sábado, 18 de enero de 2020

El Arte de Vivir 81


El Arte  de Vivir 81

El Parto de ella  misma
La montaña empezó a sentir contracciones íntimas. Al principio distanciadas, confusas, opacas. Luego, cada vez más cercanas, más nítidas, más brillantes, hasta tomar un ritmo encantador... Uno, dos, tres y la pausa amable, entera, comprensiva.
¿Recuerdas? La querían ayudar, palpándole la nieve, aquellos valles, las mesetas conocidas. Era tiempo de parto, aunque el sol se distraía y las amapolas enrojecían como siempre.
Urgencia en el respirar. Aquel sonido anhelante. El llamado de las entrañas se hacía presente, creciendo, tibio, vivo.
Entonces, el tiempo se ensanchó y, relajándose, la montaña nació de nuevo, mientras, como un ratoncillo gris, se alejaban los años gastados.