Conversando desde la Amistad(306)
El Cuidado( 18)
Integrando la cotidianidad
con el sentido-
Un cuento de Catherine Fieldhouse, del grupo Sueños de médicos poetas
ENTRE EL DIEZ Y EL
DIECIOCHO DE SEPTIEMBRE
10 de septiembre
1973.
Pienso que lo peor
de la vida, son las horas de almuerzo en mi casa. Mi papá trabaja en el
registro civil y le pagan poco, con esto y lo mal que cocina mi mamá, la hora
de almuerzo es, sin variación, siempre un mal rato. Se abre, como en un rito,
todos los días la queja de él con frases como "los venenos que querí que
coma", y mi mamá sigue "con la plata que me dai nadie podría hacerlo
mejor", condimentada con algo sobre "hacer milagros". Yo, siendo
aún chico pero imparcial, encuentro que lo único que le queda rico a mi mamá
son las papas fritas, porque ni los tallarines se salvaban al quedarle todos
pegoteados, cocidos demás. Cuento ya con casi diez años y se que la receta
tiene que ser otra.
Lo definitivamente
agresivo comenzó con la coronación de uno de esos platos de tallarines casi en
la cabeza de mi papá, que él, por poco, alcanzó a esquivar y terminó
estrellándose en la puerta de la cocina, donde la salsa le resbalaba y la
manchaba de modo imborrable color rojo sangre. Era una amplia mancha con los
largos tallarines hacia abajo, que mostraron el abstracto dibujo del pasto seco
y pisoteado de un mundo de cabezas. Luego faltó mi papá, por tres largos días,
y huvo lágrimas de ella (que se arrepienta por pelearle) y un susto recorrió la
casa que saltaba con los ruidos antes conocidos y unos nuevos, de raáfagas de
disparos. Las palabras "huir", "pillen", "mató",
brincaban por el piso de madera basta, como pulgas grandes.
Pasó septiembre 11,
12 y 13 y mi papá llegó, pero ya no pelea con mi mamá por la comida, a veces
hasta se la salta y llega bien tarde, comiendo lo que sea, a pesar de
presentarse las frases "toque de queda", "los desaparecen"
y "espero que se escondan". Mi madre lo reta de un modo distinto y lo
abraza cuando llega, lo llena de besos y lo remece agarrándolo del cuello de su
chaqueta café. El la abraza cansado y se le escapa un quejido quebrado.
Hoy 14, puse un
disco de Víctor Jara y como espantados se me echaron encima mis papas y lo
apagaron y escondieron... Y eso que era una de las canciones que más le gusta a
mi mami "Te recuerdo Amanda, la calle mojada..." No hay clases,
no hay tareas y no hay conversaciones claras. Nadie explica nada, la radio
parece de otro país, pero con nuestra canción nacional a cada rato y se me
viene a la cabeza el estribillo "El sol morirá, morirá... La noche vendrá,
vendrá... "
Es 15 de septiembre
y desde mi pieza escucho a mi papá contarle a mi mamá que lo mandaron "en
comisión de servicio al Instituto Médico Legal", y no está enfermo.
- Tengo que medir,
describir y sacarle las huellas a un montón de cuerpos, conté más de 300 y
siguen llegando.
- Pero cómo es
posible Héctor, ya no hay sentido, te van a agarrar igual, vámonos lejos.
- No, no, si algo
va a pasar, no puede seguir esto, no te preocupes.
- Pero qué estás
diciendo, abré los ojos, soy tonto o te hací.
Y mi mamá llora y
se le cae una taza y luego el silencio nos abraza a todos, definiéndolo más
claramente una bocina de lejos que rebota como pelota sola. Mis dos hermanas
chicas, duermen. Yo quiero correr.
"Correlé,
correlé, correlá
Por aquí, por aquí,
por allá
Correlé,
correlé, correlá
Correlé, que te van
a matar
Correlé, correlé,
correláa..."
Es 16. Estoy
escuchando, mientras mi mamá le sirve tarde la once a mi papá, como él le
cuenta que el Kiko, "el chilote comepapas", como lo llama mi papá, le
dijo que creía que uno de los cuerpos era de Víctor Jara.
- ... y lo fui a
ver, era un hombre que estaba tirado en el suelo, como los otros, pero más
golpeado y sucio. Tengo dudas de que sea él, tenía muchas heridas de bala y
otras heridas llenas de tierra y con el cabello mal cortado y apelmazado con la
tierra y la sangre en sus manos y en su rostro había profundas heridas que lo
desfiguraban...
Luego no le escucho
y después nuevamente si lo oigo.
- ... tenía sus
ojos abiertos, pero con una mirada tranquila y en una de sus muñecas lucía un
alambre con un pedazo de cartón donde estaba anotado “Octava Comisaría”,
me costó tomarle las huellas, me ayudó el Kiko a abrir sus manos
agarrotadas, rígidas y tan heridas, las huellas las saqué dos veces, porque la
copia la compararé mañana con la de su ficha en la sección dactiloscópica
del Registro Civil, para estar seguro si es él...
¡Víctor Jara,
herido! Pero dijo que tenía su mirada tranquila, no debe dolerle tanto, mi papá
lo está ayudando. Está en el médico ideal. Espero que se recupere pronto. Mi
papá está preocupado, están golpeando gente y matando. Mi mamá casi no habla,
solo le escucho un murmullo que no entiendo y el sonido del agua en la cocina
mientras lava las tazas. Ya no lo reta.
