Multiversidad sin Fronteras 30
La Esperanza 5
María Zambrano3
(continuación)
Sobre esta escondida fuerza religiosa,
sobre esta esperanza que engendra nuestras creencias, creencias en las que se
afirma un orden del mundo, en que la realidad oscura ha adquirido
transparencia, permanencia y sentido, surge la Filosofía. Y Filosofía es razón,
lo fue al menos en su comienzo. Y éste es el drama.
Porque la objetividad, en que se apoya
la esperanza, también la imita y aun la encierra. Pueden llegar a encontrarse en
contradicción y aun en contienda. La llama de la esperanza todo lo consume y
existen los misteriosos cambios habidos en la raíz misma de nuestra vida, en
las entrañas donde existen la confianza y la desconfianza, la esperanza, el
amor que nos esclaviza a la realidad y el anhelo de reducirla a razón que nos
libere. Hay una objetividad en crisis, objetividad quizá muy pulida y acabada
por el trabajo del pensamiento, que ya no es el depósito de la esperanza, ni
promete ese nuevo engendramiento de que hemos hablado. Hay instantes de
disolución de toda objetividad en que el hombre ya no acepta nada, ni se hace
solidario de cosa alguna. No permite que nada permanezca y sea verdaderamente,
porque ya no quiere esclavizarse. Y toda objetividad nos esclaviza de algún
modo. Son los más terribles conflictos, éstos que tienen lugar entre la
objetividad ya establecida razonablemente y la esperanza. La esperanza por la
que quiere realizarse nuestro inacabado ser.
Crisis
de la esperanza
Si la objetividad -toda cultura en su
madurez y armonía- tiene sus crisis, al menos entre nosotros los hombres de
Occidente, los que pedimos renacer, si tienen su crisis por perfecto que sea su
orden y por fielmente que haya sido creído, no podrá ser ajeno a la esperanza
que hemos descubierto como la última sustancia de nuestra vida. Agonía de la
esperanza que no siempre sabe lo que pide. (…)
No lo sabemos, no sabemos qué es lo que
clama por realizarse. Bajo la objetividad, sobre todo cuando ha llegado a ser
complicada y minuciosamente establecida, alguna esperanza ha quedado
aprisionada. Mas, como no lo sabemos quizá pedimos por otra diferente y aun
contraria. La vida entonces se transforma en un enigma monstruoso, del que hay
abundantes símbolos. La esperanza no encuentra, y se revuelve destruyendo,
aniquilando.