó: cuidado, María no está en este momento aquí, se encuentra estimulando
reflexiones en múltiples encuentros…
A mí no me parece que el tema se agota con estos textos que han estado leyendo, intervino una
voz, con las sorpresas habituales de la Intuición. Me van a
perdonar esta irrupción, es …de mi
naturaleza, Antonio y Alicia me comprenden bien A mi se me ocurre
que de dio grandes temas del conocimiento, de la orientación en la realidad, el
misterio y la complejidad, la Poesía está más en lo primero y la Filosofía del se gundo…
Sí dijo la integración ,
qué bueno que existan personas
como María Zambrano, Nietzche, Goethe Octavio Paz que se mueven en esos dos grandes ámbitos.