Al otro día,
temprano, fue mi papá al Registro Civil, donde trabaja y le pidió a la
Gelda Layton, la que trajo galletas de mantequilla para la visita de la reunión
de los compañeros de hace un mes, que le ubicara la ficha del cantante y
le cuenta a mi mami que toda la mañana revolvieron papeles y más papeles
buscando, hasta que a mediodía la encontraron, compararon y vieron que las
huellas eran de él.
- Asesinaron a
Víctor Jara.
Dice mi papá.
- ¡Y como puedes
estar tan seguro!
Le grita mi mamá de
un modo raro.
- Es mi trabajo,
por las huellas y estaba con una experta ¡Es él, es él! ...Anoté el nombre y la
dirección de la viuda para avisarle.
- ¡¡Ya, ya, es él,
pero no puedes hacer nada ya por él, ya se murió!! - Mi mamá grita más y
se despierta la Marilú llorando.
Victor Jara muerto,
lo mataron ahora, hace poco, y a mi me gustaba escucharlo. Era mi cantante
favorito junto con Los Jaivas y Johan Báez. Se me agranda un cuesco en la
garganta y no quiero saber nada más. Siguen hablando mis papas después de
calmar a la Marilú pero yo me voy a acostar sin que me vean, recordando su
canción que trataba de aprender con la guitarra del Diego, mi vecino.
"Yo no canto
por cantar
ni por tener buena
voz
canto porque la
guitarra
tiene sentido y
razón
mi canto es de los
andamios
para alcanzar las
estrellas,
que el canto tiene
sentido
cuando palpita en
las penas
del que morirá
cantando
las verdades
verdaderas..."
Es 18 de
septiembre, unas fiestas patrias sin fiesta. Ahora recuerdo como si fueran
ricas, las empanadas duras que mi mamá hace para los 18. Hoy no las hace... Veo
que hay cosas peores que un mal almuerzo discutido, hasta le recuerdo lo
calientito de sus alegatos y que mi papá se lo comía todo igual. Pese a mi
pena, que nadie nota, no puedo evitar el querer saber más de lo que está
pasando por la muerte de Víctor Jara y escucho a mis padres. Mi papá, le cuenta
a mi mamá, la que le atiende con más paciencia de la que le conozco, que fue a
la calle Plazencia, en Las Condes, en busca de Joan Turner Robert, su esposa.
Tocó el timbre y ella se asomó por una ventana del segundo piso, le pidió
hablar, bajó y se acercó a la reja de la casa. Ella estaba muy nerviosa,
asustada, dice mi papá, él que se identificó, ante ella, con su cargo como
funcionario del Registro Civil y le relató lo que había vivido.
- Es él, es su
esposo. Lo lamento mucho. El era un artista y un valiente. No debió haber
pasado esto, pero venga, vamos yo la llevo con él.
-Si, vamos,
disculpe, no, espere, buscaré mis llaves... Gracias...
Le dijo ella a mi
papa, quien cuenta que ella se veía como en una película, haciendo todo en
paralelo, disociada, digna, entera, fuerte, pero a la vez muy frágil.
Aun era de
mañana cuando ambos partieron de la casa, en la Renoleta de ella en dirección
al Instituto Médico Legal. Pero el cuerpo, dice mi papá, no estaba donde lo
había dejado y lo tuvieron que buscar un buen rato entre otros cuerpos en el
primer y segundo piso, al encontrarlo, ella lo abrazó y lloró en silencio,
porque no debía estar allí.
"Pienso en ti
mi vida, pienso en
ti
compañera de mis
días
y del
porvenir..."
Mi papá quería
entregarle el cuerpo a ella, para que lo sepultara y lo tuviera más cerca, yo
creo que aunque ya esté muerto y no se pueda hacer nada para salvarlo, como
dice mi mamá, está bien lo que hace mi papá de entregárselo a ella. porque él
es de ella o se quedaría perdido y eso no debe ser o debe ser muy triste, si
así ocurre. Y hay otros... trescientos y más ¿Que sentirán los hijos de ellos
ahora?
Y él sigue
contándole a mi mama, mientras toma sus manos.
- El trámite del
certificado de defunción lo realicé en el primer piso y era dificil sacar el
cuerpo un día feriado, por lo que invoqué mi calidad de funcionario del
Registro Civil y resultó... cuando me consultaron en la ventanilla por la causa
de muerte y fecha de la misma, requisito indispensable para llenar el documento
de defunción, sólo atiné a decir que falleció por herida de bala el 14 de
septiembre a las 5:00 horas. Calculando a la rápida y la hora la saqué de un
poema que me acordé sobre fusilados. La esposa no tenía plata y yo tampoco,
ubiqué a mi amigo Ibaceta y con él compramos una urna, lo vestimos entre
los dos con un poncho y la mortaja, lo pusimos en la urna en una salita con
cuatro ampolletas y llevamos a su viuda, la que lo acompaño como una hora.
Luego los tres lo llevamos al cementerio, en un carrito que me conseguí, al
cementerio y le dimos sepultura, sin flores.
Me encuentro, de
repente, con la cara mojada y salada y me resuena y resuena en la cabeza otra
de sus canciones...
"Levántate y
mírate las manos
Para crecer
estrecharla a tu hermano..."
Que raro es este 18
de septiembre sin empanadas duras, ni mi ropa dieciochera, ni mis gritonas
hermanas con vestidos floreados y trenzas con cintas para que yo se las tire y
les diga que están disfrazadas y me reten y me digan que no es un disfraz sino
nuestro traje típico...
Quiero comer las
empanadas duras de mi mamá de nuevo.