Celebración del 8 de Marzo(2)
con
Gabriela Mistral
Citas
No darás la belleza como cebo para los sentimientos, sino como el
natural alimento del alma.
Darás tu obra como se da un hijo, restando sangre de tu corazón.
No te será la belleza opio adormecido, sino vino generoso que te
enciende por la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer dejarás de ser
artista.
De toda creación saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño e
inferior a ese sueño maravilloso de Dios, que es la naturaleza .
La tierra se hace madrastra
si tu alma vende a mi alma
Canción de cuna de los pueblos, eterna nodriza con candor y sabiduría,
te necesito para siempre. No me dejes.(
La Biblia)
Nunca me fatigaste como los poemas de los hombres. Siempre me eres
fresco, recién conocido, como la hierba de julio y tu sinceridad es la única en
que no hallo cualquier día pliegue,
mancha disimulada de mentira( La
Biblia)
Para que el pájaro tenga su ser gemelo en gracia suprema (Decálogo del
jardinero)
Para que las mujeres pobres, que no pueden comprar perlas, rubíes y
amatistas, tengan en la rosa, el jazmín
y la violeta, perlas rubíes y amatistas
para adornar su cabeza, su pecho y sus manos.( Decálogo del Jardinero)
Me hace pensar en su corazón como
en un nido que recogí de niña bajo unos
higuerales. Estaba hecho de fibras secas y menudas, tan áridas, que el
fondo entero me punzaba la mano. Y era un nido y tocaba el pecho de un ave.(
palabras a la muerte de Magallanes Moure)
La maravilla del sueño está derramada en mi como un sentido recreador,
como esas cosas que quiero dejar
depositadas en el fondo más seguro de la consciencia Yo le digo al sueño : Tu
me harás dormir a tu semejanza, como una madre
Mi mayor flaqueza de chilena y de
mujer tal vez sea éste: busco la familiaridad
inmediata, quiero la buena fe , pido,
como todos los errantes, la casa tibia en que entrar, pues llevo años
de ruta helada y de viento y polvo en el. rostro Gracias a cada niño que me dijo sin más
Gabriela , y a cada maestra que vió su oficio en mis gestos( Cuaderno de los
adioses).
La Otra
Una en mí maté
Yo no la amaba
En la flor llameando
Del cactus de montaña;
Era aridez y fuego;
nunca se refrescaba…
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